Esta ave se ha registrado en dos humedales, el humedal Juan Amarillo- Tibabuyes y Meandro del Say. Foto: Camilo Castañeda vía Fundación Humedales Bogotá. | Foto: Camilo Castañeda vía Humedales

GRUPO RÍO BOGOTÁ

El carrao, otra especie de tierras bajas que apareció en los humedales de Bogotá

Esta ave fue registrada por primera vez en el barrio Colina Campestre de la capital a mediados de 2020. Semanas después, también la vieron en los humedales Juan Amarillo y Meandro del Say, pese a ser propia de zonas húmedas y pantanos con árboles.

6 de enero de 2021

Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.

En medio de los locales y oficinas comerciales aglutinados en en Centro Comercial Parque la Colina, propios de la urbe, un inusual visitante movía sus alas, largas y anchas, mientras algunos ojos se posaban sobre él. 

En esos días de junio, la Fundación Humedales Bogotá, una oenegé que se dedica a rescatar la importancia de estos cuerpos de agua así como de llevar un registro de la avifauna en la capital, recibió el reporte de esta aparición en el norte de la ciudad. Se trataba de un carrao, un ave de plumaje bronceado con tonos grises en su cabeza y cuellos, con patas considerablemente largas y un pico de tonos amarillos, que habita en algunos lugares de Estados Unidos, México, Centroamérica y Sudamérica. 

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La insólita visita hizo que la fundación alertara a la Secretaría Distrital de Ambiente para tomar medidas en busca de la protección del individuo. 

Carraos en el humedal Tibabuyes

Foto: Jerson Cárdenas / Fundación Humedales Bogotá

Según señaló la organización, el ave pudo “ingresar a la ciudad por los humedales que se encuentran al occidente, como La Florida y Juan Amarillo o Tibabuyes y desorientándose, llegando finalmente a Colina Campestre. Posiblemente pasando por el lago del Centro Social de Oficiales De La Policía Nacional”.

Otras visitas del Carrao

Después de la inusual visita en el barrio Colina Campestre, esta ave que se alimenta de fauna acuática de tamaño pequeño, fue registrada en dos cuerpos de agua de la capital: el humedal Juan Amarillo o Tibabuyes y en el Meandro del Say. 

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Ambos registros fueron dados a conocer por la Fundación Humedales. Dos de estos sucedieron en septiembre pasado, cuando María Camila Fierro, bióloga que también registró al primer falaropo tricolor, avistó al carrao por primera vez en Juan Amarillo. Ese mismo mes, como informó la organización, Jerson Cárdenas, miembro del grupo de monitoreo de la Secretaría de Ambiente, también la pudo ver en ese humedal. En aquella ocasión pudo avistar tres individuos. 

Finalmente, el registro más reciente de esta ave se dio el pasado 19 de diciembre, en el humedal Meandro del Say. “En esta oportunidad fue Camilo Castañeda, quien viene haciendo un excelente trabajo de monitoreo en este ecosistema y ha podido registrar nuevas especies de aves para el humedal”, indicó la entidad. 

Carrao Aramus guarauna, humedal Tibabuyes

Esta ave que está activa durante el día, se alimenta de la fauna acuática pequeñaFoto: María Camila Fierro / Fundación Humedales Bogotá 

Cambio climático y aves 

Aunque se trató de una sorpresiva visita, la Fundación señala que en la última década la capital ha recibido visitas inusuales de aves que han hecho apariciones en los diferentes humedales de la ciudad. 

El pasado 2020, dejó varias postales de estos extraños registros. Según dio a conocer Humedales, en octubre pasado, María Camila Fierro, bióloga de manejo de fauna egresada de la Universidad Nacional, decidió hacer un recorrido por el humedal Juan Amarillo o Tibabuyes, ubicado en localidad de Suba. En la visita, ella realizó el primer registro de un falaropo tricolor en un humedal de Bogotá.  Esta especie se encuentra en Norteamérica, al oeste de Canadá y Estados Unidos, e inverna en el norte de Perú, Uruguay y Argentina.

Estos registros se deben a distintos factores, entre los que se destaca el aumento de temperatura que se ha presentado en Bogotá por cuenta del cambio climático. 

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La Universidad de Michigan, Estados Unidos, realizó un estudio para conocer cómo este fenómeno afecta a las aves y descubrió que a medida que el planeta se calienta, las aves tienden a encogerse debido a que "su temperatura corporal requiere menos regulación o aislamiento”. Asimismo, los científicos sugirieron que los ejemplares han empezado a desarrollar alas más largas para recorrer más distancias en sus desplazamientos. 

De hecho, varios estudios que tratan estas temáticas destacan la preocupación por la extinción de varias especies de vertebrados a causa del cambio climático, en las que señalan que las aves son una parte importante de los animales que se han visto afectados por las sequías, los extremos cambios de temperaturas y la alteración de las estaciones.