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Jorge E. Sánchez es el sSub director Técnico del JBB | Foto: Cortesía Jardín Botánico José Celestino Mutis

Opinión

Ablandar los corazones y renaturalizar la ciudad

Bogotá necesita un nuevo urbanismo integral. Que no solo se fije en lo estético sino en lo ético. Que no beneficie a unos pocos y tenga en cuenta la biodiversidad y el crecimiento cultural.

Jorge E. Sánchez S *
30 de septiembre de 2013

La capital de Colombia se ha construido sobre lo que hace miles de años fue el inmenso lago de Funzé, el cual recreaba la mayor parte del área de lo que hoy llamamos Sabana de Bogotá.  

A la transformación natural del paisaje, se le ha añadido en los últimos 500 años la agresiva acción de los seres humanos, que han ocupado este ecosistema, robándole espacios al agua y a los bosques nativos, para ocuparlos con una población cada vez más apretujada en espacios cada vez más reducidos.

Desde el  Siglo XIX, el crecimiento poblacional de la ciudad y el modelo de ocupación del territorio  han prácticamente eliminado  la cubierta vegetal original, sustituyéndola por materiales para la construcción de carreteras y para el equipamiento de la ciudad. Durante el Siglo XX dicha cobertura se transforma en  cemento, ladrillo y pavimento. Varias administraciones recientes de la ciudad  han impulsado la desmarginalización de diferentes zonas mediante la eliminación de los tugurios mejorando la infraestructura vial y el equipamiento, pero sin potencializar las coberturas vegetales de la ciudad. Corazones endurecidos en las administraciones han generado  igualmente paisajes endurecidos.

El paisaje urbano de Bogotá se reverdece hacia  la zona norte y se torna árido en los barrios del Sur. Los principales ríos que cruzan la ciudad de oriente a occidente, son cloacas intermedias, que desembocan en la cloaca principal, el Río Bogotá. Los humedales, antes cuerpos de agua esenciales como soporte de biodiversidad y estabilizadores de las crecidas de los ríos en las épocas de lluvia, o han desaparecido o se han transformado en depósito de basuras y escombros de edificaciones.

Los cerros orientales de la ciudad, parcialmente recuperados, siguen siendo objetivo de grandes  constructores que ven en su verde natural, el objetivo de nuevos barrios para ricos y privilegiados de la ciudad y del país. De esta manera, el desafío de construir un nuevo modelo de ciudad incluye una doble mirada: ética y estética. Es necesario entonces  un nuevo urbanismo  que  sea  incluyente, que busque armonías para la expresión de lo ambiental y territorial, para el crecimiento de la biodiversidad y la expresión de lo multicultural.

El Plan de Desarrollo “BOGOTA HUMANA” 2012-2016, ha establecido la necesidad de “visibilizar el medio natural, el entorno del agua y situar la naturaleza en el centro de las decisiones de la ciudad”. De igual manera, el PDD propone “…la renaturalización de los cuerpos de agua para evitar la ocupación de las zonas de desborde o aliviadero de las temporadas invernales, promover el manejo de las riveras de manera natural, evitar las canalizaciones y respetar las áreas de ronda que define la ley.”

La propuesta de “Renaturalizar” la ciudad busca en esencia hacer que la ciudad se reajuste a procesos basados en los ritmos ecosistémicos: cierre de los ciclos de materia (reciclaje, compostaje),   aumento de coberturas vegetales (arborización, jardinería, techos y muros verdes, etc.), fomento de la biodiversidad,  ablandamiento del suelo, uso de energía solar, recolección y uso del agua lluvia,  ampliación o creación de  agroecosistemas urbanos,  conectividad  de  los componentes de la Estructura Ecológica Principal de la ciudad, etc.  

Esto, en palabras más sencillas, no es más que tratar de imitar la naturaleza en nuestro diario vivir, tratando que nuestros ritmos productivos  sean compatibles con la biosfera. Pero todo esto no puede hacerse sin participación ciudadana y coordinación interinstitucional.

Hay que hacer uso de las nuevas tecnologías arquitectónicas que permiten la implementación de propuestas de reverdecimiento de techos y fachadas verdes, que aumentan las coberturas vegetales de la ciudad. Las aceras, andenes y plazas de la ciudad, que se han constituido en un monumento al cemento y al ladrillo, podrían ser intervenidas para su reverdecimiento o revitalización. Los procesos de restauración ecológica continuarían ampliándose a las zonas de borde, humedales y zonas de protección, para fortalecer la recuperación ecológica de estos entornos.

Hay, en fin, que buscar  retomar los diferentes espacios de la Estructura Ecológica Principal (EEP) para construir paisajes humanizados, que permitan el florecimiento de la biodiversidad, el reverdecer  de los paisajes endurecidos, la restauración de ecosistemas deteriorados, la reconexión ecológica de los ambientes urbanos con su entorno regional.

*Sub director Técnico JBB