Este es el reactor nuclear de Colombia y está en la Universidad Nacional.

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La energía nuclear no nos interesa

La planta nuclear donde trabaja Homero Simpson y los resultados de los desastres de Chernobyl y Fukushima son nuestras referencias de la energía nuclear. Algunas voces piden que se le tenga en cuenta para la generación de electricidad en el futuro.

21 de noviembre de 2012

Desde hace 47 años el país cuenta con un reactor nuclear sobre el que no se tienen noticias. Mientras en
Europa y Asia han experimentado con esta energía –para algunos, riesgosa y para otros, la puerta de entrada a una energía limpia y sostenible–, Colombia solo ha hecho un uso limitado del aparato.

El gobierno de Estados Unidos lo donó en 1965 para hacer investigación. Cuando desapareció el Instituto
de Asuntos Nucleares, en 1997, el artefacto fue transferido a Ingeominas (hoy Servicio Geológico Colombiano). Desde entonces permanece allí para geoquímica forense, investigación de hidrocarburos, caracterización de muestras geológicas y análisis de minerales radioactivos.

“El reactor tiene un combustible prácticamente nuevo porque desde el 97, año en que se cargó, a la época se ha usado muy poco. Además, una compañía mexicana hizo en estos días la renovación total de la instrumentación y control”, explica Jaime Sandoval, coordinador del Grupo de Reactor Nuclear
del Servicio Geológico Colombiano. El reactor tiene una potencia que llega como máximo a 20 megavatios;
las centrales nucleares, en cambio, pueden manejar potencias de hasta 600 megavatios.

Según los expertos, cuando un país decide que va a generar electricidad a partir de energía nuclear pueden pasar 15 años desde que se toma la decisión hasta que se genera el primer vatio. “Se debe iniciar un proceso que pasa por lograr la infraestructura necesaria, la capacitación de las personas y la transferencia tecnológica, que implica el uso seguro de esos materiales y los procesos de diseño para la construcción del proyecto, hasta que finalmente se obtiene la primera planta nuclear”, explica Fernando Mosos, coordinador del Grupo de Seguridad Nuclear del Servicio Geológico Colombiano.

Según eso, Colombia está a varias generaciones de compatriotas de tener una planta nuclear. Un craso error para algunos, porque el país no puede seguir manteniendo su matriz energética con agua. Al final de esta década, el 80 % de la energía tendrá como base el preciado líquido. “La operación eléctrica detrás
de las hidroeléctricas es altamente productora de CO2. No es una energía 100 % limpia, y el mundo
necesita emitir cada vez menos este compuesto”, explica Manuel Guzmán, director de Klimaforum Latinoamerica Network (KLN).

Otros expertos han advertido además que no es sano depender tanto del agua, ya que es probable que
vuelva a suceder un racionamiento como el que se vivió en los noventa debido a fenómenos como el del Niño. “Hay muchos mitos, y todos nos movemos alrededor de ellos. Yo creo que las sociedades no pueden decir ‘voy a prevenir un accidente nuclear, entonces no voy a tener energía eléctrica’, eso no es posible”, señala Martha Lucía Calvache, directora técnica del Servicio Geológico Colombiano.

Pero en el otro lado están quienes consideran que la energía nuclear no es tan limpia. Entre ellos está la
WWF. Según el oficial de Políticas de Cambio Climático y Energía, Javier Sabogal, la cadena comercial de esta energía, incluye la extracción minera de materiales nucleares, la operación en estaciones nucleares, el manejo de desechos nucleares y su reprocesamiento, está llena de potenciales fugas y contaminación. En cualquiera de los casos, lo cierto es que la única planta nuclear que los colombianos de esta generación podrán ver es la de Springfield.