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Incienso de mala muerte

He decidido darle un regalo realmente valioso a mi mejor amiga. Acabo de comprarle por internet un kit de ambientadores finos.

25 de febrero de 2014

Los encontré en el último viaje que hice a Nueva York pero no pude hacerles cupo en mi maleta (imposible dejar alguno de los zapatos que compré por una caja enorme de fragancias, eso sí, de buen olor, y nada empalagosas) así que los mandé a traer. Su casa huele a incienso, pero a incienso barato. El que venden en los semáforos. Detesto ese olor, detesto la varita quemándose sobre un artilugio de madera con estrellitas que parecen pintadas por un niño aprendiendo a coger un pincel, que además luce fatal en la mesa de centro y que ella prende cada vez que tiene visita.

Pero lo más terrible de la situación es cuando me pide, con algo de ironía porque creo que ya sospecha que odio el asunto, que bote las cenizas y  encienda una nueva varita olor Pino verde. Tiene tres canecas de basura en la casa, ¡tres! En un mini apartamento de  50 metros cuadrados.

-    ¿En cuál de todas boto esto?  tengo que preguntarle siempre.

-    Te lo repito cada día que vienes, en la pequeña, la orgánica.

A mi poco me importa mezclarla con las otras, pero siempre hago la misma pregunta para sentar mi posición: odio el incienso y detesto tu actitud de “voy a cambiar el mundo usando tres canecas de basura que después nadie va a separar y todo tu trabajo, mi querida y buena amiga, será en balde”.

Vuelvo a la sala y antes de encender la rama mítica con olor a bosque húmedo y podrido saco mi regalo, envuelto en papel metálico, rojo, y con un moño grande, dorado que anuncia la calidad del obsequio. Me he esmerado envolviendo el paquete. Adentro hay 15 fragancias de una exclusiva marca de decoración estadounidense.

La misma que perfuma la casa de Heidi Klum, Katy Perry y Adele, lo leí en una revista y se lo repito a mi buena amiga mientras desenvuelve cuidadosamente la envoltura (porque además recicla el papel regalo ¡por supuesto!) Las 15 cajitas, que además son de gamuza rosa, resplandecen junto a la caja sucia y aplastada del incienso. Realmente le ha traído algo que no combina con su casa, pero que, en adelante, todos sus visitantes agradeceremos.

Un frívolo “gracias Victoria”, me deja sin aliento. ¿Puede alguien mostrarse tan desagradecido con un regalo que no solo es de buen gusto sino importado?  Y,  además,  ¿llamarme Victoria en lugar de Vicki como me ha dicho siempre? Parece que hubiera descubierto un insulto en lugar de un regalo para su casa ¡que a veces apesta!

Sí puede. Ella y su espíritu hippie anacrónico que, creo, algún día nos separará.

Nota aclaratoria: Victoria es una mujer que no cree en la sostenibilidad ni en sus principios. Por eso Semana Sostenible decidió ofrecerle un blog en el que se vea rodeada de contenidos sobre sostenibilidad y donde los mismos lectores le digan lo que piensan y , por qué no, vea otra forma de pensar el planeta.