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¿Y si el cambio climático era la verdadera locomotora para el desarrollo y la competitividad de Colombia?

Cada cuatro años en esa época, es hora del balance, de la rendición de cuentas, de la gran subasta de resultados donde el juego de las interpretaciones alimenta el debate público y político.

20 de mayo de 2014

Es el momento del examen final, de pasar o perder la prueba de las urnas. Es también la hora de mirar hacia atrás, y preguntarse como líderes,  sociedad y ciudadanos: ¿Qué hemos hecho?, ¿Qué hemos logrado?, ¿Qué se nos quedó por fuera y donde hemos fallado?

Imaginemos ahora que viajemos en el tiempo. Nos ubicamos en Mayo de 2018, en vísperas de las elecciones presidenciales, y miramos en el retrovisor los últimos cuatro años. No hay duda que se espera haber reducido la pobreza extrema, disminuido la tasa de desempleo y el informalismo, generado un sistema de educación y de salud que satisfaga las necesidades y derechos fundamentales de todos los ciudadanos, convertido Colombia en una plaza de inversión confiable y atractiva, impulsado una agenda de post-conflicto, seguido posicionando al país como un destino internacional, entre otros. ¡Muchos desafíos apasionantes y cruciales!

Imaginemos también que todos estos grandes logros hayan sido alcanzados, que la Colombia que nos soñamos sea cada vez más cerca, faltaría aún preguntarnos si lo qué hemos hecho y creado nos ha realmente permitido preparar el camino para que la sociedad Colombia pueda enfrentar y responder a los grandes desafíos que nos esperan.  Y esa pregunta en el fondo, es la que hay que hacer al momento de tomar las decisiones: ¿Lo que decidimos nos permite responder a las urgencias del momento a la vez que nos prepara para los grandes retos futuros?

El secreto de la política y el arte de gobernar son precisamente está habilidad de unir el presente con el futuro, de crear una visión de sociedad de largo plazo, definir quién y cómo queremos ser en 30 años, a la vez que ir creando la ruta, las condiciones y las soluciones para que cada paso sea un paso en firme hacia adelante y no hacia atrás. Es esa la receta del verdadero éxito político que implica coraje y sagacidad a la hora de la decisión, es la función del visionario dotado de habilidades gerenciales.

Será entonces que podemos imaginarnos que en 2018, ¿el país hará salido de la estricta lógica del día a día, y hará pensado también en el día mañana?, ¿qué se hará planificado acorde a eso e implementado medidas que pasen de ser medidas de Gobierno a medidas de Estado? Es de esperar, por el bien del país y de todos.

En este orden de ideas, el gran reto de sociedad para Colombia es el cambio climático. Nos afecta hoy, y nos afectará aún más en el futuro. Si no nos preparamos, creará más traumatismos, más caos, más daños y más pérdidas; obstaculizará el desarrollo, el crecimiento y la competitividad sectorial; impedirá aliviar la pobreza de manera sustancial; en respuesta requerirá inversiones cada vez más grandes que no podrá apalancar el país. Hay en consecuencia un imprescindible: vale más tomar medidas hoy para estar preparados y adaptados a las condiciones climáticas futuras, que esperar a ejecutar medidas de emergencia costosas, no costo-efectivas y mal planificadas. Es decir, pensemos el futuro y actuemos desde ya.

El cambio climático es inequívoco: limitará el crecimiento de los sectores, la productividad, afectando el rendimiento económico, la buena salud de la inversión pública y privada. Generará sobrecostos faraónicos y requerirá esfuerzos que el país podrá difícilmente sostener.  Y afectará a los más vulnerables que son en forma general lo más pobres, complicando la tarea de reducción de la pobreza.

Por lo tanto, hay dos opciones: o seguir esperando con el riesgo de que perdamos la batalla climática; o actuar para anticipar estas amenazas y convertirlas en una oportunidad para repensar nuestra economía, definir nuevas estrategias e impulsar soluciones más costo-efectivas.

Cabe recordar lo trágico que fue un solo evento como La Niña 2010-2011, que generó más de 11 billones de pesos de daños y amputó el PIB en un 2%. Lo vivimos en carne propia o conocemos seguramente a alguien que fue devastado por este fenómeno. Los sectores productivos como el sector agrícola, de transporte e industrial entre otros perdieron también mucho dinero. El cambio climático ya tiene impactos comprobados y vividos en el día de hoy y todas las proyecciones indican que se seguirá agudizando creando más dramas en los próximos años. Olas de sequías o fuertes lluvias, el aumento del nivel del mar, el derretimiento de los glaciares tan clave en la regulación del ciclo hídrico, alertan sobre la necesidad de repensar el futuro.

En este sentido, hoy existe una oportunidad histórica para hacer del cambio climático el gran motor del desarrollo económico y la reducción de la pobreza a corto, mediano y largo plazo. Primero, hay conocimientos sobre los escenarios climáticos y sus impactos, los riesgos actuales y futuros asociados a él, en especial a través de los estudios de vulnerabilidad que se hicieron en Cartagena, en el Huila, en la región Capital, de las proyecciones que tiene el IDEAM, etc. Segundo, se han realizado distintos ejercicios a nivel nacional, sectorial y en las regiones del país para empezar a formular planes de adaptación y estrategias de mitigación. Tercero, hay actores que están empezando a integrar el cambio climático en sus estrategias organizacionales, tanto en los sectores público como privado. Cuarto, como nunca antes, hay la posibilidad de apalancar recursos tanto nacional como internacional para financiar acciones. Y quinto, a través del proceso de aplicación a la OCDE, Colombia ha definitivamente decido entrar en la senda del desarrollo sostenible y de la economía verde.

En este orden de ideas, el próximo ejercicio de Plan de Desarrollo cae en el momento preciso para poner al centro de la estrategia país el tema climático, definiendo una hoja de ruta que promueva no solo la integración del cambio climático en la ecuación del desarrollo territorial y sectorial, sino también que permita pasar a la implementación para tener efectos demostrables en la competitividad y la reducción de la pobreza.

Si bien el tema climático ha sido ajeno a los debates presidenciales hasta el momento, es de esperar que en cuatro años haya cambiado esta realidad. El próximo Presidente tendrá la responsabilidad ante su electorado y los ciudadanos del país, de hacer historia entronizando el cambio climático como un tema de preocupación actual y de largo plazo, como un tema de Gobierno y de Estado, como un tema transversal de la ecuación del desarrollo social y económico.  Estamos aún en la a tiempo para ser pioneros, redefiniendo las reglas del éxito, preparándonos para seguir atrayendo más y más inversiones, adoptando medidas y tomando acciones que generen precedentes en el país y a fuera. Estamos también con la oportunidad única de convertir el cambio climático en la nueva locomotora del desarrollo y del posicionamiento de Colombia a nivel internacional.  En este sentido, anhelamos que el periodo 2014-2018 sea un periodo de transformación para Colombia donde se logre entrar en la senda de un desarrollo compatible con el clima.

¡Señoras y señores candidatos presidenciales, tiene una oportunidad única de encaminar un nuevo desarrollo en Colombia! ¡Hagan historia!