Los hallazgos, que fueron recientemente publicados en la revista Biology Letters de la Royal Society, muestran resultados que envuelven, no solo a la vida silvestre sino a la salud humana. Foto: Getty. | Foto: Getty

INVESTIGACIÓN

Sustancias tóxicas incentivan propagación de enfermedades en animales silvestres

Un estudio de la Universidad de Georgia sugiere que el aumento de la urbanización, acompañado del uso de plaguicidas y metales pesados, podrían causar una disminución drástica de las poblaciones de vida silvestre.

29 de diciembre de 2020

La exposición a contaminantes tóxicos como plaguicidas y metales pesados, relacionados con el obrar humano, podría estar influyendo en la propagación de enfermedades infecciosas en la vida silvestre, de acuerdo con un nuevo estudio de la Universidad de Georgia. 

El grupo de investigadores, dirigido por Cecilia Sánchez, asociada postdoctoral en la Escuela de Ecología Odum, construyó un modelo matemático para observar y analizar cómo las sustancias derivadas de la intensificación agrícola y la urbanización afectan de forma directa la salud, la movilidad y las poblaciones de la vida silvestre. 

Los hallazgos, que fueron recientemente publicados en la revista Biology Letters de la Royal Society, muestran resultados que envuelven, no solo a la vida silvestre sino a la salud humana. 

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Uno de los hallazgos que más sorprendió a los investigadores es que cuando el hábitat contaminado era pequeño, el tamaño de la población de vida silvestre aumentó. Foto: "El Pato" Salcedo /WCS.

El desarrollo del modelo

Partiendo de variables como el tamaño de la población hospedante, la prevalencia de la infección y el potencial de contagio zoonótico relacionado con la proporción del paisaje contaminado y los efectos de la exposición al tóxico, los investigadores desarrollaron un modelo matemático de la dinámica de infección de los organismos que habitan un ecosistema contaminado con sustancias tóxicas. 

Así, usaron ecuaciones diferenciales para rastrear la dinámica poblacional de los animales de acuerdo a su estado de infección —susceptible (S) o infectado (I)— y el hábitat actual (utilizando el subíndice T para indicar lugares con contaminantes tóxicos y P para los prístinos, es decir, aquellos que no han sido alterados).

Este modelo se basó en zorros voladores infectados por un virus. En Australia, diferentes especies de murciélagos con alimentación basada en frutos se han visto obligados a emigrar, atraídos por los árboles y las plantas de la ciudad, en respuesta a la pérdida de su hábitat. Estos animales, ya se ha comprobado, son portadores de virus que pueden afectar la salud de la fauna y los seres humanos. 

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Principales resultados

"Descubrimos que, si bien la exposición a agentes infecciosos o contaminantes por sí mismos podría no tener grandes efectos en las poblaciones de vida silvestre, la combinación de los dos puede ser mayor que la suma de las partes", describió el autor principal, Richard Hall, miembro de la facultad de la Escuela de Odum y Facultad de Medicina Veterinaria. 

Otro de los hallazgos que más sorprendió a los investigadores es que cuando el hábitat contaminado era pequeño, el tamaño de la población de vida silvestre aumentó. 

De acuerdo con Sánchez, esta situación se presentó porque el hábitat afectado podría estar actuando como una trampa para el agente infeccioso. En este sentido, los animales que se trasladan a este lugar, morían allí por los efectos resultantes de la combinación de contaminantes e infecciones. 

"Encontramos que si los hábitats contaminados con sustancias tóxicas atrapan a los animales en esas áreas al reducir la capacidad de movimiento, eso puede ayudar a reducir la prevalencia de la infección en la población general al no permitir que los animales enfermos regresen a hábitats prístinos para infectar las semillas allí", explicó. 

La investigación fue apoyada por la Fundación ARCS y la Fundación Nacional de Ciencias. Foto: "El Pato" Salcedo / WCS. 

Por otro lado, cuando hay predominancia de hábitats contaminados, las sustancias tóxicas y las infecciones acapararon un número bastante amplio de animales, lo que concluyó en una disminución de la población. 

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Esta situación también tuvo influencia directa en el riesgo de derrame. Es decir, en la posibilidad de afectar a otras especies. Este riesgo alcanzó su punto máximo, de acuerdo con los investigadores, cuando más o menos la mitad del paisaje se encontraba contaminado. 

"Cuando la vida silvestre llega a áreas donde hay muchos animales domésticos y humanos, eso prepara el escenario para el potencial de transmisión entre especies", explicó Hall. 

Esto, puede exacerbar en áreas contaminadas con sustancias tóxicas. “Entonces, si queremos reducir el riesgo de derrame y reducir los efectos negativos en la vida silvestre, esto realmente apunta a la importancia de restaurar hábitats prístinos o nativos para estas especies", dijo.

Finalmente, Sonia Altizer, profesora de ecología de la Asociación Atlética de la UGA y coautora del estudio, explicó en el documento que a medida que aumentan los espacios dominados por humanos, la fauna se estresa.

"Debido a que diferentes factores estresantes como patógenos y contaminantes pueden interactuar de maneras sorprendentes, nuestro estudio destaca la necesidad de estudios de monitoreo en el terreno que puedan rastrear cómo estas interacciones se desarrollan en las poblaciones de vida silvestre del mundo real", concluyó.