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La tortuga truenito, también llamada tapaculo del Chocó, sucumbe ante la pérdida de bosque. Foto: Germán Forero (WCS). | Foto: Tortuga truenito - WCS

FAUNA

Monitorearán a las tortugas truenito del Bajo Baudó

En una zona protegida de este municipio del Chocó, WCS iniciará una investigación para monitorear la población de esta tortuga única de las selvas del Pacífico colombiano, hoy bastante amenazada por la deforestación.

16 de septiembre de 2020

Truenito o cabeza de trozo fue el nombre dado por las comunidades de la espesa y húmeda selva chocoana a la tortuga Kinosternon dunni, un reptil con una cabeza ancha pintada de marrón, una nariz prominente y cuello, patas y cola grisáceas.

Esta tortuga, con un caparazón de hasta 18 centímetros de largo, es endémica de los bosques tropicales y zonas pantanosas del Chocó, donde las hembras abren huecos en el suelo para depositar sus huevos. Los ríos San Juan, Baudó y Atrato son sus fuentes de alimento, afluentes donde cazan moluscos y otros animales acuáticos. 

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Aunque no habita en ninguna otra parte del mundo, la truenito es uno de los animales vertebrados menos estudiados en el país y hoy en día está listada en el libro rojo de las especies amenazadas. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la cataloga como un reptil vulnerable a la extinción.

Los manglares del Bajo Baudó son el principal hogar de la tortuga truenito. Foto: Javier Silva (WCS).

Según la Sociedad para la Conservación de la Fauna Silvestre (Wildlife Conservation Society - WCS), la truenito fue descrita por primera vez en 1947, cuando Karl Schmidt colectó a dos hembras en el municipio chocoano de Bajo Baudó y las envió a Estados Unidos. “Una de ellas aún reposa en la Academia de Ciencias de California, uno de los mayores museos de historia natural del mundo”.

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Su nombre científico fue dado en honor a Emmet Reid Dunn, un herpetólogo norteamericano que vivió y estudió en Colombia durante muchos años. “En los años 60, el herpetólogo alemán Federico Medem, pionero en el estudio de los reptiles colombianos, hizo algunos reportes de la especie al estudiar tres individuos. Luego, la investigadora Olga Castaño-Mora, reportó tan sólo cuatro tortugas en 1997”, dice WCS Colombia.

No fue sino hasta el año 2012 cuando empezaron a llenarse varios vacíos en la información de la tortuga truenito, cuando Germán Forero-Medina, director científico de WCS Colombia, y Eladio Rentería, hoy investigador del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico, estudiaron si este reptil podía estar en un lugar diferente al Bajo Baudó.

La truenito es una de las tortugas menos estudiadas en Colombia. Foto: Germán Forero (WCS).

“El investigador Mario Garcés había hallado por casualidad un ejemplar en Acandí. Fuimos a la cuenca del Atrato, cerca de Quibdó, y recorrimos el río Quito. Encontramos una pequeña población en San Isidro de unos 19 individuos, un hecho muy especial porque pudimos saber que vivía en una cuenca que, como la del Atrato, desemboca en el mar Caribe y en un lugar diferente a la cuenca del Baudó, que drena al Pacífico”, explica Forero. 

Esta fue la primera vez que se pudo comprobar que el hábitat de la tortuga truenito no se reducía al Bajo Baudó. Los expertos creían que este reptil era igual que otra especie muy cercana, llamada Kinosternon leucostomum. “Se pensaba que era el macho de esta última por ser muy parecida y más grande. Hoy, infortunadamente, el lugar ha sido destruido por la minería ilegal de oro”, dice el director científico de WCS Colombia.

Su refugio

Forero cuenta que la última vez que vio a la tortuga cabeza de trozo o truenito, un reptil escurridizo de no más de 20 centímetros de largo, fue en 2019 en los alrededores de Pizarro, el principal caserío del municipio de Bajo Baudó.

“Apareció en su escenario ideal: un mangual o zona pantanosa que suele crearse por el curso de algunos ríos, muy cerca del mar. El acontecimiento fue aparentemente normal, porque esta es una especie asociada desde siempre a este departamento y a los ríos San Juan y Docampadó. Sin embargo, hoy se está convirtiendo en un hecho trascendental”.

En el Bajo Baudó está el principal hogar de la tortuga truenito. Foto: Javier Silva (WCS).

El nicho de la tortuga truenito que Forero pudo observar hace parte de una zona de reserva creada en 2017, bautizada como “El encanto de los manglares del Bajo Baudó”, un Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI).

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El experto explica que haber encontrado a la tapaculo del Chocó, otro de sus nombres comunes, en esa área de protección, podría asegurar que sus poblaciones perduren en el tiempo. “Esto nunca estuvo garantizado, pero poco a poco podría comenzar a ser una realidad desde este momento, aunque fue un tema sugerido durante años e insinuado en el Libro Rojo de Reptiles del 2015”.

La tortuga truenito es una de las cuatro especies de tortugas continentales endémicas para Colombia, grupo que completan la carranchina (Mesoclemmys dahli), la de río del Magdalena (Podocnemis lewyana) y la icotea del Atrato (Trachemys medemi).

Investigación sobre su estado

Según el libro “Biología y conservación de las tortugas de Colombia”, la truenito está bastante amenazada por la deforestación en las selvas chocoanas y el consumida desmedido de algunas comunidades. 

“Pero el riesgo más significativo que enfrenta es su reducida distribución, lo que significa que cualquier daño a su ecosistema, por pequeño que sea, podría afectarla muy seriamente y motivar su extinción”, anota Forero.

Ante esto, WCS Colombia comenzará un monitoreo de la especie para evaluar el estado de su hábitat, la población (sobre la cual no hay información) y los usos que las comunidades pueden darle, con el fin de afinar procesos de conservación. 

WCS monitoreará a la tortuga truenito para conocer el estado de su población. Foto: Javier Silva (WCS).

Este trabajo será realizado en Pizarro (Chocó), en conjunto con Codechocó y el Consejo Comunitario de Pizarro. “También incluirá encuestas a las comunidades de los consejos comunitarios que integran el área protegida”, anota Forero.  

La tortuga truenito tiene un plastrón (parte inferior de su caparazón) dividido en secciones, una de las cuales, la posterior, cubre parte de sus partes blandas. “Por eso la llaman tapaculo del Chocó. La idea de este nuevo esfuerzo científico y comunitario es que esta habilidad deje de ser una de sus pocas maniobras naturales para sentirse segura”.