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Cortesía: B J Jank, Ott Laboratory | Foto: B J Jank, Ott Laboratory

CIENCIA

Por primera vez una extremidad es creada en un laboratorio

Un equipo de científicos del Hospital General de Massachusetts logró regenerar la pata muerta de un roedor.

4 de junio de 2015

El equipo detrás de este avance científico pertenece al Hospital General de Massachusetts y fue dirigido por Harald Otto, cirujano torácico y conocido por su trabajo en la regeneración de órganos del cual surgió el método para este proyecto. 

La técnica de Otto se llama "decel/recel" y ha sido usada para regenerar corazones, pulmones e hígados, pro nunca extremidades. 

La metodología  consiste en tomar órganos de donantes muertos que son tratados con detergentes para remover el tejido blando dejando solo el andamiaje del órgano, que se compone  de colágeno óseo inerte.  El segundo paso del proceso consiste en volver a llenar de células la pared carnosa del órgano, sembrando el andamiaje  con las células relevantes para quien va a recibirlo. En ese momento el andamiaje es nutrido en un bioreactor que permite que el nuevo tejido crezca. Como ningún pedazo del tejido del donante se mantiene  el nuevo órgano no será rechazado por el receptor. 


Así fue como Otto y su equipo lograron crear un pie para una rata. Para saber si la extremidad regenerada era o no funcional usaron pulsos eléctricos. Al ver que podía flexionarse declararon que era funcional. Además, lo cosieron quirúrgicamente la extremidad a ratas sanas anestesiadas y vieron que la sangre de estas llegaba al nuevo miembro. 

Aunque este es un gran paso para lograr ayudar a personas que han perdido miembros parcial o totalmente, Otto afirma que queda mucho por hacer. Todavía falta nutrir el órgano con hueso, cartílago y otras células para ver si esto también puede regenerarse. Luego, deben probar que un sistema nervioso comenzará a funcionar. Esto sucede cuando los sistemas nerviosos de los recipientes de trasplantes de órganos  penetran la nueva extremidad haciendo que esta sea parte del organismo y responda a las órdenes del  sistema nervioso central.

Otto y su equipo calculan que pasarán por lo menos diez años antes de que puedan tener bioextremidades listas para hacer pruebas  en humanos.