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Los medios de comunicación no son ajenos al debate que genera el tema del calentamiento global. Diversas posiciones alrededor del tema evidencian que no hay uniformidad.

Medios

Calentamiento ideológico

Intereses políticos y económicos suelen agazaparse en los debates científicos sobre medio ambiente. El debate.

Eduardo Arias
20 de noviembre de 2012

El cambio climático no solo se debate en foros académicos. Los medios de comunicación en general
han sido su principal campo de batalla. Cualquier búsqueda en Google acerca del tema por lo general desemboca en cientos de blogs o páginas web escritas más con el hígado que con la razón. Y en los veinte o más años que el asunto lleva en la esfera pública, los argumentos que se esgrimen en favor y en contra suelen ser más o menos los mismos.

Quienes niegan que el calentamiento global lo provoquen actividades humanas como la industria, la ganadería o la deforestación a gran escala, señalan, como principal argumento, que se trata de una conspiración de los físicos especializados en clima para disponer de recursos económicos para adelantar sus investigaciones.
Dicen que gracias al despliegue mediático que recibieron los conceptos efecto invernadero, cambio climático y calentamiento global, los expertos en clima dejaron de ser oscuros investigadores que predicen si mañana va a llover y se convirtieron en protagonistas de primer orden de la ciencia mundial.     

Los acusan de manipular los datos y solo publicar los que les convienen. Los negacionistas aseguran que
la Tierra sufre variaciones periódicas en sus temperaturas promedio y que el actual aumento no se debe a los gases de efecto invernadero sino a ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento que provocan el derretimiento de los glaciares. En ese sentido, según sus cálculos, el calentamiento ya se detuvo y pronostican que cuando termine el siglo XXI la temperatura promedio de la Tierra habrá bajado varios grados.

Por su parte, los investigadores y creyentes de la teoría del cambio climático alertan sobre la incidencia de la actividad humana en el calentamiento global. Sostienen que es un tema ya zanjado por la ciencia, que por lo tanto no amerita discusión. Acusan a los negacionistas de estar financiados por empresas petroleras como Exxon Mobil, interesadas en que no se disminuya el consumo de combustibles fósiles, base de sus ganancias.

Prueba de lo anterior es un estudio que se dio a conocer en 2009, que llevaron a cabo cinco prestigiosos científicos japoneses, en el cual se negaba la influencia del hombre en el cambio climático. Tres de ellos afirmaron que las actividades humanas no eran responsables del cambio climático; otro señaló que los datos de medición de la temperatura que se utilizan para apoyar las tesis del calentamiento global son escasos.

Solo uno de ellos se mostró de acuerdo con las tesis de los ambientalistas. Sin embargo, a científicos como Martín López Corredoira, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias, les llamó la
atención que el estudio hubiera sido realizado por la Agencia Japonesa para la Energía y los Recursos
y que al parecer había sido financiado por industriales japoneses. El científico español dijo que Kanya Kusano, el principal investigador del equipo japonés, no era experto en el tema, lo cual dejaba mucho qué pensar. “Lo suyo parece ser la magnetohidrodinámica en el Sol. Tiene tanta autoridad para hablar científicamente de climatología como yo mismo, que investigo las galaxias y la cosmología, y me limito a dar mi opinión. Opiniones las puede tener cualquiera, claro está, como en el fútbol o la política”.

El premio Nobel de Economía Paul Krugman fue mucho menos diplomático. En su artículo titulado ‘¿Quién cocinó el planeta?’, señala: “Miren a los científicos que cuestionan el consenso sobre el cambio
climático; miren a las organizaciones que impulsan escándalos falsos; miren a los comités asesores que
dicen que cualquier esfuerzo para limitar las emisiones paralizaría la economía. Una y otra vez se
encontrará que están en el extremo receptor de un ducto de financia miento que empieza con las grandes compañías de energía, como Exxon Mobil, que ha gastado millones de dólares promoviendo la negación
del cambio climático, o Koch Industries, que ha patrocinado organizaciones antiambientalistas durante dos décadas”.

¿Negacionistas de derecha?

Así como los medios publican los argumentos de unos y otros, también hacen su análisis de quiénes están detrás de ellos. Observador Global, en el artículo titulado ‘¿Quiénes son los que niegan el cambio climático?’, asegura: “Generalmente, los partidarios de ambas negaciones (refiriéndose además a quienes también niegan la teoría de la evolución) comparten el mismo tipo de creencias ultrarreligiosas que toman
la ‘Biblia’ al pie de la letra y se agrupan dentro de los mismos partidos políticos conservadores. Los activistas escépticos se burlan de Darwin y del aumento de la temperatura global frente a las más evidentes pruebas y consideran que la comunidad científica está siendo manipulada.

Estos son generalmente los mismos sectoresque se oponen a los derechos de los homosexuales, a toda clase de transformación de la sociedad”. Pero si bien el estereotipo es un tanto caricaturesco, es evidente que los negacionistas pertenecen más a la derecha, en particular a la de Estados Unidos y Gran Bretaña. El estudio titulado ‘The International Reporting of Climate Scepticism’, elaborado por el Instituto Reuters para la Universidad de Oxford y que trata sobre la cobertura mediática¿ que recibe el cambio climático en
seis países (Brasil, Francia, India, China, Estados Unidos y Gran Bretaña), mostró que el escepticismo ante
el calentamiento global ha encontrado mayor difusión en la prensa anglosajona y son los periódicos
inclinados a la derecha los que más se prestan a darles espacio a quienes dudan de que el hombre sea el responsable del cambio climático.

Lo cierto es que mientras siguen los debates y los contraargumentos, al planeta el reloj le corre en cuenta regresiva. Desaparecen selvas y especies y las fuentes de agua se agotan. Por simple principio de precaución, la humanidad debería ponerse de acuerdo y detener de una vez por todas esa destrucción.