Los Gobiernos ya no pueden ignorar las exigencias de la población.

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A gritos y en silencio, dos maneras de protestar

En los últimos meses el mundo vio cómo los ciudadanos se unieron para incomodar al Estado. Una mirada a los indignados de Turquía y Brasil.

27 de junio de 2013

Entre estos dos países hay 10715 kilómetros de distancia.  También hay, sin embargo,  coincidencias sorprendentes que llevaron a que los habitantes de las principales ciudades  salieran a las calles indignados por la manera en que se manejan la verdad y el poder.

En Turquía se pararon en silencio y se tomaron un parque. En Brasil las protestas continúan y ha habido gritos, millones de personas y hasta violencia.  Esto no quiere decir que una situación no se pueda comprar con la otra.

En ambos casos todo comenzó con  reclamos pequeños y localizados: En Turquía por un parque, en Brasil por las tarifas de los autobuses. Después, estas protestas crecieron y resonaron en el resto de la población que salió  a quejarse por la corrupción, la calidad de vida y la indiferencia del estado frente a las necesidades de sus habitantes.

Así mismo, en ninguno de los dos casos el gobierno supo a responder a  las exigencias que le estaban haciendo. Mandaron a los agentes antidisturbios a las calles y empeoraron la situación.

En tercer lugar, la ciudadanía se unió a través de redes sociales. Es decir, no hay líderes ni movimientos. Solo un malestar colectivo que estalló. Esto lleva a la cuarta coincidencia: si no hay líderes, ¿con quién se negocia?, ¿a quién se encarcela? La colectividad de estas protestas ha servido para blindar a los ciudadanos.

Por último, si algo quedó claro es que una nación próspera no es igual a una nación estable y feliz. Turquía y Brasil son países exitosos económicamente.  Tal vez es este mismo crecimiento el que llevó a la gente a las calles; cuando los países crecen muy rápido a veces los gobiernos no pueden satisfacer la demanda de servicios públicos. Tal vez hay algo más y los ciudadanos se cansaron de  la manera en que son liderados.  A través del autoritarismo de Erdogan en Turquía o de la impunidad de los corruptos en Brasil. Lo único cierto es que se siente  venir un cambio y se siente el temor de los gobiernos que ya saben que hay ciudadanos dispuestos a dejar la comodidad de sus casas y responder.