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*Ricardo Sánchez, Ex viceministro de Agricultura y actual director de Seguridad alimentaria de The Nature Conservancy. | Foto: Juan Carlos Sierra

Opinión

Cacaonomía

Una vez más, nos volvemos a ilusionar en Colombia con el cultivo del cacao, cuando sus precios se mueven hoy en día alrededor de los US $3.000 por tonelada.

Ricardo Sánchez *@cosasdelcampo
6 de mayo de 2014

Estos precios, además, se mantendrán en este rango, según el oráculo, (afortunadamente) por los próximos años.

Lo anterior se debe a una producción estancada (cercana a las 4 millones de toneladas –72 por ciento producidas en África) y a la creciente demanda de países como la India o la China, que ha generado un déficit este año cercano a las 150.000 toneladas.

En este sentido, recientemente la Organización Internacional del Cacao (ICCO, por sus siglas en inglés), alertó que durante los próximos cinco años, la producción debería aumentar un millón de toneladas más para alcanzar dicha demanda y de cuyos productos transformados (mayoritariamente en chocolates), se genera un valor de mercado cercano a los US $100 billones.

Pero para no caer en la trampa de movernos sólo con la variable “precio” y evitar las resacas (o paro de algunos productores) por tanta fluctuación del pasado, debemos ser realistas que para incursionar en este mercado (en el cual sólo aportamos el 1.25 por ciento de la producción mundial), hay que apostarle a un modelo  sostenible y empresarial del cacao, inmerso (finalmente) en el mandato de la ICCO  que abarca a la producción, a la industria y al consumo,  y que será discutida el próximo mes de junio en la Agenda Global del Cacao en Holanda.

Un tema central de esta Agenda Global será la consolidación de los cacaos “finos de aroma”, con características en su sabor que les ha permitido tener preferencias (en precio y en demanda) sobre otras variedades y su sistema de producción está ligado a arreglos agroforestales y de conservación de la biodiversidad. Este tipo de cacaos representa el 8 por ciento de la producción mundial y concentra en cuatro países (Ecuador, Venezuela, Perú y Colombia) el 75 por ciento de su producción.

En la medida que juntemos esfuerzos regionales en estas variedades de calidad en forma competitiva, podremos finalmente “destetarnos” de la producción africana, y ser jugadores importantes en este gran mercado. Para ello, debemos seguir investigando en aspectos relacionados con la diversidad genética del cacao, en donde en sus 22 especies no se han descifrado aun componentes ligados a enfermedades como la monilia o a mejoras en su productividad.

Colombia, que produce cerca de 50.000 toneladas al año en 150.000 hectáreas (y cuenta con un Plan Decenal hasta el año 2021), tiene un potencial para usar 500.000 hectáreas adicionales en esta nueva etapa de la “economía del cacao” en la mayoría de sus regiones, consolidando los núcleos ya tradicionales en Santander, Arauca o Huila. Y en Departamentos “nuevos” como el Cauca, donde su insignia hace más de un siglo era una mazorca de cacao, sería también una oportunidad productiva sostenible para hacerle frente a tanta actividad  ilícita que carcome a diario a nuestra biodiversidad.

Y la única ruta para lograr todo lo anterior, como bien reza el mandato de la Agenda Global, será con un trabajo común y un enfoque de sostenibilidad, entre productores, compradores y consumidores para consolidar esta “cacaonomía” que tanto bien le hace a nuestro país.