BOGOTÁ

Controlada la plaga de moscas cerca al Relleno Doña Juana

Tras las protestas de la comunidad, la empresa operadora desplegó una serie de medidas para solucionar la situación.

13 de enero de 2017

El pasado lunes 3 de enero, mientras miles de bogotanos descansaban o salían de Bogotá, los habitantes de las veredas Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo madrugaron a protestar. Lo hicieron bloqueando la entrada de los camiones recolectores al Relleno Doña Juana, el inmenso basurero aledaño a sus casas del que proliferaban millones de moscas que se estaban metiendo hasta en las cocinas.

Luego de más de 10 horas de bloqueo en la que se alcanzaron a represar más de 300 vehículos, los vecinos llegaron a un acuerdo con los funcionarios de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) para levantar el bloqueo bajo el compromiso de solucionar prontamente la situación. "Concretamente a partir de hoy y hasta el próximo 17 de enero deberá reforzar las polisombras, iniciar planes de fumigación y disponer de más cal en los taludes, entre otras medidas de contención", dijo la Uaesp en un comunicado.

Este viernes, antes del plazo anunciado, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca emitió un comunicado en el que afirma que las medidas anunciadas por la Uaesp fueron cumplidas a cabalidad y dio un parte de normalidad en la zona. “La CAR, quien supervisa la licencia del vertedero, estuvo en permanente vigilancia de las medidas, las cuales, efectivamente, cumplieron con el objetivo de aislar las moscas que generaron molestia de la comunidad”, dice el documento.

Además de los platos biotrampa y de la polisombra que se instala permanentemente en las fincas de Mochuelo Alto, el Centro de Gerenciamiento de Residuos que opera el basurero aplicó 98 bultos de Cal viva sobre los desechos descubiertos en el relleno. También fumigó los barrios con aspersor de espalda y con termonebulizador, lo cual permitió que el insecticida llegara a áreas de difícil acceso.

“Las moscas son un problema cotidiano, pero a principios de enero se volvió incontrolable. Uno caminaba por el barrio y estaban en todo lado y no se podía casi ni cocinar porque se metían hasta en las ollas. Luego de la fumigación, la problemática bajó considerablemente, aunque sabemos que nunca se va a terminar de manera definitiva”, afirma Aura María Otálora, habitante de la vereda Mochuelo Alto.