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“Capitalismo regenerativo”

En exclusiva para Colombia, Semana Sostenible publica el primero de dos fragmentos del libro de John Fullerton 'Capitalismo Regenerativo', una crítica al modelo económico actual.

11 de mayo de 2016

John Fullerton es el fundador y Presidente del Capital Institute y un reconocido líder de pensamiento y conferencista de la Nueva Economía. También es un inversionista de impacto a través de Level 3 Capital Advisors. Dada su experiencia se ha caracterizado por ser uno de los críticos del modelo económico actual, gracias al gran conocimiento que posee sobre el funcionamiento del mundo financiero. Fullerton tiene un MBA en finanzas por la Stern School de la Universidad de Nueva York y una licenciatura en economía por la Universidad de Michigan.

La traducción al español de ‘Capitalismo regenerativo’ se produce tras el lanzamiento del marco para la economía de regeneración en un evento organizado por el Centro de Yale. El marco representa un esfuerzo de colaboración para integrar el conocimiento y la sabiduría de numerosas disciplinas en un nuevo enfoque para el diseño del sistema económico, y pide a los políticos y líderes empresariales repensar la economía y la forma en que nuestro sistema de libre empresa debe operar en el siglo XXI. A continuación Semana Sostenible presenta el prólogo de la publicación:

Prólogo

Cuando renuncié a JP Morgan en el verano de 2001, después de casi 20 años de carrera, no sabía lo que me depararía el futuro. Lo que sí sabía era que ya no reconocía la cultura Morgan que una vez aprecié. Además, me sentía intranquilo al ver que mi carrera había perdido cualquier propósito más allá de alcanzar el “éxito” en la forma en que lo definían en Wall Street y mis jefes en Morgan.

La cultura que tanto valoraba había sido definida por JP Morgan Jr. en su testimonio al subcomité del Senado después del desplome en 1929. Ahí, Morgan habló del “código de éticas profesionales y costumbres” de los banqueros. Concluyó diciendo que, a pesar de que el Banco Morgan había cometido errores, éstos habían sido “errores de juicio y no de principio”.

En realidad, el enfoque banquero de “principios” ha ido en declive por años, víctima de la presión intensa de los mercados de capitales competitivos en un mundo desregulado, donde el poder económico le ha ganado a la civilidad. La más reciente adquisición de Morgan por parte de Chase Manhattan simplemente fue la gota que derramó el vaso. En esa época, Chase estaba enfocado en consolidar la industria bancaria a través de adquisiciones, una estrategia “rollup” centrada en incrementar la escala de sus operaciones y reducir sus costos. Este proceso a menudo era brutal, pero funcionaba bien. A partir de ese momento, mi futuro dependía de responderle a nuevos jefes, con una cultura totalmente nueva, y mis impresiones iniciales me mandaron señales de alerta.

Desilusionado por la dirección que estaba tomando Wall Street y por la pérdida de la cultura que tanto admiraba, decidí alejarme sin un plan claro para mi futuro. Entonces, no mucho después de renunciar, experimenté el 9/11 de primera mano. En ese momento mi desilusión se combinó con desesperanza.

Lo que siguió fueron años de búsqueda. Estaba en busca de encontrarle sentido a este mundo que yo mismo ya no podía explicarle más a mis hijos. En alguna medida, también estaba buscando mi propio propósito en ese mundo.

Esa búsqueda primero me abrió los ojos a la profunda y engarzada crisis que enfrentamos actualmente –ecológica, económica y social– incluyendo la posibilidad de que estamos destruyendo la capacidad del planeta para sostener la vida tal y como la conocemos hasta ahora. No obstante, mi descubrimiento más asombroso fue que el esquema moderno de la economía y las finanzas –que los “genios” de Wall Street (como yo) practican tan bien– se ha convertido en la causa raíz de esta crisis sistémica. Esta problemática se presentó antes de la crisis financiera del 2008, y ha existido independientemente de ella. Sin embargo, esa muestra atroz de irresponsabilidad, codicia y fraude, no hace más que confirmar el hecho de que Wall Street ha perdido el rumbo.

Mis esfuerzos por encontrar un marco teórico alternativo para las ciencias económicas y para las finanzas agudizó mi interés en los fundamentos científicos e intelectuales de los enfoques “sistémicos” u “holísticos”. Empecé por estudiar cómo podemos aplicar las lecciones de los sistemas vivos a los sistemas económicos. Aquí mi re-educación fue tanto práctica como intelectual. A través de mis proyectos de inversión de impacto[1], que van desde la banca basada en los valores hasta el manejo de pastizales de manera holística, experimenté de primera mano los beneficios económicos de la toma de decisiones sistémica. Desde entonces, he observado los beneficios prácticos de una salud social, económica y ecológica equilibrada, demostrada en las más de 25 historias documentadas en la Guía Práctica Para Invertir en una Economía Regenerativa del Capital Institute[2].

Después descubrí cómo los científicos estaban tomando las reglas mediante las cuales los sistemas vivos se sostienen y se regeneran a sí mismos, y las estaban convirtiendo en principios empíricos de salud y desarrollo sistémico que aplican tanto a los sistemas no vivientes, incluyendo las economías, como a los ecosistemas y los organismos vivos. La síntesis resultante produjo una armonización inesperada de descubrimientos provenientes de campos tan variados como la física, la biología, la sociología e inclusive de las creencias espirituales más básicas comunes en todas las tradiciones de sabiduría del mundo. Para mí, el mensaje se volvió claro:

¡Podemos –y debemos– alinear nuestra teoría y prácticas económicas con nuestro más reciente entendimiento sobre las formas en que el universo y la humanidad realmente funcionan!

Mi experiencia práctica trabajando con proyectos regenerativos, aunada a las sólidas teorías científicas sobre las economías regenerativas presentadas en este trabajo, me convencieron de la promesa del Capitalismo Regenerativo y de que ya está sucediendo frente a nosotros. Ahora, se tiene el reto inmenso de estimular un amplio despertar para la transición social y económica que esto implica. Reconocer nuestro propósito común como humanidad nos ayudará a sostener el paso hacia el gran proyecto que tenemos por delante.

Este esfuerzo por entender las posibilidades de las ciencias económicas regenerativas terminó por contestar a la pregunta de por qué renuncié a JP Morgan hace más de una década sin saber lo que me esperaba en el futuro. También le aportó un nuevo significado a mi experiencia de 20 años como testigo del espectacular ascenso y la alarmante caída de las altas finanzas. Sin embargo, mi apreciación de cómo nuestro propósito nos permiten trascender nuestras diferencias, y encontrar el verdadero significado de nuestras vidas, vino directamente de mi padre.

Unos años antes de su muerte, viajé tres días con mi padre. Fue la experiencia más larga que tuve con él a solas. Fue una oportunidad única para escucharlo y reflexionar sobre su vida. Lo que más me impactó fue que siempre mencionaba la guerra. Mi padre estuvo en la marina durante la Segunda Guerra Mundial, participó en la invasión de Normandía y después fue capitán de un submarino en el Pacífico. La mirada en sus ojos mientras hablaba de ello reveló que, a pesar del miedo, el dolor, la pérdida y el horror que la guerra le había traído, también fue una experiencia profundamente valiosa para él. Lo que quedó claro para mí después de escucharlo durante esos tres preciosos días, es que fue el propósito noble y compartido de la guerra –y no los sacrificios– lo que definió su vida. Él era, después de todo, parte de la Gran Generación.

Los retos y amenazas que enfrenta nuestra generación son diferentes. También debemos superar nuestros miedos,nuestras divisiones ideológicas y nuestra falsa separación los unos de los otros y de nuestro medio ambiente. El cambio climático, la creciente desigualdad, e inclusive la desesperación que alimenta el fundamentalismo radical, son todos síntomas de una ideología económica profundamente deficiente que nos demanda evolucionar nuestra manera de pensar la economía hacia formas más eficientes y sistémicas. Este cambio sistémico incluye, con toda seguridad, la transformación del sistema financiero para adoptar nuevos propósitos que contribuyan a un mundo regenerativo.

Este es un reto monumental con la promesa de unir a nuestra generación en un propósito común. Ahora tenemos un entendimiento más riguroso de lo que hace a las redes humanas más saludables –esto, en sí mismo, constituye una oportunidad increíble–. Es tiempo de actuar. Ahora nuestras acciones definirán la nobleza de nuestras vidas y nuestro legado. Este es el Gran Trabajo de nuestra época.

[1] La inversión de impacto implica invertir en proyectos que armonizan los retornos financieros, social y ecológicos.

[2] http://fieldguide.capitalinstitute.org