Ciudades
Auroville - Una aldea global
Personas de más de 40 naciones viven en armonía con la naturaleza y tratan de exportar el espíritu de la comunidad a las cosas materiales.
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En Auroville, ninguna casa es como la otra. Los asentamientos son tan variados como las personas que allí viven: arquitectos, ecologistas e inconformistas. Algunas son simples cabañas, otras son casas con tejado al estilo finlandés, otras parecen barcos con las velas desplegadas, y otras se asemejan también a un templo hindú. Algunos habitantes construyeron sus casas al estilo de la escuela de arquitectura alemana Bauhaus.
Una idea utópica
A la ceremonia de apertura asistieron representantes diplomáticos de muchos países y de los gobiernos de los estados indios, según el entonces residente Gilles Guigan, que todavía vive en Auroville. Cinco mil personas se encontraban en ese momento en la nueva ciudad en el sur del estado de Tamil Nadu, y muchos de ellos se quedaron.
Estos primeros residentes comenzaron a plantar árboles. De ahí, eventualmente, surgió uno de los proyectos de reforestación más ambiciosos en el mundo, subvencionado por el Gobierno de India y entre 1982 y 1987: recibió aproximadamente 100.000 de dólares. Hoy en día hay dos millones de árboles.
Para enfatizar la unidad con la naturaleza, el arquitecto Roger Anger había planeado originalmente una "ciudad del futuro" sin coches. Muy pocos carros transitan por el gran bosque. En los últimos años se han añadido varios vehículos eléctricos, algunos autobuses y un par de coches pequeños. Sin embargo, el ruido del motor de las numerosas motocicletas perturba la tranquilidad, y sus emisiones contaminan el medioambiente.
Descubrimiento de una vocación
Cuando el holandés Jos van den Akker llegó a Auroville en 2001, la ciudad era considerada pionera en el uso de la energía solar y la construcción sostenible. Él ya tenía experiencia trabajando en la industria, y le pareció lógico quedarse. Sin embargo, no fue solamente la energía solar lo que más le llamó la atención. La vida en la comunidad, el compartir cosas y estar en contacto con las personas con las que se convive, fueron aspectos decisivos. "Tal vez es porque estoy solo. No tengo familia, y por ello me gusta vivir en comunidad".
La vida no es siempre fácil. Supuestamente, todos los residentes deberían tomar las decisiones juntos y por consenso en una sesión plenaria. No existe un presidente o un delegado. "Si hay algo que se tiene que decidir, todos deben estar de acuerdo. Sin embargo, esto no es algo realista. Alguien siempre se opone y bloquea el resultado". Esto es ineficaz, y en definitiva difícilmente se logra decidir algo, dice Van den Akker.
"Sí, el proceso de tomar decisiones es muy lento", coincide Bhati. "A veces puede llegar a ser muy frustrante". Hace siete años se crearon pequeños cabildos de vecinos para atender problemas menores, como por ejemplo disputas entre los residentes. "Hasta una utopía no está libre de problemas", dice Bhati. Auroville es, en definitiva, un "laboratorio viviente", como lo expresó Alfassa, en el que las personas están expuestas a la misma evolución que en el resto del mundo. Este proceso está lejos haber sido completado, y probablemente nunca lo será.
"Auroville es única", dice la politóloga Karen Litfin, de la Universidad de Washington, que está escribiendo un libro sobre las llamadas eco-aldeas. En el mundo hay varios miles de ellas. Sin embargo, a pesar que Auroville pertenece a la "Red Global de Eco-aldeas”, es mucho más que eso. "Auroville es, sobre todo, una comunidad espiritual, y las actividades relacionadas con el medioambiente son el resultado de las enseñanzas de Sri Aurobindo."
Auroville no es una utopía en el sentido de un lugar perfecto, añade Litfin. "La humanidad no es perfecta, y Auroville fue creada por humanos. Pero nos esforzamos para que sea el mejor lugar que pudo haber creado la humanidad”.