Antoine Marie Cleef. (Foto: Guillermo Torres/SEMANA)

ENTREVISTA

El holandés que más sabe sobre los páramos de Colombia

Antoine Marie Cleef habló con Semana Sostenible sobre la situación de estos ecosistemas y de sus razones para pedirle al alcalde Peñalosa que no urbanice la reserva Van der Hammen.

30 de septiembre de 2016

Antoine Marie Cleef es un biólogo holandés que lleva 45 años trabajando en los páramos de Colombia. Sus aportes al conocimiento de estos ecosistemas lo hicieron merecedor de la Orden de San Carlos en 2006. También ha sido asesor del Instituto Humboldt en el proceso de delimitación de los 36 complejos de este tipo que existen en el país y hace poco le escribió una carta al alcalde Enrique Peñalosa para pedirle que no urbanice la reserva Thomas Van der Hammen. Cleef estuvo de paso por Bogotá para dar unas conferencias a estudiantes universitarios en la Universidad Ecci y Semana Sostenible aprovechó para entrevistarlo. 

Semana Sostenible: ¿Cuál es el balance de casi medio siglo de trabajo en nuestros páramos?

Antoine Marie Cleef: Bueno he visto muchos cambios en el ambiente del páramo. Yo vine por primera vez en el año de 1971 y eran ecosistemas más aislados. Ahora muchos están habitados, hay grandes extensiones de cultivos, sobre todo de papa, y lo que más me preocupa es la minería. Cuando participé en la delimitación de algunos páramos con el Instituto Humboldt me di cuenta que el 55% de esas tierras tienen título minero. Eso me preocupa mucho, aunque  el gobierno ha venido trabajando en varias leyes para protegerlos de esa actividad.

S.S: ¿Cree que en esos ecosistemas se deben prohibir esas actividades?

AMC: Yo creo que sí, para hacer agricultura y minería se tiene que revolcar todo el terreno y la función principal del páramo como regulador del ciclo del agua desaparece. Esas actividades generan erosión y como ya no hay vegetación, el páramo ya no captura el agua ni la distribuye poco a poco hacia las quebradas. Por eso cuando llueve el agua llega directamente a las partes bajas y se generan inundaciones y deslizamientos. Ahora bien, soy consciente de que prohibirlas se convierte en un problema social muy complejo que el gobierno tiene que solucionar.

S.S: ¿Se está haciendo bien la delimitación de los páramos?

AMC: El gobierno ha tomado una decisión muy importante porque el agua es el argumento y el factor fundamental para conservar los páramos y los bosques altoandinos, que es donde más se cosecha este recurso. Sin embargo, a la gente que vive ahí no se le puede decir que se vaya porque esas tierras son en muchos casos lo único que tiene. Por eso el reto más complicado es involucrar a todas estas personas en las labores de protección de estos ecosistemas para que no se conviertan en desplazados de la conservación.

Vea también: ¿Qué hacer con la gente que vive en los páramos?

S.S: ¿Cómo se puede hacer eso?

AMC: Creo que es fundamental la educación ambiental, ellos conocen mejor el ambiente que nosotros, pero a veces lo afectan como una estrategia de supervivencia. Hay que ofrecer alternativas para que no talen árboles para usarlos como combustible, por ejemplo. Otro factor importante es encontrar actividades productivas que no sean nocivas con los ecosistemas. El ecoturismo puede ser una buena opción, pero necesita de muchas inversiones, de reglas claras y de un seguimiento estricto para que no se convierta en una amenaza.

S.S: ¿Por qué le escribió una carta a Peñalosa pidiéndole que no urbanice la reserva Van der Hammen?

Porque fui alumno y gran amigo del profesor Thomas, pero también porque soy miembro de la Academia de Ciencias Naturales de Colombia. El director, Gonzalo Andrade, me pidió que tomara una posición frente a las intenciones de Peñalosa de urbanizar esa reserva y así lo hicimos. Yo creo que es la última oportunidad de los bogotanos para tener un parque natural dentro de la ciudad. Y no solo eso, también necesitan una conexión entre los cerros y la sabana para detener un poco la destrucción de este rico ecosistema. Con su ejemplo, Thomas Van der Hammen demostró que es posible reforestar con árboles nativos y recuperar las turberas y los pantanos. Es ridículo tener 50 kilómetros pavimentados desde Chía hasta Usme. Esto no va a solucionar ningún problema y en cambio se pierde la posibilidad de que los bogotanos tengan un espacio para entrar en contacto con la naturaleza y mejorar un poco la calidad de vida de todos los ciudadanos.