El país sigue conmocionado por las muertes de niños en La Guajira, debido a la desnutrición. Sin embargo, la problemática no es nueva, no solo se da en este departamento y va mucho más allá de la simple falta de alimentos. (Foto: León Darío Peláez / SEMANA)
El país sigue conmocionado por las muertes de niños en La Guajira, debido a la desnutrición. Sin embargo, la problemática no es nueva, no solo se da en este departamento y va mucho más allá de la simple falta de alimentos. (Foto: León Darío Peláez / SEMANA) | Foto: León Darío Peláez / SEMANA

INVESTIGACIÓN

Desnutrición en Colombia: no solo una cuestión de hambre

La desnutrición de los niños en La Guajira es la que ha tenido mayor visibilidad. Sin embargo, esta problemática se da incluso en la capital, y va mucho más allá de la simple falta de alimentos.

13 de diciembre de 2016

El hambre y la sed han cobrado la vida de cientos de niños en La Guajira. El desconcierto, la indignación y el rechazo se han apoderado del país. Sin embargo, la problemática tiene sus raíces no solo en la pobreza de algunas comunidades sino también en la corrupción y mala administración de los recursos en el departamento.

A pesar de esa cruda realidad, la desnutrición infantil en el país va mucho más allá y no está ligada necesariamente a la extrema pobreza. La geografía, la contaminación y la cultura, también son factores que se unen para azotar a la niñez del país. En el caso de La Guajira, la crisis humanitaria se vio agravada con la llegada de cientos de familias que huyeron de la escasez que se vive en Venezuela. (Vea: FAO: una de cada ocho personas sufre desnutrición crónica)

Aunque el drama de la desnutrición de los niños wayúu ha sido el más visible, en Colombia existen regiones como Uribia y Manaure, también en La Guajira, zonas rurales de Puerto Carreño en Vichada, Mapiripán en el Meta o Puerto Hormiga en Bolívar, solo por nombrar algunas, donde también se vive en silencio este mismo flagelo. Incluso, a finales de noviembre el concejal de Bogotá, Antonio Sanguino, indicó que en lo corrido del año 12 niños han muerto por desnutrición en la capital, lo que demostraría que la crisis no es exclusiva de las zonas pobres y apartadas del país. El problema se ve reforzado por el alto nivel de subregistro de nacimientos y muertes de infantes, es decir, para el Estado muchos de los niños nacidos y fallecidos nunca han existido.

Todo esto sucede mientras en el país se divulgan numerosas campañas por la niñez y varios programas para garantizar su nutrición. Tanto el sector público como el privado hacen multimillonarias inversiones para atacar el problema, pero finalmente no benefician a todos los niños, pues muchos de los más vulnerables no han sido registrados por sus padres. Otros recursos se pierden en el camino, debido a la corrupción, como sucedió en el caso de los estudiantes de un colegio del Cesar que ‘posaban para la foto’ con un mismo plato para después recibir una mínima porción de comida sobre las palmas de sus manos.

Según el Programa Mundial de Alimentos, en el planeta hay 795 millones de personas con hambre y alrededor de 2.000 millones que enfrentan problemas de desnutrición o de sobrepeso, lo que se denomina malnutrición. Aunque la carencia de ingresos es un determinante, el problema no siempre es la falta de recursos económicos, sino la poca disponibilidad de alimentos. Por ejemplo, en una zona de monocultivo de palma el acceso a otro tipo de productos es más difícil porque vienen de otras regiones con un costo adicional o no llegan, lo que significa que la familia a pesar de disponer de algún presupuesto, no puede adquirir la comida.

Lo anterior resulta preocupante para niños y bebés, ya que los primeros 1.000 días de vida, contados a partir del momento de la concepción y hasta los 2 años de edad, son fundamentales y determinantes, tanto para su desarrollo físico como cognitivo. Por eso los numerosos programas de alimentación infantil se enfocan hacia esa denominada ‘primera infancia’. Muchas de estas iniciativas, que provienen del sector privado, no son tan efectivas en prevenir muertes por desnutrición, porque las empresas que las financian no tienen presencia en las zonas más vulnerables. (Vea: Sequía y hambre en La Guajira)

Por ejemplo, hace poco el programa ‘Gen Cero’ de la Fundación Éxito empezó a intervenir zonas donde no tienen presencia comercial. “Desde hace tres años decidimos convocar al país para que en 2030 Colombia ya no tenga casos de desnutrición crónica en ningún niño menor de 5 años. Por eso comenzamos a llegar a más regiones como La Guajira, Chocó o Vaupés. Allí, donde no tenemos presencia comercial, pero donde es más urgente hacer intervenciones en el campo nutricional”, explica Germán Jaramillo, director de la Fundación Éxito. Asegura que Gen Cero no hace una intervención directa, ni cuenta con comedores o sitios específicos de atención, porque la idea no es sustituir al gobierno nacional. “Lo que hacemos es complementar el suministro de alimentos que el Estado proporciona para la nutrición de los menores y lo hacemos en alianza con hogares infantiles, jardines y otras instituciones que son los que ejecutan los recursos”, agrega.

Más allá de la desnutrición

La malnutrición y la desnutrición afectan muchos países, y Colombia es uno de ellos. “Una mala nutrición afecta el desarrollo del sistema nervioso central y periférico del niño, el crecimiento del tejido cerebral, las funciones motrices y el desarrollo psicomotor. Todo esto puede llevar a consecuencias nefastas como el retraso mental y la alteración o insuficiencia renal y cardiaca”, explica la pediatra Griselda Vargas de la Universidad Autónoma de México. Para la especialista, el sistema inmunológico también se ve afectado, lo que facilita infecciones repetitivas y disminuye la mineralización ósea, lo que se traduce en fracturas frecuentes.

Otro factor que influye en la desnutrición o en una nutrición inadecuada es la poca información que tienen las familias respecto al tema. Alejandro Gómez, director de Salud Nutricional del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) afirma que algunas comunidades no priorizan a los niños y solo ven con urgencia el tema de la nutrición cuando ya se ha presentado el problema. “No podemos seguir pensando que todos los patrones culturales, por ancestrales que sean, deben ser respetados, apoyados y conservados. Hay situaciones de inequidad hacia los niños que están soportadas desde el punto de vista cultural”. Un estudio realizado por la Universidad Externado de Colombia reveló, por ejemplo, que la desnutrición en la población infantil y juvenil de La Guajira podría estar en niveles entre el 30% y el 40%, en un 50% para las personas de la tercera edad y en un 3% en adultos. “Eso nos está diciendo algo, y no se trata de pelear con esa realidad sino de buscar la manera de transformarla”, añade.

Hace unos meses el programa ‘De cero a siempre’ de la Consejería Presidencial para la Primera Infancia se convirtió en Ley de la República, como respuesta a todos los sectores que claman por evitar más muertes de niños a causa del hambre. La iniciativa funciona a través de una gestión intersectorial que busca garantizar los derechos de niños y niñas entre 0 y 5 años de edad, una etapa fundamental y determinante en el desarrollo del ser humano. A pesar de esto, los esfuerzos se quedan cortos.

Un problema difícil de medir

La información es insuficiente. La única entidad que maneja cifras oficiales sobre la cantidad de niños con desnutrición en el país es el ICBF. Sin embargo, el subregistro –que también es un inconveniente gigante cuando se miden otras variables sociales e incluso económicas– se convierte en un obstáculo para conocer datos totalmente confiables. Sumado a esto, no hay información certera en los lugares donde el Instituto no tiene presencia, lo que hace casi imposible saber qué tan cercanas a la realidad pueden ser las cifras oficiales.

A pesar de que la muerte de niños en La Guajira ha captado la atención de los colombianos, según los datos del ICBF la desnutrición infantil en el país ha disminuido. Mientras que en 2013 murieron 95 niños, en 2014 se presentaron 40 casos. Y aunque el resultado es menos malo, surge un nuevo problema: no hay exactitud en las cifras de muerte a causa de desnutrición ya que muchos de los fallecimientos no se asocian a esta condición, sino a las complicaciones que desencadena, tales como insuficiencias respiratorias, cardiacas y renales.

Todas estas muertes van más allá de las causadas por física hambre. Para luchar contra este desafío, el ICBF diseñó una estrategia de recuperación nutricional que hasta ahora ha mostrado resultados positivos. De 714 niños atendidos en 2015 en sus centros de recuperación nutricional, 439 mejoraron (61%), además, entre enero y junio de 2016 de 386 niños atendidos, 275 mostraron mejoría (71%). Para complementar su estrategia, la institución también se impuso siete retos para fortalecer la atención en los primeros 1.000 días de vida: promover prácticas de salud y nutrición durante la gestación, aumentar el peso al nacer, fortalecer la lactancia materna exclusiva, introducir de forma adecuada la alimentación complementaria, fortalecer la educación alimentaria y nutricional, y promover hábitos saludables.

Aunque los esfuerzos de sectores públicos y privados buscan priorizar la atención a la primera infancia y se han obtenido resultados positivos, no habrá un verdadero éxito mientras no se disminuya el subregistro de niños con desnutrición ni se logre determinar precisamente el número de muertes por enfermedades asociadas a ella. En Colombia, todavía miles de casos permanecen en el anonimato.