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Gracias a Mariana Pajón, el BMX es uno de los deportes que más se han popularizado en el país.

Informe Especial

El deporte de la esperanza

Hace unos años Nelson Mandela dijo: “El deporte tiene el poder de cambiar el mundo”. Colombia trabaja por que estas transformaciones se den en su territorio.

Luz Helena Guzmán.
28 de junio de 2014

De 14 municipios colombianos, de muchos de los cuales ni conocemos sus nombres, salen viajes directos a 17 países de África, América, Europa y Oceanía. Se ha construido un puerto de sueños en las regiones más pobres del país. El destino final es la transformación social, y la ruta a seguir es el deporte.

“Salir de Samaniego a Turquía; de San José de Guaviare a Dona; de El Bagre a Moscú o de Tierralta a Londres supone romper paradigmas, hacer posible lo imposible, derribar las fronteras”, afirma Luis Armando Soto Boutin, director de asuntos culturales y secretario ejecutivo de la Comisión nacional de cooperación con la Unesco del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.

Soto Boutin se refiere a la forma cómo el deporte está cambiando vidas y transformando realidades a lo largo del territorio nacional. “Por ejemplo, un día estábamos en Termales Nuquí con el Club de Surf de Chochó, a la orilla del Pacífico, y unos minutos después mirábamos a Australia como el próximo destino para nuestro intercambio. Hasta Oceanía fueron niños y niñas de Nuquí y San Bernardo del Viento para practicar surf con la élite del deporte australiano”, aseguró. Así mismo, dentro de poco, algunos indígenas del Guaviare irán a Corea a practicar tiro con arco, y los jóvenes de Buenaventura a Nueva Zelanda a practicar surf.

Estos pequeños de las regiones más apartadas de Colombia crecen en un ambiente ético cargado de antivalores donde todo vale, la plata es lo más importante, el éxito es el dinero, el delito paga y, lo más triste: la vida tiene precio. En estos contextos, el deporte derrota cada uno de estos males que han ido sumergiendo a la sociedades en callejones sin salida, y puede llegar a ser más poderoso que las armas, la codicia, la política y hasta la religión.

Trascender fronteras colombianas con el deporte es una idea que se comienza a forjar en 2011 cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores empezó con las iniciativas de diplomacia deportiva en el marco del Plan de Promoción de Colombia en el Exterior. Trabajar las relaciones internacionales para atacar el narcotráfico, la delincuencia y otros delitos transnacionales puede tener un discurso diferente al de tratados de extradición, o de libre comercio y apoyo financiero, entre otros. Los temas que preocupan al mundo y alrededor de los cuales se aúnan esfuerzos de naciones y continentes son producto de la pobreza, la inequidad, la violencia, la ambición, el consumismo y muchas otras condiciones humanas a las que hemos llegado en nuestro avance hacia el desarrollo. La respuesta a cada uno de ellos esta en el deporte. Hay que generar un mundo donde las oportunidades sean otras, donde las salidas de la marginalidad no sean las armas y las limosnas.

Con el deporte se están abriendo oportunidades para comunidades sin esperanzas. Los niños y jóvenes de miradas tristes y resignadas se están transformando en personas de grandes sonrisas y ojos de esperanza. “El deporte es una herramienta efectiva para formar personas íntegras, estimular procesos sociales y generar bienestar. Anima expectativas y proyectos de vida sanos en las jóvenes generaciones, mejora el rendimiento académico y promueve el desarrollo integral, la inclusión social, la consolidación de la paz y la comunicación entre los pueblos”, esta es la consigna del programa Diplomacia Deportiva de la Cancillería Colombiana.

En otras palabras, el deporte es la respuesta global de un mundo sumido en grandes problemas sociales, ambientales y culturales.

En 2014 el balance es más que positivo: 700 niños y jóvenes de 14 municipios de ocho departamentos de Colombia se han convertido en la semilla de la transformación en sus comunidades. Sus líderes ya no son actores armados, sicarios o delincuentes. Ahora son movilizadores políticos y sociales, o deportistas exitosos con historias de vida donde los valores han sido la clave para sus éxitos. El equipaje de regreso no son solo suvenires, son sueños realizados, esperanzas de un futuro forjado con disciplina. “Algunos de estos niños ya son parte de selecciones nacionales, viven en el exterior gracias a su talento, están interesados en estudiar francés o portugués, saben que el mundo no termina en Colombia, que es ancho y cercano cuando se está lleno de sueños”, dice Soto Boutin.

Rugby, fútbol, BMX, voleibol, baloncesto, atletismo, tenis de mesa, béisbol, ciclismo y patinaje son ahora el lenguaje internacional que une a nuestras nuevas generaciones por una Colombia diferente. Un país que apuesta por sus niños y jóvenes es un país con futuro. Las puertas del mundo se abren para comunidades sumidas en la oscuridad del olvido.

El compromiso de seguir operando el aeropuerto de la esperanza es de todos. En estos cuatro años el trabajo ha sido conjunto instituciones gubernamentales departamentales y municipales, embajadas y agencias de cooperación internacional, Coldeportes, institutos departamentales y municipales del deporte, el Comité Olímpico Colombiano, federaciones y ligas departamentales, fundaciones y ONG de inclusión social nacionales y extranjeras han apoyado el programa “Niños, niñas y adolescentes con oportunidades”.

Para Soto Boutin, “es el momento de que la diplomacia deportiva se consolide como ya lo está la diplomacia cultural, y de que focalicemos todos los esfuerzos para que cada intercambio sea capaz de transformar. Ya las niñas de El Bagre tienen lista sus maletas para viajar a Sillicon Valley, San Francisco y Eugene, a las universidades de Standford y Oregón, donde además de practicar su deporte y entrenar, se verán con campeonas olímpicas, cruzarán el Golden Gate, irán a la Isla de Alcatraz , y al tiempo, pensarán en sus madres, en cómo ayudarlas, en cómo crecer, en cómo vivir en un mejor país; será un encuentro con los sueños y con las herramientas para hacerlos realidad”.

Los niños de Apartadó que hace dos años comenzaron su viaje alrededor del rugby ya en agosto de este año en su cancha sintética serán los anfitriones de los juegos Suramericanos de este deporte. Donde antes reinaba el miedo, ahora se respira aire de competencia, de vida y de nuevos horizontes. Quedan miles de niños en sala de espera para abordar este avión, será la responsabilidad de los gobiernos venideros no dejarlos sin su pasaje a la esperanza.

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