ANIMALES

Valen más mil volando: el enorme potencial del aviturismo en Colombia

La observación de aves es una de las potenciales promesas de la economía y el desarrollo sostenible en Colombia. Aún así, el país está rezagado en el desarrollo de este sector, que reclama más apoyo del Estado.

11 de mayo de 2018

Hasta hace poco, muchos colombianos no sabían la riqueza que tenían en diversidad de aves. Era como si Colombia misma no lo supiera. Con 1.912 especies, el país tiene la mayor diversidad de aves del mundo, pero aún así muy pocos se preocupaban por proteger esta gran riqueza. Mientras países vecinos como Costa Rica o Ecuador construyeron una sólida economía alrededor de su (menor) variedad de pájaros, en el país poco se incentivaba el aviturismo. Hoy una gran oportunidad para Colombia ya que en Estados Unidos, Asia y Europa hay millones de aficionados a la observación de aves que, gracias a la firma de la paz, están llegando en masa al país.

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Un estudio de 2016 que presentó Conservative Strategy Fund encontró que al menos 14.987 turistas estarían interesados en venir a Colombia para observar aves si el costo diario por persona no supera los 900.000 pesos. Eso representaría un ingreso de más de 26.000 millones de pesos al año. Por esta razón, desde hace algunos años, varios colombianos han empezado a dedicarse a este negocio. Algunos propietarios rurales han adaptado sus terrenos para el avistamiento de aves, especialmente en la zona Andina, donde se registra la mayor cantidad de especies.

El departamento del Cauca es el más biodiverso, con unas 1.102 especies de aves según una investigación del Instituto Humboldt, pero también hay una importante variedad en el Eje Cafetero y el Valle del Cauca. En cuanto a municipios, Cali es el de mayor diversidad registrada con 561 especies, seguido por Ibagué (537), Medellín (445), Manizales (439), Popayán (338) Bogotá (269) y Pereira (203). “Esto es algo muy positivo ya que, en comparación, toda Europa tiene alrededor de 525 o 530 especies”, señala Carlos Mario Wagner, experto en aves de la Asociación Río Cali.

“La paz nos ha traído mucho turista”, cuenta Mauricio Londoño, propietario del Hotel Tinamú, que se especializa en la observación de pájaros. “Yo el año pasado doblé la ocupación del año anterior. Y con las reservas para enero, ya ocupé el 35 % de lo que llené el año pasado”, agrega. Eventos como Colombia BirdFair, uno de los congresos de avistamiento de aves más importantes de América Latina, que se celebró el pasado febrero en Cali, están atrayendo extranjeros de todas partes.

Sin embargo, a pesar de grandes iniciativas como esta y del enorme potencial del país, el turismo de aves en Colombia todavía está muy quedado en relación con otros países de la región. “En muchos parques naturales no encuentras guías ni personal; los senderos están abandonados o no hay cabañas para hospedarse”, cuenta Wagner.

Los extranjeros que llegan al país esperan ciertas comodidades mínimas, tomas de corriente para sus equipos de grabación y una atención de restaurantes desde las 4 de la mañana -que llaman ‘desayuno pajarero’-, ya que expertos y aficionados salen muy temprano, cuando se despiertan las aves. En ese sentido, también es importante la presencia de guías preparados, que conozcan la región y sepan inglés, señala Ana María Castaño, presidente de la Sociedad Antioqueña de Ornitología.

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Por otro lado, los costos asociados a este negocio son considerablemente altos. Raúl Nieto, propietario de la Finca Alejandría, conocida como el “Paraíso de los colibríes”, en Cali, Valle del Cauca, cuenta que a él le toca comprar 650 kilos de azúcar por mes y 300 bananos diarios en la temporada alta, ya que en los meses con pocas flores los colibríes no pueden encontrar tanto alimento en la naturaleza. En total, eso le representa a Nieto casi 6 millones de pesos solo en la alimentación de los pájaros. Eso sin tener en cuenta los gastos de personal para el servicio de restaurante y para el mantenimiento diario de los 60 cebaderos donde llegan los pájaros.

Otro aspecto que aumenta los costos de los propietarios de reservas naturales de la sociedad civil que quieren destinar su terreno a la conservación de la fauna es que tienen que pagar impuesto predial, a pesar de no estar explotando comercialmente el lugar. “Es muy duro comprar predios para proteger si también tenemos que sacar de nuestros bolsillos para poderlos mantener”, cuenta Ferney Salgado, de CorAves, una ONG nacional que promociona el aviturismo.

En los últimos años el Gobierno ha tratado de enfocarse en promocionar el aviturismo del país en el resto del mundo . “ProColombia acompaña a los empresarios de aviturismo mediante capacitaciones, campañas, participación en alianzas y ferias internacionales, viajes de familiarización, entre otras actividades”, dice Felipe Jaramillo, presidente de esta entidad. Los representantes del sector aviturismo creen que hace falta más promoción interna, que los colombianos vean en el avistamiento de aves una opción recurrente de recreación y una estrategia de inversión directa más grande.

“Creo que toda la institucionalidad le está apuntando a que se logre ese desarrollo del aviturismo”, señala Castaño. “Pero el sector todavía es muy incipiente en comparación con los países vecinos. Tiene que darse una madurez de las políticas para afrontar toda la demanda que se viene. El país va a tener que adaptarse rápido a las necesidades de este mercado”, concluye.