Solo 17 kilómetros bastan para entender por qué el Güejar es considerado como uno de los cañones más hermosos del mundo.
En medio de esas gigantescas formaciones rocosas, que provienen del escudo Guayanés, que nace en Venezuela, atraviesa La Macarena y llega hasta Ecuador y Brasil, se encuentran exuberantes cascadas de diferentes tamaños y formas, rocas milenarias que superan los 20 metros de altura, mariposas y aves de distintas gamas de colores y un río que muta entre café y verde esmeralda, dependiendo de las condiciones climáticas. Nutrias y babillas salen de ese afluente a tomar el sol de vez en cuando.
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Pendiendo de las ramas de los árboles o paseando por entre las rocas del río también es posible observar monos titíes y osos perezosos. Allí la biodiversidad se vive, se palpita.
La aventura por este mágico lugar, que hasta hace unos años era desconocido como consecuencia del conflicto armado que se registraba en la zona e impedía la realización del ecoturismo, comienza en el puente del Limonar, ubicado en jurisdicción de Mesetas, a dos horas y media en carro desde Villavicencio, y termina en territorio de San Juan de Arama, municipios donde es recomendable hospedarse por su cercanía al punto de partida, ya que recorrer este lugar solo se puede hacer a través de rafting, una actividad recreo-deportiva que consiste en recorrer un río en la dirección de la corriente en una embarcación o balsa.
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