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“Los consumidores quieren alimentos baratos”

Las gallinas ponen huevos y a los pollos los ceban. Así por lo menos se hacía antes y, según la experta en avicultura Inga Tiemann, así debería seguir siendo. El problema es que la carne y los huevos serían más caros.

Alianza DW
22 de marzo de 2016

Deutsche Welle: Señora Tiemann, en Alemania se sacrifican anualmente más de 40 millones de pollos recién nacidos. ¿Por qué?

Inga Tiemann: Para las gallinas ponedoras, los gallos son irrelevantes. No solo no pueden poner huevos, sino que tampoco son capaces de aumentar de peso tan rápidamente como las hembras. Desde un punto de vista económico, criarlos para su engorde y posterior sacrificio no es rentable. Las pechugas de estos gallos nunca serán tan grandes como las de los pollos que fueron criados específicamente para la producción de carne.

¿Por qué son tan importantes las pechugas de los pollos?

Porque son las que después llegan al plato del consumidor. Los filetes de pollo también salen de las pechugas. Es por eso que cuanto más grandes y uniformes, mejor. Eso es algo imposible de conseguir en los gallos de las líneas de producción de huevos.

¿De dónde proceden esas líneas de producción?

Hay empresas de cría a nivel global. Los polluelos son vendidos a otras compañías que se encargan de juntarlos con gallinas para que los críen. Una vez son adultos, son devueltos a las empresas de donde proceden y vuelve a empezar el ciclo.

¿Por qué es tan complicado el proceso? ¿Por qué estas granjas no crían sus propias gallinas?

Con sus propios animales no son capaces de alcanzar sus objetivos económicos. Para ello es necesario producir huevos al menor coste posible. Las gallinas ponedoras proceden de al menos cuatro líneas: en la primera están las que son más aprovechables para el consumo alimenticio. En la segunda aparecen las gallinas que ponen una cantidad de huevos especialmente alta. Después, en la tercera, están aquellas con muy buena salud y, por último, las que mejor se comportan. Estas cuatro líneas se mezclan para obtener mejores ejemplares.

¿Qué resulta de todo eso?

El resultado es un híbrido que combina de forma ideal y tiene todas las características positivas de las líneas anteriores: produce la mejor carne, pone muchos huevos y se relaciona a la perfección con su entorno. El problema es que si sigues combinando los genes de estos animales, al final vuelves al punto de partida: algunos polluelos producen mejor carne pero sus huevos son peores que los de otros. La carne de los que ponen muchos huevos no es tan buena para su consumo, etcétera. Las gallinas dedicadas a producir huevos no se pueden seguir cruzando.

Entonces los ganaderos tienen que comprar nuevas gallinas continuamente.

Así es. Esto es, por supuesto, una exigencia del mercado. Yo, como consumidor, quiero comprar alimentos baratos. Para ello hacen falta animales económicamente rentables, que pongan más huevos. Y eso es algo que solo se consigue mediante las líneas híbridas.

¿Qué pueden hacer los consumidores para evitar que si sigan sacrificando pollos por razones económicas?

Por el momento no hay forma de prevenir esta práctica. Pero lo que sí se puede hacer es comprar carne y huevos en las granjas cercanas donde uno sabe que los pollos andan libremente. Allí aún es posible encontrar animales que son criados y alimentados de forma tradicional.

Inga Tiemann es la directora científica del Instituto Bruno Dürigen de Rommerskirchen. Además, es la líder del grupo de trabajo del Instituto de Ciencia Animal de la Universidad de Bonn.