NEGOCIOS VERDES

Los secretos ocultos de la biomasa

Este tipo de residuos representan la primera fuente de energía renovable en Francia. Colombia tiene un gran potencial que, sumado a otras fuentes como la solar, podría ayudar a llevar electricidad a zonas apartadas del país.

26 de septiembre de 2017

La energía que se origina de la biomasa es muy importante en una economía baja en carbono ya que se trata de materias orgánicas de origen vegetal o animal.

La biomasa ofrece varias ventajas: el residuo se vuelve una fuente de calor o electricidad que representa ahorros en el costo de la energía. Ambientalmente, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y ayuda a los países a mantener los compromisos internacionales en materia de cambio climático. Socialmente, promueve la independencia y la flexibilidad energética y es fuente de empleo. Además, para las zonas no interconectadas y las áreas marginadas puede significar el acceso a la electricidad y el desarrollo rural para poblaciones vulnerables.

En el caso de Francia, el grueso de su energía es nuclear y las energías renovables ocupan el segundo lugar, con el 18,2 por ciento. La biomasa representa la primera fuente de energía renovable, con el uso de la madera para calefacción doméstica. La explotación forestal se maneja de manera sostenible y es casi neutra en el balance de carbono. Solo en este sector silvícola existen 440.000 empleos directos.

El éxito de la biomasa en Francia se debe en parte a un marco regulatorio sólido (la Ley Grenelle de 2009) que fija como meta aumentar el consumo de las energías renovables del 10 por ciento al 23 por ciento para el año 2020. Para llegar a esta meta se tendría que duplicar el aporte de la biomasa a la matriz energética nacional. La ley ayuda a la transición con financiamiento a las plantas de biomasa colectivas y cobra tarifas preferenciales. Adicionalmente, el usuario paga tarifas inferiores a las de la electricidad convencional. 

Otra razón del éxito es la inversión en tecnología. La ‘red eléctrica inteligente’ es un sistema integrado que maneja con precisión las fluctuaciones del consumo según las estaciones del año y la intermitencia en el suministro de energías renovables. El marco regulatorio, más las actualizaciones en el sistema de redes, ha servido para estimular al sector privado a invertir en tecnología y hoy Francia tiene unas de las compañías más innovadoras en exportación de alta tecnología en el mundo. Según el director ejecutivo de CNIM, compañía líder en el país en producción de bioenergía, el liderazgo en el sector se lo deben a la inversión en investigación y desarrollo.

En Colombia puede haber mayores oportunidades para este sector, pero prevalecen condiciones preocupantes de inseguridad jurídica. La Ley 1715 de 2014 se desarrolló para aumentar el uso de los renovables y tiene como objetivo reducir la dependencia en las centrales hidroeléctricas (para evitar el desabastecimiento durante las sequías graves como El Niño), y disminuir el consumo de energía de plantas térmicas tradicionales (y como consecuencia frenar las emisiones de CO2). Pero la ley también tiene requisitos que para muchos inversionistas ralentizan la inversión privada en la bioenergía; la falta de claridad jurídica reduce la confianza inversionista en el sector. Además, la normativa no permite vender a la red electricidad que no tenga “confiabilidad” (suministro continuo), lo cual excluye a los pequeños productores de biomasa por la intermitencia de esta energía. Esas comunidades quedarían por fuera de los beneficios tributarios y financieros.

No obstante, Colombia tiene enormes oportunidades y potencial. La biomasa proveniente de residuos forestales y agrícolas (caña, banano, arroz, café y otros) y desechos urbanos y de animales, representa alrededor del 17 por ciento de la matriz energética nacional. Al ser uno de los países que más producen caña de azúcar y yuca se reducen los costos de producción. Además, la alta competitividad es óptima para la exportación de la biomasa sólida y los biocombustibles. 

A pequeña escala, el uso de microplantas podría abastecer a zonas marginadas del país sin acceso a la electricidad. Precisamente es en estas zonas donde se registra el mayor crecimiento de las energías renovables en el país, de 8 por ciento en el año 2012 se pasó a 20 por ciento en 2015, y se espera llegar a 30 por ciento en 2020.

Resulta imprescindible reforzar la inversión en investigación y desarrollo en el país, una de las razones por la cual Francia está posicionada entre los líderes de tecnología para la bioenergía. Según el Banco Mundial, en 2013 en Colombia se invirtió el 0,26 por ciento del PIB en investigación y desarrollo, mientras que en Francia fue el 2,24 por ciento. A pesar de la importancia que el país europeo le ha dado a la bioenergía y de que es uno de los líderes en tecnología, no está entre los diez países que más invierte. El primero es Corea del Sur con 4,17 por ciento, casi el doble de lo que invierten los franceses. Con el gran potencial de Colombia, si decide apostarle a este camino los resultados podrían ser sorprendentes.

Francia es muestra de que la biomasa puede representar un modelo de desarrollo sostenible. El sector agrícola colombiano podría dinamizarse y trabajar en el principio “residuo a recurso”, a la vez que reduce el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. Igualmente, significaría mayor acceso a la energía para todos los rincones del país. Sin embargo, se necesita alinear la inversión pública y privada, y la seguridad jurídica y regulatoria que las sustentan. Sin eso, las energías renovables se seguirán viendo como un espejismo en el sueño de llevar al país por un camino de desarrollo sostenible, próspero y duradero.