Las ballenas en el mundo se enfrentan a diferentes amenazas, que tienen a varias de sus especies en alguna condición de riesgo en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Foto: Fundación MarViva | Foto: MARVIVA

Día Mundial de las Ballenas y Delfines

EN IMÁGENES: Las ballenas y delfines siguen bajo amenaza

En el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines, el llamado es a frenar la caza indiscriminada y tortuosa de estos animales en peligro de extinción. Países como Japón y Noruega desarrollan esta práctica que ha reducido considerablemente la población de estos cetáceos.

23 de julio de 2020

Con el fin de concientizar a las personas y a los gobiernos sobre la importancia que tienen las ballenas y los delfines para la naturaleza y llamar la atención sobre la necesidad de tomar acciones que permitan su conservación, el 23 de julio de 1986, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) decidió proclamar esta fecha como el Día Mundial Contra la Caza de Ballenas, hoy conocido como Día Mundial de las Ballenas y los Delfines.

A pesar de los esfuerzos realizados para proteger estas especies de cetáceos, aún existen países que persisten en la caza de estos animales, pese a haberse comprometido a frenar esta atroz práctica. 

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En Japón, Islandia, Noruega, así como en Islas Feroe, se continúa cazando ballenas de manera comercial. Aseguran que lo hacen porque esa actividad hace parte de su cultura y es una fuente importante de su economía. Además, porque tienen la idea de que existen demasiados animales de este tipo en el mar y que se comen los peces.

Sin embargo, el comercio de ballenas ha ido decreciendo, como también lo ha hecho el número de ejemplares que hay en el mundo. Según datos de la agencia AFP, mientras que en 1950 había unos 350 buques balleneros operando en Noruega, en 2017 el número había caído a menos de 20.

A pesar de ello, hay especies que están en una grave condición. Hace un par de semanas se conoció la actualización de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en la que se evidenció una disminución dramática en la ballena franca, que pasó de "en peligro" a estar en “peligro crítico”. Según la evaluación, se estima que menos de 250 individuos maduros estaban vivos para finales de 2018, y que su población total ha disminuido alrededor de 15 por ciento desde 2011.

Las prácticas malvadas no paran. En las Isla Feroe, en el Atlántico norte, la semana pasada inició la controvertida caza de ballenas piloto, con una primera campaña que costó la vida a cerca de 300 pequeños cetáceos, según la agencia AFP.

Unos 250 globicéfalos negros y otras 35 ballenas de flancos blancos fueron pescados cerca de Hvalba, un pueblo de 700 personas en Suduroy, la isla más al sur del archipiélago de las Islas Feroe, territorio situado en el Mar de Noruega.

Ballena azul. Foto: Fundación MarViva

En Japón, la caza de estos animales tampoco se detiene. A comienzos de julio del año pasado, retomó la caza comercial de ballenas, luego de anunciar su retiro de la Comisión Ballenara Internacional, luego de 30 años de haber frenado esta práctica. La carne de este cetáceo es apetecida en los restaurantes de este país asiático, que se niega abiertamente a dejar de cazar tanto a ballenas como a delfines. Es tan cruel la práctica, que cuentan con fechas alegóricas para ello, como la atroz matanza anual del delfín que realizan los pescadores de Taji entre septiembre y abril.

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El panorama no es alentador para este mamífero marino, el más grande del planeta. Según Greenpeace Colombia, antiguamente, cazar una ballena garantizaba la subsistencia de una comunidad. Los métodos de cacería iniciales eran muy sencillos y no cambiaron mucho durante 300 años. Este tipo de cacería no amenazaba a las especies, la caza masiva comenzó en el siglo XVII.

Los modernos métodos de captura pusieron a varias especies de ballenas en peligro de extinción en los siglos XIX y XX. Desde fines del siglo XIX los avances alcanzados en la navegación, particularmente en la propulsión y autonomía de las embarcaciones, provocaron que la industrialización ballenera llegara a altamar. De esta manera, la antigua cacería costera de diversos países se dirigía a los lugares más remotos del planeta en busca de los grandes cetáceos.

En el siglo XX, el uso de la tecnología y el aumento de la demanda superaron el límite sostenible por las ballenas, poniendo en riesgo a sus poblaciones.

Según la Fundación MarViva, los mamíferos acuáticos como ballenas y delfines son indicadores de la calidad de los ecosistemas marinos y continentales en los que habitan, por lo que su manejo y conservación resultan indispensables para favorecer servicios ecosistémicos de calidad a largo plazo.

En países como Japón, los delfines son cazados de forma comercial. Foto:Fundación MarViva

Colombia posee aproximadamente 45 especies de mamíferos marinos. En el Caribe se han registrado 18 especies: tres cetáceos con barbas, 13 cetáceos dentados, un sirénido y un carnívoro (Capella et al., 2008). El Pacífico colombiano cuenta con 27 especies: seis cetáceos con barbas, 17 cetáceos dentados y cuatro lobos marinos.