María López Castaño, Directora de Semana Sostenible. | Foto: Guillermo Torres

EDITORIAL

Educación, educación, educación…

¿Cómo aprovechar la coyuntura actual para que la educación cambie el destino de millones de colombianos que no tienen alternativas?

María López Castaño, Directora de Semana Sostenible.
20 de septiembre de 2014

De tanto repetirla, la palabra educación está perdiendo su sentido en Colombia. Lo mismo pasa con PISA, SABER, ICFES, cobertura, calidad y muchas más, pues de tanto oírlas ya nadie sabe qué son, ni qué hay que hacer con ellas. No obstante, en lo que todo el mundo parece estar de acuerdo, es en que la educación está muy mal en el país.

Ahora, el Gobierno anuncia que en 2025 Colombia será la nación más educada de Latinoamérica. Este es un salto muy grande si se tiene en cuenta que al acercarse 2015 ocupa el último puesto. Pero de este reto surgen interrogantes que vale la pena observar con un espíritu más constructivo que escéptico.

¿Cómo aprovechar la coyuntura actual para que la educación cambie el destino de los millones de colombianos que hasta hoy no tienen alternativas? ¿Por qué en Colombia, si alguien nace pobre, hay más de un 90 por ciento de posibilidades de que muera pobre? La igualdad de oportunidades solo puede ser una realidad mediante la educación. El hecho de que el Gobierno la haya equiparado con equidad es un gran paso hacia adelante. El problema es que esto logre pasar del papel, que ‘aguanta todo’, a la realidad. 

El presupuesto de educación, con 22,4 billones de pesos, está por encima del de defensa por primera vez en la historia del país. Lamentablemente, esto no es suficiente. Esa partida, por más gigantesca que suene, solo permite sostener el sistema existente, pero no revolucionarlo. Lo que ha anunciado el gobierno y lo que requiere Colombia es una revolución educativa. El gran interrogante es: ¿cómo llevarla a cabo?

Las cifras de los últimos meses son desalentadoras: las brechas educativas en calidad, acceso y permanencia son una realidad regional, poblacional y de género. Las pruebas nacionales Saber 5° nos dicen que en los colegios públicos nuestros niños tienen un desempeño insuficiente en casi todo: 65 por ciento en lenguaje, 77 por ciento en matemáticas y 75 por ciento en ciencias.

Con estos resultados, ¿para qué estamos educando? La palabra clave es: pertinencia. El ejercicio de la ciudadanía, la resolución de conflictos, el valor de los recursos naturales y las finanzas personales no se miden tan fácilmente como el álgebra, la geometría y la química, pero pueden ser más útiles para construir un país en paz.

Bajo la premisa de aportar soluciones reales y hablar de hechos concretos que solucionen estos grandes interrogantes, Semana Sostenible hizo una alianza editorial con Semana Educación para elaborar esta edición y abrir una convocatoria pública que tuvo una acogida masiva. Durante varios meses hablamos con expertos del mundo de la educación, consultamos las redes sociales abiertas y especializadas, y procuramos identificar aquellos proyectos que realmente están haciendo una diferencia. Los ejemplos que ustedes encontrarán en esta publicación aportan ideas de cómo desde los diferentes rincones del país se está transformando la educación con ideas innovadoras, incluyentes e integrales que pretenden estimular las mentes de millones de niños para que estos se conviertan en agentes de un verdadero cambio sistémico. 

Estamos convencidos de que, como dijo Nelson Mandela “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, pero le agregaría a esta poderosa afirmación que esto solo sucederá si entendemos que es responsabilidad de todos. Por eso aquí hay ejemplos para padres y madres de familia, para funcionarios públicos, docentes, jóvenes y niños, y para todas las personas que comprenden que el aprendizaje va más allá del aula y que la educación siempre ha sido la forma más efectiva de cambiar el mundo.