Las palmas de cera son una de las especies más utilizadas para la elaboración de ramos que son utilizados en Semana Santa. Foto: Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá. | Foto: Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá.

MEDIOAMBIENTE

No peque contra el medioambiente en Semana Santa

El uso de palma de cera, la compra de animales traficados ilegalmente y el consumo de animales en vía de extinción son algunas de las conductas que atentan e impactan negativamente la naturaleza en esta época.

16 de abril de 2019

Al interior de tres cajas de cartón los empleados de una reconocida empresa de encomiendas se encontraron en las últimas horas con un sorprendente hallazgo.

En bolsas plásticas fueron introducidas 1.359 tortugas de la especie Chelus fimbriatus que iban a ser transportadas ilegalmente desde Bogotá hacia Leticia.

Las condiciones de embalaje de esta especie conocida como ‘mata mata’ eran precarias. La falta de oxígeno, el hacinamiento y las bajas temperaturas hicieron que 28 de estos reptiles, provenientes del Orinoco, perdieran la vida.

Veintiocho reptiles provenientes del Orinoco perdieron la vida tras haber sido trasladadas en bolsas plásticas. Foto: Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá.  

Las tortugas, que son adquiridas especialmente para ser tenidas como mascotas, fueron trasladas al Centro de Recepción de Fauna Silvestres donde se encuentran bajo la custodia y cuidado del Instituto de Protección y Bienestar Animal.

Casos como este se han vuelto comunes y cada vez más frecuentes durante la celebración de la Semana Santa, al punto que en menos de menos de una semana la Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá, junto a la Policía Ambiental y Ecológica ha recuperado más de 1.700 animales silvestres en el aeropuerto El Dorado de la capital del país. Esto motivó a las autoridades distritales a emprender la campaña ¡Que esta Semana Santa no se convierta en un calvario para los animales!.

De hecho, en el primer trimestre de 2019 fueron incautadas 6.734 animales de fauna silvestre en Colombia, según la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional, cifra que da cuenta sobre la magnitud de este problema.

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Aunque se registró una reducción del 56% con respecto al número de incautaciones realizadas en el mismo periodo de 2018, año en el que se presentaron 15.185 confiscaciones de especímenes, lo preocupante para las autoridades es que sea precisamente en la Semana Mayor, cuando el tráfico de especies silvestres incrementa más.  

La Semana Santa, entonces, se ha venido constituyendo en un verdadero viacrucis para el medioambiente. Ante este panorama las autoridades han optado por intensificar los controles.

“En esta Semana Santa denuncien a quienes trafiquen, movilicen o comercialicen especies de la biodiversidad. No saquen a las especies silvestres de su hábitat y recordemos que el bosque es sagrado. Digamos un no rotundo a la deforestación, a la tala de la palma o de alguna otra especie vegetal”, señaló Ricardo Lozano, ministro Ambiente y Desarrollo Sostenible.

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El jefe de esa cartera informó que para contrarrestar el tráfico ilegal de especies silvestres fueron endurecidas las sanciones. El Código Penal, por ejemplo, establece penas de entre 32 y 90 meses de cárcel, así como multas de hasta de 15.000 salarios mínimos a quienes incurran en el delito de tráfico ilegal de animales silvestres (artículo 328).

De acuerdo con datos de Dirección de Protección y Servicios Especiales Protección Ambiental y Ecológica de la Policía, los departamentos donde se ha registrado la mayor incautación de fauna silvestre en el 2019 son Sucre (1.505 casos), Córdoba (923),  Cesar (837), Magdalena (496) y Bolívar (471), mientras que entre las especies más incautadas este año se encuentran 2.602 hicoteas, 649 babillas, 635 iguanas y 347 canarios.

Algunas especies de iguanas colombianas se encuentran en lista de animales amenazados de la WWF. Foto: archivo/Semana. 

“Las especies que son extraídas de su hábitat natural sufren e incluso algunos mueren, mientras que los que son recuperados durante los operativos tardan en readaptarse mucho tiempo”, comentó Néstor Franco, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), quien espera que los feligreses celebren con prácticas amigables con el medioambiente.

Las palmas también viven un calvario

En Colombia se ha vuelto común que las personas adquieran ramos elaborados con diferentes tipos de palma para acompañar las celebraciones eucarísticas, lo que pone en peligro a varias de las 252 especies que existen el país, pues de estas, 54 están amenazadas como, por ejemplo, la emblemática palma de cera, hábitat natural del Periquito Aliamarillo, ave que también se encuentra en condición de vulnerabilidad.

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Según la Policía Nacional en el primer trimestre del 2018, fueron incautadas de 34.524 palmas, mientras que en 2019 se reporta el decomiso para el mismo periodo de 1.631 especies de palma, cifra que denota que las campañas de prevención y disuasión lideradas por las autoridades ambientales han surtido efecto.

Sin embargo, el llamado es no bajar la guardia, pues en los últimos días, por ejemplo, la Alcaldía de Bogotá con el apoyo de la Policía Ambiental, logró recuperar en operativos de control cerca de media tonelada de palmas silvestres en las plazas mercado y vías públicas del barrio 20 de Julio.


La palma de cera es una de las especies más emblemáticas de Colombia. Foto: archivo/Semana. 

“Utilizar de manera indiscriminada estas especies pone en riesgo varios ecosistemas y animales que dependen de este tipo de plantas para su subsistencia”, comentó Óscar López, subsecretario de Ambiente de Bogotá, quien informó, además, que en 2018 fueron incautados 38 bultos y este año ya iban 52.

“Se han ampliado las acciones, antes se trabajaba solo con palma de cera, pero esto ha disminuido mucho y ahora se usa mucho la palma de vino, que se da de manera silvestre y se está extrayendo de manera ilegal de algunos bosques del Tolima y Cundinamarca, principalmente, impactando negativamente el medioambiente. En esta Semana donde se conmemora la vida, hay que estar en armonía y proteger los bosques”, dijo.

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El funcionario mencionó que las personas que acopian o comercializan más de tres bultos, la Policía Nacional y la Secretaría Distrital de Ambiente les está iniciando procesos que pueden llevar hasta nueve años de cárcel.

Adicionalmente, las autoridades recalcaron que las personas que sean sorprendidas traficando con fauna o flora silvestre se les iniciará un proceso sancionatorio ambiental con multas que pueden llegar hasta los 3.600 millones de pesos, según lo estipulado en la Ley 1333 de 2009.

La extinción está en sus manos

Con la llegada de la Semana Santa y el arribo de miles de personas a sus lugares de origen, es tradicional que en las familias se recurra a preparar platos típicos que impliquen el consumo de algunos animales que se encuentran amenazados o en alto estado de vulnerabilidad.

Es el caso del cachicamo, armadillo o gurre, especie cuya carne es consumida, principalmente, en los Llanos Orientales (Meta y Casanare). Su caparazón y la cola, entre tanto, son utilizadas para prácticas medicinales tradicionales como la reducción de los dolores a las mujeres que experimentan su primer embarazo. También se dice que su sangre cura el asma.

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Todas estas creencias populares han puesto a este mamífero en peligro de extinción ante su descontrolado consumo. Sin embargo, lo que pocos se percatan es que el armadillo ser portador de ciertos microorganismos que producen en el hombre enfermedades como la lepra.

“Se ha podido establecer que el mayor riego para el contagio de la lepra se encuentra asociado con el consumo de estos animales silvestres por parte de las personas que viven cerca de su hábitat y que cazan y matan a los armadillos como una fuente de alimentos o celebración de fiestas tradicionales”, expresó Óscar Caroprese, especialista en epidemiología y máster en salud pública.

La caza del cangrejo negro fue prohibida durante un periodo de cuatro meses. Foto: Pixabay

Otra especie que se encuentra en riesgo es el cangrejo negro, símbolo cultural de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, ya que solo habita en esta región.

La caza indiscriminada e ilegal, la reducción del bosque, los depredadores y las dificultades que tienen durante los procesos de migración y reproducción son algunos peligros que hoy tienen a punto de desaparecer a este crustáceo en el Archipiélago.

Por esta razón, la Corporación para el Desarrollo Sostenible de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, Coralina, decidió implementar una veda o prohibición de caza y extracción de esta especie por un tiempo limitado, comprendido entre el periodo que comenzó el 1 de abril y se extenderá hasta el 31 de julio de 2019.

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“En ese lapso de tiempo ocurre la migración y reproducción. Machos y hembras se mueven de las montañas a las costas. Las hembras depositan sus huevos en el mar. Si se interrumpe, se acaba con un proceso que garantiza la sostenibilidad de la especie", explicó Eric Castro, subdirector de mares y costas de Coralina.

En Colombia, además, especies como las tortugas marinas, el mono tití cabeciblanco, los osos de anteojos, el manatí del caribe, la danta o tapir, el jaguar o panthera onca, el puma concolor, el cóndor de los Andes y el delfín rosado se encuentran en el listado de más amenazados del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por siglas en inglés).