Imagen de la revista impresa ´Las 20 más sostenibles'.

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Introducción

Por primera vez en Colombia un medio de comunicación construye y pone en práctica una metodología rigurosa para examinar las variables que hacen sostenibles las políticas y prácticas de una empresa.

26 de marzo de 2014

Partimos de la obligación de salir del “chisme” corporativo para analizar responsablemente la información. El resultado presenta no solo los perfiles de las compañías más sostenibles comparadas con su sector a nivel mundial, sino también un análisis de las maneras como la ciudadanía y los grupos de interés podemos apropiarnos de esta información.

Los activistas sociales y ambientales siempre nos habíamos sentido dueños del “bien”. Los datos, por lo tanto, parecían innecesarios. Eso explica nuestra derrota en muchas batallas: nuestra superioridad moral se equiparaba con la de otros; sobre todo de quienes crean empleo y generan bienestar económico. Pero hoy el movimiento global que promueve la sostenibilidad se aleja de la esfera de lo moral para adentrarse en la de la información técnicamente robusta. Hoy es obligatorio producir y presentar información objetiva de una manera comprensible.

Las ideas que durante cientos de años caracterizaron al pensamiento más radical ahora son sabiduría popular: las sociedades producimos más y tenemos mayores probabilidades de crecer de manera estable si ponemos el bienestar de nuestras comunidades en la base de los modelos productivos. Para garantizar nuestro bienestar y nuestra subsistencia, tenemos que cuidar los recursos naturales que usamos para producir y los ecosistemas a los que emitimos los deshechos. Cualquier niño mayor de siete años podría recitar esta retahíla con la seguridad de que es tan cierta como que el cielo es azul.

Dentro del mundo empresarial esta internalización ha sido más lenta, posiblemente por tres motivos centrales: Primero, las corporaciones rendían cuentas únicamente a sus inversionistas, no a la sociedad. Cuando no hay dolientes, no hay responsabilidad; menos aún sobre los bienes que al ser de todos no son de nadie. Segundo, la globalización económica alejó a los tomadores de decisiones de las empresas y los desconectó de las condiciones de las comunidades en las que estas trabajan. Al producir en lugares más baratos y lejanos evitamos ser testigos de la degradación que resulta de las prácticas productivas o comerciales que requerimos para consumir mucho y muy barato. Tercero, estamos convencidos de la responsabilidad de “alguien” (comúnmente “los Gobiernos”) de hacer que el mundo sea más sostenible, pero nuestro derecho a consumir y gastar no parece tener un papel dentro de esa responsabilidad. 

En la era de la internet y las redes sociales la información tiene flujos similares a los del capital: rápidos y relativamente irrestrictos. Entre muchas otras obligaciones, los medios de comunicación tienen la de buscar un punto objetivo para evaluar la información, corroborar su veracidad y seleccionar aquella realmente digna de análisis. En esta entrega, Semana Sostenible presenta los resultados de un arduo trabajo investigativo realizado de la mano de Sustainalytics, una empresa de análisis de información con amplio reconocimiento global para evaluar la sostenibilidad de las empresas en Colombia. 

Aquí no hay habladurías, privilegios para los amigos ni castigos para los enemigos. Hay una metodología robusta, descrita en detalle a continuación, que categoriza a las empresas no frente a las demás –eso sería comparar peras con manzanas–, sino frente a su sector a nivel mundial. En un país en el que la mala opinión de unos o la historia personal de otros bastan para acabar con una reputación, esta metodología resulta refrescante. Además, Semana Sostenible se compromete a realizar este ejercicio cada año, para monitorear objetivamente la evolución de las empresas colombianas.

Aquí no hay ni santos ni demonios. No es el propósito de la revista defender la gestión de nadie. Todas tienen un “pero”, algo que hace preguntar por qué está en la lista. Decidimos ceñirnos a la metodología, sin dejar de mencionar en cada perfil el factor de duda. El objetivo es abrir una discusión con base en datos objetivos y cifras, sobre la responsabilidad de las empresas colombianas. No nos engañemos: producir ensucia, contamina, gasta y emite, pero también emplea, ofrece bienes, genera crecimiento y bienestar. Necesitamos de los bienes y servicios que estas empresas producen, unos más sucios que otros.

Con esta información, y mucha otra que las empresas y este y otros medios de comunicación tienen la responsabilidad de publicar, está en manos de los consumidores decidir a qué compañías comprarles. Porque el privilegio de consumir, diría Kennedy (y el tío Ben de Spiderman) trae consigo una enorme responsabilidad. 

Para  consultar la página de Sustainalytics haga clic aquí.