Río Bogotá. | Foto: Daniel Reina

NACIÓN

El territorio y el agua

Colombia es uno de los países con mayor riqueza hídrica del mundo. Sin embargo, esta no ha sido entendida como una oportunidad, sino como fuente de desastre.

Ernesto Guhl Nannetti*
16 de abril de 2015

Colombia cuenta con una riqueza hídrica excepcional, pero no hemos aprovechado esta fortaleza y, más que factor de progreso y equidad, la vemos como un problema. La pregunta de fondo es, ¿cómo lograr ese cambio para conservar y mantener en el tiempo nuestra riqueza hídrica? Estudios realizados para el Acueducto de Bogotá nos llevan a concluir que hay dos elementos esenciales para materializar la nueva relación con el agua.

El territorio

La meta principal de cualquier sociedad inteligente debe ser su permanencia, por lo cual el territorio en el que vive debe ser sostenible. El agua, por su carácter vital para la sociedad y los ecosistemas, es fundamental para lograr este objetivo y la asignación de caudales es un poderoso instrumento para definir los usos del suelo y el ordenamiento del territorio.

La tendencia internacional para gestionar el agua es integrarla con la del territorio, según un nuevo tipo de planificación participativa sobre el futuro deseable para el entorno y una gobernanza articuladora y cooperativa, que permita negociar los intereses y las necesidades de los diversos actores que compiten por el agua. Esta nueva forma de gestión se denomina la “Gestión Integrada del Agua y el Territorio (GIAT)”.

El requisito inicial para implantar la GIAT es delimitar el territorio en que se puede aplicar exitosamente. El agua, a pesar de ser un bien público y de interés colectivo, se administra con un limitado criterio municipalista, que no reconoce el carácter regional del ciclo hidrológico ni el de los ecosistemas.

Hasta hace un tiempo se identificaba la cuenca como el territorio adecuado para la gestión sostenible del agua, pero la realidad nos muestra que es necesario ir más allá. Los límites de los entes territoriales no coinciden generalmente con los de la cuenca. Por ello se propone un nuevo concepto, el de la Región Hídrica, cuyos límites se definen por la interacción de tres criterios: el hidrográfico, que debe incluir el sistema hídrico artificial además del natural; el político administrativo, que define el espacio de las actuaciones del Estado en el territorio; y el ecosistémico, que incorpora los elementos naturales y la estructura ecológica principal.

La Región Hídrica del río Bogotá abarca una extensión cercana a los 10.000 kilómetros cuadrados, compuesta por el territorio del Distrito Capital y el de 53 municipios ubicados tanto en su cuenca como fuera de ella. En la región viven cerca de 9.500.000 habitantes y se genera un tercio del PIB nacional; esta es la región más intervenida del país.


La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT) apoya esta idea al establecer formas de asociación de entes territoriales para resolver problemas comunes con una visión regional, al facilitar la planificación conjunta y la inversión de recursos de los municipios por fuera de los límites de cada uno.

La gobernanza

Para la Región Hídrica se propone un sistema de gobernanza integrada para el agua y el territorio. Este sistema, que no compite con la institucionalidad, pretende superar la visión parcial y la insularidad institucional con que se administra el agua. Además, se basa en adoptar nuevas formas de trabajo en redes flexibles, articular instrumentos de planificación del agua y el territorio con alcance regional, y desarrollar una coordinación interinstitucional para aprovechar los recursos humanos y financieros en un fondo común.

Existe otro instrumento que apoya la propuesta de la Región Hídrica y su sistema de gobernanza: el fallo del Consejo de Estado sobre la descontaminación del río Bogotá, el cual –con una visión sistémica y regional y dentro de un marco de equidad, participación y articulación– impone obligaciones a los diversos entes territoriales y demás actores del agua, para el mejoramiento de la calidad del río.

El fallo ordena al MADS preparar un proyecto de ley para organizar la gestión regional del agua, lo que crea una oportunidad histórica para poner en práctica las propuestas descritas para la “Región Hídrica del río Bogotá” y su replicación en el resto del país. El objetivo final es conservar nuestra riqueza hídrica y aprovecharla como instrumento para construir colectivamente territorios sostenibles y pacíficos. El Ministerio tiene la responsabilidad de no fallarle al país.


*Ingeniero civil, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Director del Instituto para el Desarrollo Sostenible Quinaxi y ex viceministro de Medio Ambiente.