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No es fitness

Trazar una mejor nutrición como eje transversal facilita la prevención de enfermedades.

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20 de noviembre de 2014

La obesidad le cuesta a Estados Unidos 8.000 millones de dólares al año, de acuerdo con un estudio publicado por la Universidad de Yale. La mala alimentación le pasa factura no solo a la salud sino a la productividad de este país, ya que el ausentismo laboral causado por esta enfermedad es cada vez más común. Mientras tanto, en India, la anemia en las adolescentes a causa de deficiencia de hierro compromete su capacidad cognitiva y deja al cuerpo en un estado vulnerable para enfrentar la maternidad años después. Los dos casos son lamentables y al mismo tiempo prevenibles.

La verdad es que estamos mal alimentados a nivel mundial y que la población con menores ingresos padece las consecuencias de la desnutrición y la obesidad al mismo tiempo. Un artículo de la Universidad de Antioquia publicado en marzo del 2013 da cuenta que 17 por ciento de los niños y niñas menores de 5 años que pertenecen al Sisben 1 tienen retraso en su crecimiento. En Medellín mientras en el estrato 3 la obesidad era de 18 por ciento en estrato 6 este llegaba a 10 por ciento.  Sumado a esto, señala el artículo, la inseguridad alimentaria en la región Atlántica y en Bogotá llegaban al 59 por ciento.

Es vergonzoso, pero los problemas de nutrición recaen directamente sobre la población con menores ingresos, algo preocupante, teniendo en cuenta las consecuencias a futuro que trae la mala alimentación. Las personas con mayores desventajas van sumando a lo largo de su vida condiciones que al final se transforman en problemas cardiovasculares, diabetes, anemia y obesidad generando costos y congestión para el sistema de salud.

El problema no se resuelve produciendo más comida, la verdad es que este tiene su núcleo en la distribución de los alimentos que se producen y en la falta de educación nutricional que tiene la población. Igualmente, el Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT, publicó este año un estudio donde demostraba que la población mundial tiene una dieta muy similar, es decir, todos comemos lo mismo y las presiones que estamos ejerciendo sobre los recursos están poniendo en jaque la disponibilidad de tierras aptas para el cultivo.

Cuando se abre el espectro y se reconoce que los problemas nutricionales van más allá de la salud y son uno de los ejes de un país y que a su vez, involucran aspectos tan importantes como la situación económica, cambio climático y salud pública, entonces el problema pasa de ser un asunto de marketing y publicidad de las marcas para vender más, a un eje transversal de las políticas públicas. 

En la semana de la Segunda Conferencia sobre Nutrición que se llevará a cabo en Roma solo espero que los asistentes y conferencistas se den la pela para ir más allá de lo que todos saben de nutrición y se ponga sobre el mantel la necesidad de ver este tema de manera macro, sin perder de vista que mejorar la nutrición tiene consecuencias reales en los temas de equidad.