TURISMO

Tomarse selfies con animales salvajes es una pésima idea

Aunque causen ternura y generen miles de likes en redes, esta práctica puede legitimar los malos tratos previos y causarles daños irreparables.

4 de octubre de 2017

Los animales de la Amazonia sufren con la actividad turística en la región, que en muchos casos somete a especies como el delfín rosa o el perezoso a maratónicas sesiones de fotos, advierten activistas de World Animal Protection.

La organización, con sede en Inglaterra, publicó esta semana un informe en el que afirma que desde 2014 las fotos de personas con animales en Instagram han aumentado 292% en todo el mundo. Y en 40% de ellas, los humanos aparecen "abrazando o interactuando inadecuadamente con un animal salvaje".

A menudo, los animales son capturados y maltratados antes de ser exhibidos a los turistas, apunta World Animal Protection, que se infiltró en excursiones en la selva amazónica de Brasil y Perú para registrar estas interacciones.

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"Detrás de las cámaras, estos animales suelen ser sometidos a golpes, apartados de sus madres cuando bebés y secretamente guardados en lugares sucios, estrechos; o son cebados reiteradas veces con alimentos que pueden tener un impacto negativo a largo plazo en su organismo y comportamiento", afirma la organización.

"Con demasiada frecuencia, los turistas desconocen completamente esta crueldad que hace a los animales sumisos y disponibles", añade. En la ciudad brasileña de Manaus, capital del estado de Amazonas, 94% de los 18 paseos turísticos visitados por World Animal Protection ofrecían la oportunidad de "sostener y tocar animales salvajes" para tomarse fotografías.

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En dichos paquetes, el delfín rosado era el animal más ofrecido por los operadores para este tipo de contacto, seguido del perezozo de tres dedos, cocodrilos, anacondas verdes y monos. Roberto Cabral, coordinador de las operaciones de fiscalización del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), dijo en una entrevista  que mantener animales en cautiverio para estos fines es ilegal en Brasil y que lamentablemente esto "ocurre".

Pero "en el contexto general de tráfico de animales y de caza que existe en Brasil, aunque es algo impactante, la explotación turística de animales es algo mínimo", ponderó.  "La ironía es que el turista que normalmente se saca fotos con el animal, es aquel turista que adora los animales y, en realidad, está contribuyendo para su malestar, para su captura, su matanza", añadió Cabral.