Las iniciativas son variadas y algunas más exitosas que otras. ‘Semana Sostenible ’ muestra solo unas pocas que pueden servir de ejemplo a aquellas compañías que quieren unirse a la causa.

Empresas

5 Historias ejemplares

En casi 10 años del proceso de desmovilización y reintegración, el sector empresarial ha aportado mucho más que un grano de arena para dar oportunidades a la población que deja las armas.

19 de noviembre de 2012

A lo largo y ancho de Colombia se encuentran cientos de historias de estudiantes universitarios, empleados y empresarios (grandes y pequeños) que apoyan el proceso de reintegración y desmovilización. Lo hacen por negocio e interés personal, no por asistencialismo y compasión.

La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) calcula que son cerca de 13 universidades y 350 empresas las que están vinculadas con el proceso. Sobresalen, entre otras, Coca-Cola FEMSA, en iniciativas de servicio social y donación de tiempo; Electrolux, como formador, y Banco Caja Social Colmena, Philip Morris, la ANDI, Sodexo y Éxito, como importantes empleadores. En estos casos, tanto desmovilizados como empresarios han logrado superar sus temores, los primeros, a desempeñarse en una labor que jamás han realizado en sitios que no conocen y los segundos, a abrir sus puertas a excombatientes que consideran peligrosos. Aquí, solo un puñado de esas historias.

‘ROA’ CONTÓ CON LA ‘EMPRESA ACR’

Por estos días la película Roa, del reconocido director colombiano Andi Baiz, está en proceso de posproducción será estrenada en abril, cuando se conmemorará 65 años de la muerte del líder Jorge Eliécer Gaitán. Baiz y su equipo tuvieron el gran reto de recrear la Bogotá de 1948, pero sobre todo, de camuflar la ciudad actual, con sus pitos, semáforos, publicidad, grafitis, carros… Para hacerlo necesitaron
personal de logística preparado para controlar el tráfico vehicular y peatonal, y lo encontraron entre
los desmovilizados.

“Dije que estaba manejando la logística con una empresa llamada ACR. Los únicos que sabíamos éramos Andi y los productores ejecutivos. Lo preferíamos así porque solo nos debe importar cómo se comportan en el set, no su pasado”, explica Mirlanda Torres, directora de producción de Roa. Por eso nunca les preguntó cómo llegaron a las filas y no supo si eran de grupos paramilitares o de las Farc. Tuvo en su equipo cinco jóvenes, entre ellos una mujer, que ayudaron con el suministro de la alimentación, el transporte de equipos y la mensajería.

Incluso también arreglaron radios e hicieron labores de seguridad. “Tienen una cantidad de habilidades y conocimientos que desarrollaron en la guerra, que se pueden canalizar. Son atentos, responsables
y disciplinados”, asegura El día de la fiesta de cierre del rodaje, la directora de Producción se llevó una sorpresa.

Decidió contar qué era la ACR y que el equipo de logística venía del programa de reinserción, pero
la gran mayoría ya lo sabía. Los muchachos habían sentido la confianza de contar a sus demás compañeros de trabajo sobre su vida anterior, y no fueron rechazados por ello.

“Ese temor que todos tenemos no es justificado –dice–. Si tomaron la decisión de dejar esa vida no pueden tener un mal comportamiento porque para ellos es un retroceso. Necesitan trabajar y están preparados para hacerlo. Merecen una oportunidad”.

‘NO ES PATERNALISMO, ES BUSINESS’

Mario Dasilva, gerente general de la oficina de Electrolux en Colombia, dice que su caso no se puede catalogar como exitoso, por el bajo impacto. Al final de tres semanas de capacitación y varios meses de producción del proyecto, solo logró quedar con dos personas desmovilizadas que le prestan el servicio. Sin embargo, cree que si cada compañía en el país pudiera decir, como él, que ha rescatado a dos colombianos de la guerra, el país sería otro.

Este brasileño, que gerencia desde hace tres años la sede de la empresa sueca en el país y conoce Colombia desde hace 16 años, decidió apoyar el programa de reinserción después de una invitación de la ACR y el Consejo Internacional de Empresa Sueca (NIR), que integra empresas suecas que aportan en mercados en desarrollo con oportunidades de negocio.

“Venía pensando en un programa de responsabilidad social sostenible, no paternalista, porque se vuelve un costo para la compañía y si hay problemas financieros, se acaba. Quería algo de gana- gana, que fuera un negocio para las dos partes. Entonces nos reunimos con mi equipo y pensé que podríamos poner nuestro grano de arena”, explica Dasilva.

Decidió con su grupo capacitar a desmovilizados para centros de servicio en zonas consideradas
‘rojas’ en la costa atlántica. En ese año, 2010, tenía claro que le salía costoso enviar a esos lugares personal calificado desde Bogotá para resolver los problemas técnicos de sus electrodomésticos o, peor aún, tener que responder con uno nuevo.

“Me dijeron que estaba loco al pensar en trabajar con desmovilizados. Para mí es más fácil porque no tengo que perdonar a nadie. Para mi esposa, mis amigos, los compañeros de trabajo, no era igual. Debemos virar la página. Esta gente necesita una oportunidad, necesita canalizar todas las habilidades que tiene para los negocios”, dice.

Con financiamiento del NIR, la Fundación Ideas para la Paz (FIP), y la ANDI, y apoyado por la ACR y el Sena, Electrolux capacitó a finales de 2011 a 16 desmovilizados de las AUC que se concentraron en Barranquilla. Un total de 50 se presentaron a la convocatoria y de ellos se seleccionaron 20, que contaban con un mínimo requerido de conocimiento técnico. Aprendieron a reparar lavadoras, aires acondicionados y
refrigeradores. De ellos, dos desaparecieron, otros se fueron para la competencia y solo dos abrieron sus
propios centros de servicio.

Los otros no pudieron hacerlo por falta de recursos para comprar herramienta. El capital semilla de la ACR no les alcanzó y Electrolux no tuvo recursos para ayudarlos. “¿Qué gané yo? Llegar a zonas donde no se hablaba de Electrolux, tener aliados en ellas, bajar los costos de las garantías y dar el servicio de
manera oportuna. No es paternalismo, es ‘business’”, dice Dasilva. Además, su proyecto fue nominado
en la categoría de sostenibilidad en los Premios Electrolux 2012, en los que participan las sedes que están
en 67 países.

Alejandro, uno de los participantes, también cree que ganó. Se había preparado en varios cursos del
Sena y Fenalco de mecánica de aviación, electricidad y mecánica, pero no había logrado emplearse y quería tener su propio negocio. Con el capital semilla y la capacitación, logró montar su centro de servicio y hoy da trabajo a otros desmovilizados.

Actualmente Electrolux está evaluando el pilotaje para lograr mayores impactos. Para el próximo
año espera abrir un centro de servicios propio en Cartagena en el que pueda contratar a todos los desmovilizados que capacite. Hoy lo hace a través de terceros, pero quiere ofrecer ‘top service’ con centros propios.

ESTUDIANTES DE LOS ANDES ASESORAN NEGOCIOS

Manolo Acero lo tiene claro: los que más ganaron con ayudar a Bibiana en su café internet fueron él y sus compañeros. Este estudiante de séptimo semestre de Administración de Empresas de Los Andes asesoró el
semestre pasado a la mujer, quien estuvo en las filas. No sabe en qué grupo, porque nunca le preguntó.

No hablaban de ese tema, solo de contabilidad, de cómo atraer a los clientes y lograr que el negocio
creciera y se sostuviera. “Muchos de nosotros seguramenteseremos empresarios, gerentes, ministros y a través de personas como Bibiana podemos tener contacto con otro país, con el de la guerra. Darnos cuenta de que quienes participan en ella son ciudadanos que merecen las mismas oportunidades
que nosotros es muy útil”, dice.

Precisamente lograr que los estudiantes comprendan los desafíos de la reintegración y el posconflicto, y que además pongan en práctica los conceptos que aprenden, fue lo que motivó a la Facultad de Administración a apoyar, en 2009, a la ACR en el proceso de reintegración. Lo hace a través de dos cursos de pregrado: Gestión de lo Público y Responsabilidad Social.

En el primero los jóvenes entran en contacto con los participantes y en el segundo les dan la asesoría.
En promedio por semestre asesoran cinco proyectos de excombatientesque están en la última etapa
del proceso de reintegración y que han optado por el desarrollo de un negocio propio como alternativa de vida. Los negocios más comunes son almacenes o tiendas de barrio, cafés internet, famas, talleres textiles, talleres de mecánica y salones de belleza.    

“Muchos de los estudiantes llegan al curso con prejuicios fuertes en contra de los participantes, pues les cuesta entender por qué hay que apoyarlos después de que generaron impactos tan negativos para el país. Cuando se acercan descubren personas que tomaron malas decisiones, algunas inducidas por unas condiciones de vida con muchas carencias, que no tuvieron muchas oportunidades y que están dispuestas a reenfocar el rumbo de sus vidas. Descubrir los seres humanos detrás de los ‘monstruos’ es quizás el aprendizaje más profundo que tienen algunos de los estudiantes”, explica el profesor Iván Darío Lobo.

No todo ha sido color de rosa. El programa ha tenido casos que fallan en la mitad del semestre porque el participante decide no seguir con el negocio o los estudiantes se sienten intimidados. También tuvo impasses por el cambio de Consejería a Agencia. Cada caso se superó con ajustes estratégicos y organizacionales. Uno de ellos es la figura del reintegrador de la ACR, que sigue y conoce muy de cerca a cada participante y así puede orientar mucho mejor a los estudiantes.

En Pereira las pymes dan ejemplo

Una multinacional con presencia en Pereira y una fábrica de uniformes y ropa de trabajo de la misma ciudad sirven de ejemplo para mostrar la labor que viene realizando Acopi Regional Centro Occidente (RCO)
en el Eje Cafetero. La primera recibió en 2009 una carta de Acopi y la ACR para participar en el proyecto Oportunidades Laborales, que promueve la contratación de desmovilizados y víctimas de la violencia.

Pensó mucho antes de aceptar, midió pros y contras, especialmente el tema de seguridad. Hoy dice que
“sobrevaloró los riesgos”. En el caso de la fábrica, su dueña había sido retenida varias veces por la guerrilla estando embarazada y fue obligada a colaborarles con gasolina, cigarrillos y dinero para que la dejaran continuar. Temía por la seguridad de sus empleados y familiares, pero terminó aceptando la propuesta de la ACR para que situaciones así no se presentaran más. Contrató a un joven de 25 años que desde los 12 estaba en las filas.

Llevaba dos años en la Ruta de Reintegración del gobierno, tiempo durante el cual terminó su bachillerato y recibió formación para el trabajo y atención psicosocial. En Acopi le enseñaron a recorrer y ubicarse en las calles de Pereira para poder cumplir con su labor de mensajero. Ya lleva tres años en ese cargo,
recibe dinero, consigna, transporta productos y recaudos cercanos a los 70 millones de pesos. Estas dos empresas forman parte de un grupo de 51 que participan en el proyecto, liderado por Acopi RCO y que cuenta con la financiación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y el acompañamiento técnico de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y de la ACR.

El modelo va más allá de una intermediación laboral. Da entrenamiento personalizado a los participantes mediante técnicas coaching e indoor training y da a las empresas que contratan, en colaboración con el Sena, capacitaciones técnicas en puesto de trabajo a la medida de sus necesidades y un estímulo económico para que se fortalezcan, que es de 818.000 pesos si participan por cuatro meses y de hasta 2’500.000 pesos si el participante tiene la posibilidad de permanecer un año.

También hace acompañamiento personalizado a las dos partes. Los dos primeros años el proyecto estuvo destinado a contratar desmovilizados; desde el año pasado se amplió a víctimas. Unos y otros deben pasar por el proceso normal de selección de la empresa antes de ser vinculados. A la fecha han sido contratados 169 desmovilizados y 43 víctimas, y se han asignado a los empresarios recursos por el orden de 237.080.411 pesos.

“No es un tema de asistencialismo y compasión, es de generación de competencias en los participantes
y de competitividad en las empresas porque las rodeamos con capacitación, que les sirve para ser más estables. Ellas comprenden que la responsabilidad social empresarial no es solo de las grandes empresas, también de las medianas y las pequeñas”, explica Adriana Rivera, directora ejecutiva de Acopi RCO. El gran desafío de la entidad es diseñar estrategias sostenibles y estructurales que permitan seguir generando
empleo.    

Una de las primeras que se comprometieron

Por periodos de cuatro meses, cada viernes, de 9 a 11 de la mañana, Hilba Guzmán se encuentra con sus alumnos en las instalaciones de Coca-Cola Femsa en Bogotá. Son excombatientes de autodefensas o guerrilla, a quienes enseña cómo expresarse, hablar en público y técnicas de negociación, temas relacionados con su área: la comunicación.

Compañeros suyos les enseñan otros asuntos que les sirven para ubicarse en una empresa, crear su propio negocio o fortalecer el que tienen. Esta compañía (que se encarga de embotellar los productos de Coca- Cola) tiene desde 2009 la iniciativa de voluntariado entre sus empleados, la cual es reconocida en todo el país. En las siete ciudades donde está realiza el programa, que, sin incluir 2012, ha beneficiado a 321 participantes.

El pénsum que les dicta es estructurado con la ACR para que responda a las necesidades de los grupos. Algunos tienen negocios de floristería, café internet o confección de ropa y accesorios. Un porcentaje alto vive del empleo no formal. Coca-Cola Femsa ha tenido que ser flexible para lograr que funcione la iniciativa. Por ejemplo, tenía casos de deserción por falta de dinero para el transporte, y entonces decidió dar un subsidio.

A quienes cuentan con su propio negocio les da información sobre los requisitos para ser sus proveedores, con el fin de que puedan llegar a serlo. Ya lo han logrado algunos que confeccionan chaquetas
y cachuchas, así como los que crean accesorios. Además de este programa, la empresa también tiene Centros Comunitarios de Aprendizajes (CCA) en los que, en asocio con la alcaldía local de los 10 municipios en donde están y el Tecnológico de Monterrey, ofrece a poblaciones vulnerables 80 cursos de autoaprendizaje y 10 tutoriales en diferentes áreas, por ejemplo, inglés básico, enfermería y sistemas.

Las han obtenido diploma. La empresa no hace seguimiento a los graduados, pero la ACR sí y hasta el
momento le ha pedido que continúe con el programa. Finalmente, este año comenzó con un proyecto piloto de paz y reconciliación en cinco ciudades. Su objetivo es lograr que se realicen acciones que acerquen a víctimas y victimarios, aprovechando las 80 horas de servicio social que deben cumplir los desmovilizados. La Fundación para la Reconciliación le ayuda con esta tarea, identificando cuál fue el daño que se causó y con qué acto se puede perdonar.