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EMPRENDIMIENTO

Se gradúa la Universidad del Reciclaje

La primera promoción del curso ‘Yo soy ciudadano’ espera generar iniciativas de emprendimiento para el gremio de los recicladores.

23 de junio de 2016

Diez líderes de la Asociación de Recicladores de Bogotá recibieron ayer la certificación de haber completado el curso ‘Yo soy ciudadano’, ofrecido por la Universidad Central. Esta oferta educativa es el resultado de una alianza entre la institución educativa, la asociación gremial y EcoWorks, una empresa que propone proyectos y productos sostenibles.

Los recicladores en Bogotá son un gremio muy activo en la lucha social. Han sufrido una fuerte estigmatización por trabajar con la basura y no se les reconoce su actividad como profesión, a pesar de que tienen conocimientos extensos sobre el reciclaje. “Queríamos complementar su experticia, que puede ser mayor a la de muchos ambientalistas, con herramientas que permitan generar mayores recursos desde su actividad productiva”, dice Andrés Padilla, de EcoWorks.

En este momento, los miembros de la Asociación se encuentran en una difícil posición pues la administración de Enrique Peñalosa no se ha pronunciado sobre la continuidad de los proyectos que el Distrito tenía con ellos. Según parece, no hay interés en seguir con ninguno de ellos, así que se perdería el reconocimiento que ganaron en los últimos cuatro años, en los que recibían apoyos económicos porque su trabajo era considerado un servicio social.

“El Distrito tiene que reconocer nuestra labor, nosotros somos responsables en gran parte de extender la vida útil del relleno Doña Juana”, cuenta Mariluz Rodríguez, líder de 350 recicladores de Bosa y orgullosa graduada del programa. Los cambios de administración resultan fatales para los recicladores, pues la falta de programas a largo plazo los deja empezando desde cero cada cuatro años. “En este momento, el reciclaje es un trabajo en riesgo”, dice Padilla.

La profesora Ana María Córdoba, del programa de Administración de la Universidad Central, fue la encargada de guiar las clases. Le tomó tanto cariño al programa que lo amplió e incluyó a más docentes, que dieron clases de contabilidad y emprendimiento a los alumnos. Al hablar sobre su experiencia en el curso dice: “Agradezco poder poner un granito de arena en la vida de personas con una labor invaluable”.

Graduarse significó un sacrificio para los recicladores, pues tuvieron que parar de trabajar para asistir a clases. Limitar su tiempo de trabajo es fatal para alguien con tan pocos recursos, pero las retribuciones lo hicieron valer. La graduación fue una emotiva ceremonia, a la que asistieron familiares y todos los involucrados en la iniciativa. Todos estaban muy emocionados por haber culminado este proceso. “La universidad era un sitio al que nunca pensé que pertenecería, así que hoy es un día muy gratificante”, explica Rodríguez.

Esta primera graduación es el exitoso final de un plan piloto que espera expandirse próximamente. Se planea extender la convocatoria a los 3.000 miembros de la Asociación de Recicladores de Bogotá. Silvio Ruiz, su representante, espera que estos cursos apoyen la relevación generacional del gremio y la formación de líderes. “Eventualmente, se busca que los recicladores creen una empresa prestadora de servicios de reciclaje con competencias para competir con los grandes del manejo de desechos”, dice.

También se espera organizar un segundo curso con los graduados, prestando acompañamiento para la aplicación de proyectos sostenibles. La idea es que ellos, a partir de su experiencia y sus nuevos conocimientos, planteen ideas de negocio que se ejecuten con la ayuda de la Universidad, las fundaciones y empresas que se vinculen. Ya se encuentran en negociaciones para trabajar con compañías que usen materiales reciclados como materia prima y esperarían ubicar recicladores como consultores externos de manejo de desechos.

Finalmente, se pretende que los recicladores tengan más fuentes de ingresos y trabajen de manera formal. Otro objetivo es quitar el estigma que se tiene de esta población.  De esta manera, las más de 20.000 familias que dependen de este sector podrán tener un mejor futuro y mayor estabilidad económica.