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Los pioneros del vino 100% natural chileno

Viña Cono Sur es una empresa que eliminó el uso de químicos en gran parte de sus cultivos y que desde 2005 compensa su huella de carbono. Su presidente, Adolfo Hurtado, nos cuenta cómo lo lograron.

28 de abril de 2016

Aunque no es su principal artículo de exportación, no hay duda de que el vino es el producto chileno más famoso a nivel mundial. Hasta los franceses consideran que este país es un paraíso para la viticultura, ya que posee una serie de condiciones climáticas y geográficas que favorecen esta actividad. Chile tiene un desierto al norte, el Océano Pacífico al occidente, la cordillera de Los Andes al oriente y los hielos al sur. Ese aislamiento, sumado a la poca humedad que existe durante gran parte del año,  hace prácticamente imposible que cualquier insecto o enfermedad entre al país y afecte los cultivos de uva. Y, por ende, facilita la producción vinícola limpia.

Aun así, no fue sino hasta 1998 cuando comenzó la producción de vino sin agroquímicos. Uno de los precursores de esta transformación fue Adolfo Hurtado, un ingeniero agrícola que ha estado varias veces nominado como mejor enólogo del mundo gracias a sus innovaciones en la industria vinícola chilena. Hurtado lideró la introducción de métodos orgánicos en el cultivo de uvas y fue el primer empresario en medir (y mitigar) la huella de carbono de su proceso productivo.  Semana Sostenible lo entrevistó y esta es su historia.

Semana Sostenible: ¿Cómo inició el proceso?

Adolfo Hurtado: Hasta 1998, en una temporada vitivinícola aplicábamos químicos 16 veces para controlar las distintas enfermedades fungosas o insectos que pudieran afectar a las uvas. En ese año comenzamos un proceso de manejo integrado de cultivos con el que logramos reducir a tres aplicaciones durante la temporada. Luego introdujimos el manejo orgánico con el que, lógicamente, tuvimos que acotar a cero. Ahí decidimos empezar a certificar como orgánico una proporción importante de nuestros viñedos, hoy día casi 450 hectáreas de las 1.800 que tenemos están certificadas por una empresa alemana que se llama BCS, en donde por ley es imposible aplicar cualquier tipo de producto químico o sintético. (Vea: Patagonia lanza cerveza orgánica)

Semana Sostenible: ¿Por qué decidieron hacer esa transformación?

Adolfo Hurtado: Necesitábamos saber cómo competir con el resto de las bodegas de una forma más innovadora, más atractiva. No queríamos producir otro Cabernet Sauvignon cuando ya había otros 150 en el mercado. Entonces decidimos diferenciarnos en el origen de la uva, no había nadie trabajando fuerte el tema ecológico en los vinos y ahí vimos una oportunidad muy grande: aprovechar un país que tiene grandes ventajas, especializándonos en la producción orgánica y construyendo un punto de diferenciación ofreciendo un vino que no muchos van a ser capaces de producir.

Semana Sostenible: ¿Qué vino después?

Adolfo Hurtado: Después de la incorporación del manejo orgánico, fuimos logrando una serie de distintos pasos. Hoy día somos uno de los dos principales productores de uva orgánica y somos la empresa que tienen una mayor cantidad de certificaciones medioambientales. En 2005 decidimos neutralizar el CO2 producto de nuestras operaciones, que en una temporada parten con la poda y terminan con el transporte de las botellas desde Chile hacia los distintos mercados de destino. Todo el proceso fue medido en su huella de carbono y fue neutralizado con una certificación neozelandesa que se llama Cemars, eso te obliga a tomar una serie de medidas de reducción en la producción de CO2, como también te obliga a compensar la proporción de CO2 que no puedes reducir a través de la compra de bonos de oxígeno. La certificación Cemars cubre desde la poda hasta el embotellado, y el transporte marítimo, que es algo en lo que no podemos influir mucho, está siendo neutralizado con otra certificación que se llama el Carbon Neutral Delivery, que obliga a compensar las emisiones con la compra de bonos de oxígeno en Estados Unidos, China y Alemania.

Semana Sostenible: ¿Hay más empresas que estén produciendo de esa manera?

Adolfo Hurtado: En Chile hay cerca de 250 empresas vinícolas, pero que produzcan orgánico hay al menos 20. Somos una minoría en un país que tiene tantas condiciones naturales favorables para producir sin químicos. Yo creo que ese porcentaje tan bajo se debe a que no es fácil, tiene muchas complicaciones, es más caro. Para hacerse una idea: la producción orgánica es bastante más intensiva en mano de obra, porque muchas de las labores que antes realizabas con forma química tienes que remplazar por productos naturales o por personas que lo hagan manualmente. Eso hace que una producción orgánica por hectárea sea de un 25% más costosa que la tradicional. Por otro lado, en la producción orgánica no se puede usar nutrición química de nitrógeno o fosforo de forma sintética, entonces tienes que utilizar fuentes naturales de nutrición como son los compost y los guanos, etc. Entonces la nutrición es menos eficiente y la producción del viñedo empieza a decaer aproximadamente en un 20%. Si en una producción normal produzco 10 o 12 toneladas de uva, en una orgánica serían 8 o 9. Eso significa que al final el costo de un kilo de uva orgánica, comparado con uno de tradicional, es un 35% más costoso. Y eso es una barrera para la entrada de nuevos productores. (Vea: Esta niña le enseña por qué la comida orgánica es mejor)

Semana Sostenible: ¿Pero esos costos se compensan en el precio final que pagan los consumidores?

Adolfo Hurtado: Por supuesto, el vino orgánico es un poco más caro que el tradicional. El precio final es 30% mayor. Sin embargo, esa es una de las categorías que para nosotros crece en forma más rápida, en los últimos cinco años el crecimiento promedio de la categoría orgánica debe estar entre el 15 y el 20%. De hecho estamos pensando en pasar nuevas hectáreas a producción orgánica.

Semana Sostenible: ¿Qué tan apetecido es el vino orgánico en Chile y en general en Suramérica?

Adolfo Hurtado: En Chile no es apetecido. Nuestro país es súper tradicional en el consumo de vino, la mayoría es chileno, tinto y de cepa Cabernet Sauvignon. Lo mismo pasa en los demás países de la región. Para nosotros el mercado nacional es el 1% de las ventas y el 99% restante es para exportación, principalmente a Inglaterra, Japón y Canadá. Nuestra teoría es que entre más desarrollado un país mayor es la inquietud por vino orgánico.