La especie Procambarus clarkii, conocida como cangrejo de pantano rojo o de Lousiana, es una invasora que es nativa de Estados Unidos y México. Foto: Secretaría de Ambiente (SDA) | Foto: SDA

GRUPO RÍO BOGOTÁ

¿Por qué es tan peligrosa la presencia del cangrejo rojo en Bogotá?

Esta especie invasora puede traer graves riesgos para la salud, no solo de los humanos, sino de las especies que habitan en humedales y parques. Su alta capacidad de reproducción es otro de los factores que más preocupa.

5 de diciembre de 2020

* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.

El reciente anuncio hecho por la Secretaría Distrital de Ambiente sobre la proliferación del cangrejo rojo en la capital encendió las alarmas. Y no es para menos, su presencia puede afectar en gran medida los ecosistemas, retrasar su recuperación, acabar con los registros de fauna nativa y afectar la salud de los humanos.

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Se trata de la especie invasora Procambarus clarkii, conocida más que todo como cangrejo de pantano rojo o de Louisiana, nativa de Estados Unidos. Fue introducida en 1985 desde este país con fines exclusivamente de experimentación. De hecho, estuvo confinada en las instalaciones de una agropecuaria en el Valle, de donde fue liberada, al parecer por accidente, en la cuenca del río Palmira.

Desde entonces, la presencia de esta especie ha causado estragos en los diferentes ecosistemas. 

Es el caso de Bogotá, donde ya se le ha visto en diferentes ocasiones en parques urbanos y humedales. “El problema de estas especies invasoras es que su depredador natural no está en el hábitat en el cual se introduce. Esto hace que se de un desequilibrio en el ecosistema pues al no tener un depredador, se reproducen infinitamente y crecen de manera exponencial”, explicó Jorge Emmanuel Escobar, director de Fundación Humedales Bogotá.

Sin embargo, Escobar agregó que no hay datos suficientes de la presencia de estos cangrejos en los humedales. En su caso particular, el director de Fundación Humedales, lleva 10 años visitando estos cuerpos de agua de la capital y solo ha registrado una vez a un cangrejo rojo. Esto fue en el humedal Tibabuyes o Juan Amarillo, en octubre de 2014. 

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Según explica, puede deberse a que permanecen más que todo en los espejos de agua a los cuales no tienen acceso. “Solo hay 18 reportes de esta especie en diferentes áreas urbanas de Bogotá, no solo humedales. Seguramente habrá más pero no he podido registrarlos”, anotó el director de la Fundación Humedales.

En la única foto que Escobar ha podido tomar de esta especie, publicada en su cuenta de Twitter, se ve la cantidad de huevos que tiene un ejemplar, lo que demuestra la altísima capacidad de reproducción que posee y reitera la amenaza que representa para los ecosistemas.

El cangrejo rojo no es la única especie invasora presente en los humedales de la capital. Casos como el del pez carpa, que también se ha registrado en Juan Amarillo, amenaza a los otros peces que habitan en este cuerpo de agua y que, en contraste, sí son nativos. “Los peces carpa se terminan comiendo peces nativos, renacuajos, caracoles de agua dulce, fauna nativa que es bioindicadora de que el humedal se está recuperando”, explica Escobar.

El cangrejo rojo además de generar un desequilibrio en los ecosistemas que invade, también puede tener consecuencias en la salud humana. Muchas personas creen que consumir la carne de este crustáceo ayuda a mejorar el rendimiento sexual. 

En plazas de mercado, por ejemplo, es usual ver peceras llenas de cangrejos que pueden ser rojos o sabaneros, estos últimos nativos del altiplano cundinamarqués, que usan para licuarlos enteros y hacer jugos supuestamente afrodisíacos. Sin embargo, su ingesta solo produce es enfermedades por las bacterias y microorganismos que tiene. 

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Además, su presencia también representa una inversión económica importante, no solo para revertir los daños que causa con su presencia, sino también para gestar estrategias de control según sea el caso. En Bogotá, por ejemplo, la Secretaría de Ambiente quiere controlar a esta especie exótica cazándola y procesando su carne para hacer concentrado que alimente a otras especies. 

“Sin duda es una especie compleja, con una alta capacidad de reproducción. Es por eso que se debe atender lo más rápido posible antes de que sea tarde controlarla”, concluyó Jorge Escobar.

La entidad distrital, por su parte, hizo un llamado a la ciudadanía para que evite manipular este crustáceo en caso de encontrarlo, tampoco lastimarlo ni alimentarlo.