Río Vaupés, una de las arterias fluviales de la región amazónica. Foto: archivo/Semana. | Foto: Foto: Silvia Juliana Cobos

MEDIO AMBIENTE

La Amazonia en el PND de Duque

En medio del debate por la que sería la carta de navegación del desarrollo del país durante el próximo cuatrenio, Wendy Arenas, directora de la Fundación Alisos, analiza los principales aspectos del Plan frente a la región que concentra la tasa de deforestación más alta de Colombia.

Wendy Arenas, directora Fundación Alisos
31 de marzo de 2019

La Amazonia colombiana sigue enfrentando retos enormes. Los próximos cuatro años determinarán su sostenibilidad ambiental, cultural, social y económica en un escenario de posconflicto y estabilización. La región requiere acciones contundentes del gobierno nacional para promover un modelo de desarrollo acorde con sus características propias. El Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019- 2022 ofrece la oportunidad de garantizar que las estrategias nacionales apunten en esa dirección.

Como muchos han reiterado en varios escenarios, uno de los asuntos más preocupantes es la meta que el Ministerio de Ambiente tiene frente a la deforestación. Propone estabilizar el crecimiento en una cifra cercana a la de 2017, lo que se traduce en 219.973 hectáreas anuales deforestadas en el país y 144.147 en la Amazonia.

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Ante la impotencia contra la deforestación, el gobierno opta por un compromiso que permitiría deforestar más de medio millón de hectáreas en los próximos cuatro años en la Amazonia. Esto podría significar carta blanca para gobernadores y alcaldes ante pretensiones de imponer modelos agresivos de desarrollo. El gobierno no quiere asumir metas que exijan acciones contundentes.

En un proceso facilitado por las fundaciones Gaia Amazonas y Alisos, con el apoyo de la Fundación Moore, la sociedad civil propuso incluir una meta equivalente a la tasa de 2015 o a la cifra propuesta en el PND del gobierno anterior: 90.000 hectáreas.

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Otra iniciativa fruto de este proceso ha sido el fortalecimiento de la RAP Amazonia, creada en el anterior Plan con el objetivo de promover una visión integral y sostenible de la zona. Esa instancia hoy puede jugar un papel importante, al convertirse en un espacio de evaluación de las inversiones que propongan los nuevos gobernadores.

El gobierno deberá evitar a toda costa que, amparados en una interpretación literal de la tasa de deforestación, los depredadores del ambiente destruyan bosques hasta llegar a la suma inaceptable de 570.000 hectáreas en el próximo cuatrienio.

Por otra parte, vale la pena resaltar que la consolidación de un sistema de transporte intermodal para la región significa un avance importante del PND en curso.

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Es recomendable que las necesidades de conectividad consideren la viabilidad de infraestructura y la pertinencia de la misma. Esto resulta particularmente crítico en el caso de la Marginal de la Selva, que podría generar un desastre ecológico sin precedentes.

Amplios sectores ambientales, políticos, académicos y económicos de la región rechazaron la propuesta de formalizar esta vía en el foro convocado en octubre pasado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) y Uniamazonia.

La Amazonia requiere estrategias más ambiciosas de conectividad, que incluyan acceso a internet de banda ancha o satelital para integrarla de manera virtual al resto del país y una conexión aérea segura para la región.

Las propuestas de la sociedad civil fueron presentadas al gobierno nacional en instancias generadas por el DNP y el Consejo Nacional de Planeación. Acogió algunas; otras no. Confiamos en que la bancada amazónica del Congreso y aquellos relacionados con la agenda ambiental no jueguen con nuestra Amazonia y se comprometan con metas claras y contundentes.