Home

Impacto

Artículo

Activistas marchando. | Foto: AFP.

Impacto

Liderazgo ambiental: el momento es ahora

La mayoría de los colombianos albergamos imágenes de nuestra infancia que nos conectan con la naturaleza. Son recuerdos que muchos no relacionamos con los grandes desafíos a los nos enfrentamos hoy, pero que llevamos inmersos en nuestro imaginario y que nos devuelven a los momentos más felices de nuestra historia.

Por Joaquín Caraballo Rivas*
27 de marzo de 2014

La cruda realidad, sin embargo, nos enfrenta a una demanda desmesurada de recursos que ha generado la escasez de agua, el deterioro de la biodiversidad, el desmejoramiento de nuestros suelos y la alteración del clima, entre otras circunstancias. Son pocos los que entienden y han reaccionado a los desafíos que enfrentará este país de seguir la ruta en la que estamos encaminados. En otras palabras, las cosas como están necesitan ser repensadas en el marco del riesgo y la vulnerabilidad de nuestro sistema socioecológico.
 
¿Qué tantos recursos nos quedan para sostener a una población que crece sin parar y alcanza los 9.000 millones de habitantes, donde en el caso particular de Colombia, por ejemplo, se cuentan alrededor de cuatro millones de desplazados por la violencia?

Darles vuelo a la imaginación y a la creatividad es en este momento crucial. Si se hacen las preguntas adecuadas, podrían resultar respuestas reveladoras para enfrentar los contextos de complejidad e incertidumbre que enfrentan los modelos actuales. Para personas y organizaciones de distintos sectores, vemos florecer oportunidades y ventanas para el cambio que sin duda pueden generar valor a diferentes escalas y términos de tiempo. Es allí donde reside la importancia del liderazgo ambiental.





Este liderazgo del que hablo se puede dar desde diferentes orillas, sectores y necesidades del país. Puede venir de un sinfín de lugares: del activismo con miras a proteger la biodiversidad o desde la innovación en una empresa privada, que eleva los estándares de su industria al instrumentar nuevas tecnologías. Lo que debe haber en común es la búsqueda de un mejor futuro, en donde los beneficios sean mayores a los costos, y se evite exceder los límites de los ecosistemas que mantienen a la actual población y del que dependerán las próximas generaciones.

Colombia se ha convertido en tierra abonada para esto. Aunque hay un gran desconocimiento del tema, se ha dado una efervescencia de liderazgos que desde la base están indagando, unos desde las insuficiencias básicas locales y otros a partir de una convicción por un contexto que visibiliza la urgencia de cambios sistémicos. Voces desde diferentes perspectivas manifiestan inconformidad con los modelos de desarrollo actuales. Vemos cada vez más emprendimientos y organizaciones que cambian sus esquemas de operación tradicionales. Esto es indispensable para enfrentar los nuevos retos que demandan los mercados y poder finalmente atender las deudas en necesidades básicas insatisfechas que aumentan a un ritmo acelerado. Si no se adoptan medidas, las actividades económicas, sociales y políticas estarán en jaque más pronto que tarde.

En el marco de un año que define el panorama político nacional, de un posible escenario de posconflicto, de una economía confiada en industrias extractivas sobre recursos no renovables, con una brecha social gigantesca, una población urbana creciente y un campo ávido de una reforma sustancial, tenemos entre manos la obligación de repensar los modelos vigentes. De dirigirnos hacia procesos disruptivos en manos de organizaciones e individuos inspirados en mejorar nuestro futuro.  

Colombia cuenta con una ventaja competitiva en razón de la megadiversidad, la riqueza hídrica y una posición geográfica privilegiada. Estamos dejando ir esta oportunidad al mirar en direcciones tradicionales con poca perspectiva de futuro. Hay que liderar de acuerdo con nuestras fortalezas para instaurar cambios reales. Este liderazgo se tiene que sobreponer a la cultura cortoplacista que ha infectado la realidad nacional, que ve el campo ambiental como un costo adicional de operación y no como una oportunidad en el marco del desarrollo sostenible.

Estos nuevos movimientos dependen del liderazgo que se adelante. Deben estar jalonados por convicciones claras y apoyadas por incentivos. Es indispensable promover el empoderamiento local de iniciativas ambientales y apoyar acciones colectivas, innovar en los negocios y garantizar la inversión estratégica y el bienestar efectivo del entorno del negocio. Elevar los temas ambientales dentro de la escala de prioridades de todas las organizaciones, fomentar el intraemprendimiento y fortalecerlo por medio de las alianzas estratégicas que generen mayor capacidad e impacto colectivo.



El liderazgo debe ser transparente y capaz de facilitar cambios culturales. No podemos confiar solo en el liderazgo desde arriba, se deben recoger las intuiciones y empoderar lo local. Vamos a necesitar salir de las zonas de confort para reconocer y modificar nuestra relación con el entorno. No es posible separar ambiente y sociedad, es una relación que debe estar sustentada en la simbiosis y la resiliencia. El liderazgo debe propender por mejorar los sistemas de información y apalancarse en estrategias que comuniquen mensajes claros y contundentes.  

Desde diferentes escenarios se pide a gritos un nuevo paradigma que gobierne la era del antropoceno y que permita generar las capacidades sistémicas para una Colombia próspera en un contexto incierto y demandante de la naturaleza. Todos podemos asumir el liderazgo desde la diversidad de nuestras condiciones. ¿Cómo vamos a aprovechar la oportunidad?

*Abogado de la Universidad de los Andes con especialziación en derecho ambiental y maestría en Gerencia Ambiental de la cual actualmente es el director. Tiene estudios complementarios en geografía e historia.