El atlas presenta unas 100 fotos y 800 mapas y gráficos. | Foto: http://atlas.biodiversity.aq/

MUNDO

El atlas de la vida en la Antártida

Por primera vez, una publicación reúne los datos de científicos de todo el mundo y da cuenta de la inmensa biodiversidad del Océano Austral.

Alianza DW
6 de octubre de 2014

“Nunca nos imaginamos que existía tanta diversidad de flora y fauna en la Antártida. Siempre se pensó que la mayor diversidad estaba en los trópicos y en la medida que se acercaba a los polos iba disminuyendo”, indica el investigador chileno Anelio Aguayo-Lobo desde su oficina del Instituto Antártico Chileno (INACH) en Punta Arenas, una de las ciudades más australes del mundo y centro de operaciones para estudios y viajes científicos a la Antártida.


Aguayo-Lobo fue uno de los dos investigadores chilenos que aportó datos para el nuevo Atlas Biogeográfico del Océano Austral, un esfuerzo internacional editado por el Comité Científico sobre la Investigación Antártica (SCAR). En esta publicación colaboraron 147 científicos de 91instituciones de 22 países, entre los cuales sólo figuran dos de America Latina: Brasil y Chile.

“De las mil a mil quinientas especies conocidas a fines de los anos 70, hoy se han registrado alrededor de nueve mil, de las cuales unas cuatro mil todavía quedan por describir, porque son nuevas”, agrega Aguayo.

Entre los cientos de miles de datos reunidos en el Atlas, Aguayo-Lobo aportó sus registros de aves y mamíferos marinos, que permiten configurar su distribución espacial y variaciones en el tiempo. “Los nuevos investigadores van a partir con un conocimiento tan adelantado, que nosotros nunca soñamos”, observa.

De microoganismos a ballenas

Hasta ahora sólo existía un compendio de fines de los años 60 de la Sociedad Americana de Geografía, parcial y no actualizado. “Esta es la primera vez que todos los registros existentes de la biodiversidad marina única de la Antártida han sido compilados, analizados e ilustrados en mapas por la comunidad científica, desde los tiempos del Capitán Cook, cuando se iniciaron las exploraciones antárticas”, anunció el Editor Jefe, Claude De Broyer, del Instituto Real Belga de Ciencias Naturales, en el reciente lanzamiento de la obra en Nueva Zelanda.

En Alemania, el profesor Julian Gutt, biólogo marino del Instituo Alfreg Wegener (AWI) de Bremerhaven, fue co-editor y autor de varios capítulos de la publicación. “Aquí encontramos una enorme cantidad de datos, de gran importancia, que son la base para la investigación”, destaca Gutt.

Esta obra comprueba la enorme variedad de seres vivos que habitan el océano Austral: “Desde microorganismos hasta ballenas están registrados y documentados”, agrega. La publicación comprende unas 100 fotos y 800 gráficos y mapas. Actualmente se prepara una versión online que permitirá un acceso más amplio desde todo el mundo y que estaría lista en dos o tres años.

Reserva para la vida

Aunque el primer objetivo del atlas es la compilación de datos y análisis de expertos, éstos pueden permitir un mejor análisis y formulación de políticas de conservación y protección del medio ambiente.

“Este océano tiene una gran relevancia como sumidero de CO2 –explica Julian Gutt-. Las microalgas lo consumen y producen el oxígeno que respiramos en todo el mundo”. Por eso, la vida en el resto del Planeta depende también de estas aguas. Y los efectos del cambio climático en esta zona están en directa relación con lo que ocurre en todo el mundo.

Sin embargo, en la posible creación de áreas marinas protegidas que será nuevamente discutida en octubre por la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (CCAMLAR) pesarán no sólo las observaciones de los investigadores. “El atlas sólo muestra datos científicos... lo otro es decisión política”, advierte Gutt.

Por su parte, Anelio Aguayo-Lobo celebra que en los registros se compruebe el positivo efecto de las medidas de conservación adoptadas para proteger a las ballenas en estas aguas. “Algunas ballenas, como la azul, se están recuperando e incluso hemos avistado ballenas en invierno”, destaca el investigador del INACH. “Este atlas es un gran paso y tiene una inmensa proyección, así como representa un gran desafío y responsabilidad en los esfuerzos de protección”, concluye.