Francia Márquez Mina ha luchado por la defensa de los derechos humanos y ambientales. Foto: Archivo Semana | Foto: Premio Goldman

SOCIAL

Las luchas de Francia Márquez Mina que ponen su vida en peligro

Esta líder social afrodescendiente, ganadora del premio ambiental Goldman, fue víctima este sábado de un atentado del que salió ilesa, pero que ratifica una vez más la fragilidad en la que se encuentra su vida, producto de su lucha en defensa del medio ambiente y sus comunidades.

5 de mayo de 2019

La vida de Francia Márquez Mina, ganadora el año pasado del premio ambiental Goldman, el "nobel ambiental", sigue estando en peligro. Esta mujer afrodescendiente, nacida en la vereda Yolombó al norte del departamento del Cauca en el municipio de Suárez, con 36 años y madre de dos hijos, se ha convertido en blanco de los ataques desde hace muchos años.

Desplazada, Francia ha sido una lideresa defensora de su territorio y del medio ambiente. Lamentablemente su lucha ambiental ha estado marcada por la violencia que siempre ha tenido su vida en vilo.

Ayer en zona rural de Santander de Quilichao, en el departamento del Cauca, fue atacada durante una reunión de líderes de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte de Cauca (ACONC), atentado del cual salió ilesa.

A través de su cuenta de Twitter, Márquez informón que líderes del pueblo negro del norte del Cauca estaban preparando una reunión para los diálogos en el marco de los acuerdos con La Minga y fueron atacados con armas y granadas por hombres armados, quienes hirieron a dos de sus escoltas.

Convencida de que “el amor maternal tiene el poder para salvar al país de la historia de violencia, sufrimiento y tristeza que embarga a los colombianos”, Francia tiene claro que la defensa de su territorio ancestral, del agua y de la vida es una lucha que nunca podrá abandonar. 

No ahorra esfuerzos para hacerlo y por ello las herramientas para lograrlo van desde la defensa jurídica hasta su participación en política para poder alzar su voz y generar cambios definitivos.

Su conexión con la naturaleza y su conciencia ambiental la heredó de sus ancestros, le contó el año pasado a Mongabay Latam. Con tan sólo 13 años ya era consciente de los derechos que tenían “los negros” sobre su territorio y  su comunidad. Uno de los momentos más fuertes que vivieron las comunidades de Suárez se dio en 1983 cuando discutían sobre la desviación del río Ovejas para alimentar la represa de La Salvajina, porque tenían claro que causaría graves impactos ambientales y sociales a una comunidad de pescadores, mineros ancestrales, agricultores y balseros.

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Según la líder, todos en ese momento se opusieron. Después de eso empezó una lucha por la defensa del ambiente armonizada con el canto y el teatro, “de esa forma ayudaba a generar conciencia sobre la importancia de la protección del agua, la pesca y del río, que para nosotros eran como nuestros padres”, le explicó Francia a Mongabay Latam.

Cuenta que el 2001 tuvieron la presencia paramilitar en la región, en Suarez y eso terminó con la masacre del Naya perpetrada presuntamente por el bloque  Calima presente en la zona y paradójicamente, “después de la masacre el gobierno entregó títulos de explotación minera sobre el territorio”. De esta manera, La Toma, el corregimiento en el que ella vivía con su familia, pasó a estar titulado deun momento a otro.

Esa lucha en contra de la explotación minera y el desalojo de las comunidades de Suárez marcaría una disputa del territorio con otros grupos, en esta oportunidad mineros ilegales, que entraron desplazando a líderes y familias completas que desde hace más de 300 años hacían minería sin usar mercurio, porque era su manera de proteger el agua y las especies que la habitaban.

En el 2014, los mineros ilegales comenzaron a operar más de una docena de retroexcavadoras en las orillas del río Ovejas, cerca al corregimiento de La Toma, causando devastación y una tragedia ambiental local que fue rechazada por las comunidades, pero frente a lo cual no pudieron hacer mucho.

Con esta maquinaria, despejaron bosques y cavaron pozos profundos, destruyendo el flujo natural del río y matando a los peces con mercurio, ha dicho Francia Márquez.

Esto la llevó a tomar la iniciativa de estudiar derecho en la ciudad de Cali, pues no conocían de leyes ni procesos legales y esto los hacía más vulnerables. Rápidamente conoció sobre la tutela como una forma de defender sus derechos y empezó a hacer uso de ella. Sin embargo, lo delicado de la situación y los abusos contra sus comunidades la llevaron a devolverse para trabajar por la defensa de su territorio.

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Pero esto no fue gratuito. Comenzó a recibir amenazas que la obligaron a salir de La Toma, desplazada con sus hijos para evitar que los asesinaran. “Con mis dos hijos salí hacia una casa ajena y de ahí me fui a Cali, la ciudad más cercana donde me abrieron las puertas”.

Francia ha sido una mujer valiente y defensora de la vida, además de defender su territorio y el agua, especialmente de los ríos Ovejas y Cauca. No ha ahorrado esfuerzos para emprender batallas legales contra la asignación de títulos mineros a grandes multinacionales, interesadas en desarrollar su actividad en territorios ancestrales del norte del departamento del Cauca.

Se ha encargado de movilizar comunidades enteras en búsqueda de llamar la atención del estado, que permanentemente permite la vulneración de sus derechos.