Julie Gourley, oficial estadounidense en el Ártico.

ENTREVISTA

20 años cooperando para salvar el Ártico

Julia Gourley, jefa de la representación de EE.UU. en el Consejo del Ártico, cuenta por qué la región todavía es un oasis de paz en un mundo lleno de conflictos.

Alianza DW
22 de septiembre de 2016

Julia Gourley dirige desde 2005 la representación estadounidense en el Consejo del Ártico. En conversación con DW, la experta habla sobre cómo está cambiando el extremo norte del planeta debido al deshielo del Ártico y los conflictos en torno a recursos recientemente descubiertos y rutas de comercio.

¿Para qué se necesita un Consejo del Ártico?

El Consejo del Ártico es un foro intergubernamental muy importante. Su membresía está limitada a los ocho países que tienen dominios en el Círculo Polar Ártico. Existe desde hace más de 20 años y destaca por ser un foro cooperativo y comprometido. La región está muy afectada por los negativos efectos del cambio climático, y estos países se reúnen para hablar sobre temas que les afectan.

¿Cómo ha cambiado el Consejo del Ártico desde hace 20 años hasta ahora?

En sus inicios, el Consejo restaba casi exclusivamente enfocado en ciencia y protección del medioambiente. En estos 20 años cambió un poco el enfoque y ahora se habla más de desarrollo sostenible y otros temas que afectan a los habitantes del Ártico, en particular a los pueblos nativos. Ahora hay más actividad humana allí que hace 20 años. Más cruceros que pasan por allí, más extracciones de petróleo y gas offshore. Todavía no hay pesca comercial, pero podría haberla si se calienta el océano. También es posible que haya más rutas de navegación. Algunas ya se han abierto.

También hay países no-árticos que tienen cada vez más interés en la zona. ¿No es peligroso que exporten sus conflictos? ¿Qué le parece el nuevo interés de potencias no-árticas como China?

Creo que cada Estado del Ártico tiene su propia opinión. Pero hablando de Estados Unidos, creemos que aún hay mucho que aprender sobre los efectos del Ártico en el resto del mundo. Cuantos más países aprendan y escuchen, mejor. No creo que nos influyan sus conflictos. El ártico es un sitio con una calma inusual, un oasis de paz. No hay razón para que cambie por conflictos que suceden en otras partes del mundo.

¿Quién tiene la última palabra en cuanto a temas de navegación, minería o recursos en las regiones árticas?

Es una pregunta interesante con una respuesta complicada. Depende de la materia. Para navegación, el organismo regulador a nivel mundial es la Organización Marítima Internacional. El Consejo del Ártico no es un organismo regulador, pero sí tiene interés en la navegación y ya realizó trabajos como el Artic Marine Shipping Assessment en 2009. Era la primera vez que alguien se preocupaba por la navegación en la región. Además, los estados miembros también tienen sus propios sistemas de regulación para sus áreas offshore de minería, pesca y navegación. Es decir, se trata una combinación de actividad reguladora de diferentes entidades.

Los miembros del Consejo no siempre son los mejores amigos y sus intereses a veces difieren. ¿Cómo afectan las tensiones de los miembros al trabajo del Consejo?

No mucho. Estoy satisfecha de poder decir que las tensiones de otras partes del mundo no afectan al trabajo del consejo. Todos tenemos nuestras opiniones nacionales sobre las materias que afectan al Ártico, pero como área de trabajo de ocho países, además de observadores y ONGS, hasta ahora funcionó bastante bien. Pero eso no significa que siempre vaya a ser así y es difícil predecir cómo afectarán en el Ártico los cambios mundiales.

Con el desarrollo del cambio climático, habrá diferencias entre los que optan por la preservación y los que buscan el desarrollo industrial y comercial…

Sí, esa es una tensión real. Creo que ese capítulo de la historia del Ártico todavía se está escribiendo. Cada Estado ve esas cuestiones de forma diferente en sus aguas territoriales y cada Gobierno es distinto. Por eso es difícil decir que exista una sola repuesta. Es un tema que concierne, sobre todo, a muchos indígenas que pretenden vivir de forma tradicional, pero que también se han dado cuenta de que la modernidad mueve el mundo y es necesaria para crear buenos trabajos y condiciones de vida.

Con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Agencia de Protección Medioambiental, usted tiene amplia experiencia en ecología. ¿Es optimista respecto al futuro del Ártico en un mundo que se calienta?

Creo que soy optimista. Es cierto que el deshielo del Ártico se está produciendo y es un gran problema global. Creo que la ciencia tiene una opinión clara sobre el tema y eso no es algo que vaya a cambiar de un día para otro. Incluso aunque se cumpliesen completamente los acuerdos de París, el ecosistema deo Ártico tardaría mucho en estabilizarse. Pero mientras haya países que sigan colaborando, la conversación continuará y creo que hay margen para ser optimista en cuanto a este tema.