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Por la educación que queremos

Los acuerdos por la educación y las reflexiones contenidas en el libro de Francisco Cajiao dan claves para el giro que debe tomar nuestra educación.

20 de agosto de 2014

Tengo conmigo los sueños de Juanita González y Pilar Alzate, dos estudiantes de colegio de Bogotá que hace unos días hicieron un dibujo para mostrar la educación que sueñan. Como ellas, decenas de alumnos de la capital se pusieron en la tarea de plasmar en un papel sus ideas sobre la educación.

En el respaldo de las sillas del Auditorio León Greiff de la Universidad Nacional estaban esos sueños, para que los asistentes a la presentación del Acuerdo Nacional por la Educación pudiéramos tenerlos como un símbolo del camino que emprenderán quienes llevan años trabajando por mejorar la educación de nuestro país. Ellos se han unido al movimiento ciudadano Todos por la Educación que está dinamizando un nuevo momento para este sector, el cual, según el Presidente Santos, tendrá la mayor prioridad en su segundo mandato.

 “Los niños soñamos con un país donde nos quieran y nadie se olvide de nosotros”.
“Soñamos con un país donde el acceso a internet no tenga clave”.
“Soñamos con tener mucha tecnología y saber chino”.
“Soñamos con que no haya más niñas embarazadas”.

Fueron algunas de las frases que dijeron los alumnos de un colegio de Cajicá, quienes tuvieron la misión de representar a los niños de Colombia en este evento. En él se presentaron los siete acuerdos “por la educación que soñamos”:

  • 1.    Lograr un sistema de educación articulado.
  • 2.    Garantizar un desarrollo integral en la primera infancia.
  • 3.    Universalizar la jornada única de 4 a 18 años.
  • 4.    Garantizar el derecho a la educación superior.
  • 5.    Valorar a los maestros.
  • 6.    Vincular activamente a todos los sectores.
  • 7.    Aumentar recursos al sector educativo.

El objetivo es alcanzar unas metas a largo plazo, de aquí al 2034, y otras a mediano y corto plazo. En este último caso la primera prioridad es incidir en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2014-2018 para que se incluyan estos acuerdos.

Aunque en ellos no está explícito el papel de la educación en el posconflicto o en los posacuerdos (como otros están llamando a los diálogos en La Habana), lo cierto es que es un tema de primer orden. Francisco Cajiao, el columnista de El Tiempo, exrector de las universidades Distrital y Pedagógica, exsecretario de Educación de Bogotá y actual rector de la Fundación Universitaria Cafam (Unicafam), ha puesto este asunto en la agenda. En el libro que acaba de publicar, Fortalecimiento institucional y liderazgo educativo, la importancia de las instituciones en la formación de civilidad, de Editorial Magisterio, hace una reflexión sobre el papel de las instituciones educativas y, especialmente, sobre quienes dirigen los colegios.

Pacho, como lo conocen en el mundo educativo, hace las consideraciones a partir de su trayectoria en el sector, los trabajos de investigación que ha emprendido y los encuentros con docentes y rectores, entre quienes tiene gran reconocimiento. Para él es importante preguntarse en el contexto actual, “si las instituciones educativas que tenemos corresponden al tipo de sociedad que queremos construir o si esas institucionalidades corresponden a otro modelo de sociedad que ya tendría que haber quedado en el pasado”, como dice en su libro.

Y en ese sentido, nos pide pensar si los niños y jóvenes están adquiriendo aprendizajes que correspondan a la de vida en comunidad que requerimos. Si los valores que están aprendiendo en sus colegios son los que deben ser para que nuestros niños y jóvenes sean incluyentes, democráticos, receptivos frente a la diversidad, eficaces en la modelación de actitudes y comportamientos cívicos.
“Me atrevo a afirmar que si no se hacen enormes esfuerzos por comprender y fortalecer las instituciones educativas en toda su complejidad, todos los esfuerzos financieros del Estado orientados a mejorar la calidad tendrán un impacto muy débil y nuestros niños y jóvenes seguirán padeciendo por su escasa oportunidad de desarrollar sus mejores cualidades e insertarse en el mundo de la cultura, la ciencia y la participación política y social”, asegura Pacho en su libro.

Traigo a colación estos dos temas: los acuerdos por la educación y el libro de Pacho porque considero que son de suma importancia para dar el giro al sector educativo. Nuestro empeño por hacer de Colombia la nación más educada de América Latina debe tener una reflexión sobre qué significa eso, especialmente en nuestro contexto de inequidad y desigualdad social. Como lo recordó hace unos días la escritora y maestra Yolanda Reyes en su columna en El Tiempo, el enfoque de desarrollo humano promovido por dos importantes pensadores de nuestro tiempo, el nobel indio en economía Amartya Sen y la filósofa americana Martha Nussbaum, el secreto de ese desarrollo está en dar las condiciones para que cada uno de nosotros desarrolle sus capacidades para ser y hacer lo que valora. ¿Qué valoran nuestros niños y jóvenes de las regiones en mayor desventaja? ¿Qué valoran nuestros niños y jóvenes víctimas del conflicto o desvinculados de él? ¿Cuáles son sus sueños? Juanita González y Pilar Alzate los tienen claro.