Guaviare, Caquetá y Meta son los departamentos que según el informe del FCDS perdieron 100.000 hectáreas entre abril de 2018 al mismo mes de 2019. Foto: Archivo Semana | Foto: archivo/Semana

MEDIO AMBIENTE

Noroccidente amazónico de Colombia perdió casi 100.000 hectáreas de bosque en un año

La zona está conformada por 10 municipios de Caquetá, Guaviare y Meta y es una de las más biodiversas del mundo. La deforestación en el Parque Nacional Natural Chiribiquete creció 149%, según un informe presentado por la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible.

30 de agosto de 2019

La Amazonia colombiana continúa como la principal víctima de la motosierra en Colombia. Esta región perdió  en 2018 más de 138.000 hectáreas de bosque, es decir 70 por ciento de la deforestación total del país. Sin embargo, su hecatombe está concentrada en una zona en particular: el arco noroccidental amazónico.

Según la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), esta área, una de las más biodiversas a nivel mundial ubicada en los departamentos de Caquetá, Meta y Guaviare, tiene las tasas más altas de deforestación de la Amazonia colombiana y del país: entre abril de 2018 y marzo de 2019, perdió 98.842 hectáreas de bosque.

Diez 10 municipios conforman este arco: Cartagena del Chairá, San Vicente del Caguán, Solano y Puerto Rico en Caquetá; San José del Guaviare, El Retorno, Calamar y  Miraflores en Guaviare; y La Macarena y Vistahermosa en Meta.

Según la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), entre abril de 2018 y marzo de 2019, Caquetá, Meta y Guaviare perdieron 98.842 hectáreas de bosque. Foto: Archivo Semana

Un informe presentado por la FCDS señala que Cartagena del Chairá (Caquetá) fue la zona del país que más perdió bosque: más de 18.000 hectáreas. Sin embargo, califica a La Macarena (Meta) como el más crítico. “Perdió 3,4 por ciento de su área boscosa, es decir la tasa más alta de deforestación entre los municipios monitoreados. La Macarena perdió 17.655 hectáreas de bosque”.

La deforestación en esta región está distribuida en cinco núcleos: cuenca del río Yarí (desde San Vicente del Caguán hasta Cartagena del Chairá); Parque Nacional Tinigua; norte e interior del Parque Chiribiquete; márgenes del carreteable entre Calamar y Miraflores y al occidente del resguardo Nukak.

En el arco noroccidental de la Amazonia fueron identificados 15.431 abiertos o potreros, con un tamaño promedio de 6,4 hectáreas. Este valor fue superior en sitios como Cartagena del Chairá (11,2 hectareas), San Vicente del Caguán, Calamar y Solano.

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“La concentración y acaparamiento de tierras, expansión de la ganadería extensiva, economía del narcotráfico y ampliación de vías que permite la circulación de todos estos flujos económicos por la Amazonia, funcionan a expensas de deforestar, ocupar y ampliar la frontera agropecuaria sobre las tierras y bosques”, informó la FCDS.

Sin embargo, considera que hay otros factores que explican la convulsión de intereses confrontados en estos territorios amazónicos, como ver a Amazonia como un espacio vacío y necesitado del desarrollo de sectores económicos insostenibles; la existencia de disidencias o grupos residuales; y un Estado débil que no ha logrado conciliar la acción institucional con una visión consensuada.

Parques y resguardos

Más 13.445 hectáreas de bosque fueron arrasadas en las cuatro áreas protegidas que componen el arco noroccidental: Los Parques Nacionales Tinigua, La Macarena y Chiribiquete y la reserva Nukak. De ese total, más del 50 por ciento ocurrió en Tinigua (7.364 hectáreas) y cerca de 3.100 hectáreas en La Macarena.

La deforestación en Chiribiquete tuvo un incremento de 149 por ciento. “En abril de 2018 había 1.594 hectáreas deforestadas y para marzo de 2019 esta cifra llegó a 2.378 hectáreas (incremento de 149 por ciento), para un total de 3.972 hectáreas deforestadas”, dijo la Fundación.

Según la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), esta área, una de las más biodiversas a nivel mundial y tiene las tasas más altas de deforestación de la Amazonia colombiana y del país. Foto: Archivo Semana.

En la zona sur de Sabanas del Yarí, en Chiribiquete, fueron reportadas 747 hectáreas deforestadas, divididas en 12 abiertos, y en la parte norte (esquina oriental), más de 500 hectáreas.

Los corredores ecológicos que hay entre los Parques Nacionales Chiribiquete y La Macarena, ubicados en San José del Guaviare y La Macarena, son unos de los sitios más afectados.  

“La prolongación de la vía carreteable abierta desde el Alto Cachicamo (San José del Guaviare, por el río Guayabero) hasta el resguardo indígena Llanos del Yarí Yaguara II (entre Calamar y La Macarena) y la transformación del bosque en el sector de las veredas Angoleta y Manaviri (San José del Guaviare), hacen que la pérdida de conectividad sea cada vez más crítica”, apuntó la FCDS.

37 resguardos indígenas hacen presencia en el arco noroccidental, los cuales han tenido bajas tasas de deforestación por el manejo de los indígenas. Sin embargo, hay dos claras excepciones: Nukak Maku, con una deforestación de 2.892 hectáreas, y Llanos del Yarí-Yaguara II, con 1,891 hectáreas.

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“Lo ocurrido en estos resguardos es preocupante debido a que es producto de ocupaciones ilegales y al hecho de que sus comunidades cuentan con medidas cautelares otorgadas en procesos de restitución de derechos territoriales. Pese a las medidas jurídicas que ordenan a varias entidades a actuar para frenar la grave afectación a estos territorios, los daños al territorio y a sus legítimos propietarios siguen aumentando”, afirma la FCDS.

Potreros superiores a 300 hectáreas 

El principal responsable de la tragedia ambiental en el arco noroccidental amazónico es el acaparamiento de tierras, actividad impulsada por mafias deforestadores que sacrifican los bosques para adueñarse de los terrenos.

La FCDS encontró grandes potreros abiertos, como 344 hectáreas en la vereda Agua Bonita Media de El Retorno, al margen de la vía que comunica a Calamar con Miraflores; 266 hectáreas al interior de Chiribiquete; 176 hectáreas en la margen del río Yarí en Cartagena del Chairá; y 194 hectáreas en las sabanas del Yarí en San Vicente del Caguán.

El principal responsable de la tragedia ambiental en el arco noroccidental amazónico es el acaparamiento de tierras, actividad impulsada por mafias deforestadores que sacrifican los bosques para adueñarse de los terrenos. Foto: Archivo Semana

“Estos abiertos no son de las familias tradicionales colono-campesinas, que con sus herramientas y mano de obra directa no tumban más de cinco hectáreas al año para subsistir en las zonas de ampliación de la frontera. Los verdaderos agentes de esta deforestación poseen capital y efectivo para contratar a quienes hacen el trabajo de limpiarles las tierras que acaparan y con las que ejercen presión al Estado y al mercado”, manifestó la fundación.

Vías tumba bosque

La fundación identificó varias vías en el arco amazónico que están diezmando la cantidad de bosque. Las hay de todo tipo: con ampliación de su ancho, en expansión y bajo el dosel del bosque.

Los tramos Calamar-Miraflores y la Marginal de la Selva, son vías existentes que amplían su ancho, “intervenciones que se encontraban bajo bosque, pero que por las dinámicas de deforestación son abiertas y amplían la frontera agrícola, generan accesibilidad y valorizan la tierra”.

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Tres trochas ganaderas: Guaviare (sabanas de La Fuga hacia el resguardo Nukak), La Macarena y una que atraviesa las sabanas del Yarí en el sector Brisas del Diamante, son vías en expansión con escaso acceso, no carreteables en época lluviosa y generalmente están al margen de la frontera agrícola. Fueron creadas por los actores de la deforestación directa, es decir los acaparadores.

Por último, la FCDS encontró vías carreteables bajo el dosel del bosque, como al  interior de Chiribiquete (tramo La Tunia.Camuya), resguardo Llanos del Yarí Yaguara II tramo Cachicamo-La Tunia y La Playa -río Yarí.

“Además, el eje vial San José del Guaviare-El Retorno-Calamar, las redes interveredales y la tumba del bosque, afectan drenajes y caños que en épocas de verano no dan abasto para proveer agua a la ganadería. Por eso ha proliferado la construcción de reservorios de agua, de los cuales más de 260 se han financiado por la gobernación del Guaviare”, indica la fundación.

Ganadería a granel

El hato bovino tuvo un incremento superior al 50 por ciento durante el trienio de 2016 y 2018 en el arco noroccidental de la Amazonia, alertó la FCDS

San Vicente cuenta con cerca de 850.000 cabezas ganado, uno de los hatos ganaderos más grandes del país. Le sigue Cartagena del Chairá con más de 200.000 y San José del Guaviare con 180.000. En cuanto a fincas bovinas, estos tres municipios sumaron en promedio 1.700, con San Vicente a la cabeza (casi 6.000).


En el arco noroccidental de la Amazonia fueron identificados 15.431 abiertos o potreros, con un tamaño promedio de 6,4 hectáreas. Foto: FCDS

“Sin embargo, La Macarena presenta el mayor dinamismo en el crecimiento del hato, en especial en el último año, aún más que El Retorno, que le sigue tanto en crecimiento del número de fincas ganaderas como de su inventario bovino. En estos cinco municipios es innegable que la ganadería es uno de los mayores motores de la deforestación”, dijo la FCDS.

Coca desde el aire

En dos sobrevuelos a baja altura, en octubre 2018  y abril 2019, la FCDS vió el rebrote de antiguas áreas cocaleras y aperturas recientes. Sin embargo, aclara que estos cultivos de coca no están creciendo al mismo ritmo que la deforestación, o por lo menos no en los municipios del arco amazónico.

El Parque Nacional La Macarena, la reserva Nukak y el resguardo indígena  Nukak, fueron los lugares más afectados por coca en 2017.

En dos sobrevuelos a baja altura, en octubre 2018  y abril 2019, la FCDS vió el rebrote de antiguas áreas cocaleras y aperturas recientes. Foto: Archivo Semana

“Los cultivos de coca en Miraflores siguen siendo importantes, con 1.855 hectáreas. Pero sus proporciones son inferiores a las presentadas en la década de los 90, cuando era conocida como la capital mundial de la coca. Por estar ubicado en la Reserva Forestal de la Amazonia,

las distancias y las dificultades de transporte, el bosque se mantiene en diferentes estadios, excepto en el entorno de la vía carreteable Calamar-Miraflores, uno de los principales focos de deforestación en los últimos años”.