La Gran Alianza Contra la Deforestación llegó a San José del Guaviare para realizar el primer foro y taller regional en los sitios más afectados por la motosierra. Guaviarenses y expertos ambientales plantearon alternativas para darle solución al flagelo que a diario acaba con cerca de 400 hectáreas de bosque amazónico.

MEDIO AMBIENTE

Bosques amazónicos, cercanos al no retorno

La Gran Alianza Contra la Deforestación llegó a San José del Guaviare para realizar el primer foro y taller regional en los sitios más afectados por la motosierra. Habitantes del Guaviare y varios expertos ambientales plantearon alternativas para darle solución al flagelo que a diario acaba con cerca de 400 hectáreas de bosque amazónico y al mismo tiempo con una riqueza incalculable y aún no estudiada de animales, plantas y árboles centenarios.

15 de febrero de 2019

¿Por qué la Amazonia colombiana concentra 65 por ciento de la deforestación en Colombia? ¿Quiénes son los responsables de este crimen de lesa naturaleza en pleno pulmón del mundo? ¿Qué implicaciones ambientales conlleva que siga creciendo? ¿Qué le hace falta al país para encontrar la fórmula que le ponga freno a la pérdida del bosque?

Estas y más inquietudes fueron abordadas en el primer foro regional de la Gran Alianza Contra la Deforestación realizado en San José del Guaviare, en donde más de 200 campesinos y habitantes del departamento tuvieron la oportunidad de dar su punto de vista sobre este flagelo y proponer posibles soluciones.

El foro, liderado por Carolina Urrutia, Directora de Parques Cómo Vamos, contó con la participación de Rodrigo Botero, Director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS); Edersson Cabrera, coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Ideam; Fernanda Calderón, directora seccional de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (CDA); y Margarita Pacheco, ambientalista y columnista.

Olmes Rodríguez, presidente de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de El Capricho, fue el representante de las comunidades. Llegó al Guaviare en 1999, cuando abandonó Ubalá (Cundinamarca) para ser raspachin, actividad que desempeñó por 15 años. Hoy es uno de los pocos que ha logrado erradicar la tala de su vida. Reverdeció su finca y lidera a 168 campesinos del corregimiento El Capricho en un proyecto de forestería comunitaria que le apuesta a que las comunidades vivan de los bosques y los protejan.

Sin embargo, la deforestación y la ilegalidad lo ofuscan. “Acá no hay legalización ni titulación. Por eso cualquiera que tenga plata coge tierra. Gente de afuera tumba 1.000 hectáreas de bosque por mes y todos saben quiénes son. Pero nos da miedo denunciar, muchos que lo han hecho están bajo tierra. Luego de la desmovilización de las FARC, el gobierno dijo que iba a ocupar esos territorios, pero no pasó. Por eso llegó gente a invadir”.

Rodríguez trabaja tratando de convencer a los campesinos para que hagan el cambio hacia la sostenibilidad, pero denuncia que en la región no hay justicia. “Las amenazas van contra los colonos que han habitado desde hace tiempo las áreas protegidas. Pero a los que tumban 1.000 hectáreas y meten tractores no les dicen nada. El castigo no es para el que tiene plata”.

Para Rodríguez, a las comunidades del Guaviare no les queda fácil dejar la ganadería, la única economía del departamento. “No hay más qué hacer. Necesitamos propuestas concretas, que venga alguien a trabajar con nosotros. Hay proyectos, pero van lento y el hambre no da plazo. No es llegar a prohibir. No comparto la idea de sacar a personas que llevan 15 años trabajando para ponerlas a mendigar. Al gobierno le compete llegar a acuerdos con la gente”.

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Emergencia planetaria

Rodrigo Botero aseguró que los bosques amazónicos están cerca a un punto de no retorno. “Ese bosque funciona como un regulador climático, un radiador que regula la temperatura mundial. Si vamos reduciendo el tamaño de ese radiador y le botamos más calor, terminará recalentándose y con el motor fundido. Eso ya lo vemos: baja alarmante de bosque, agotamiento en la capacidad de enfriamiento y aumento de calor hacia la atmósfera”.

La pérdida de la capacidad de enfriar de los bosques puede generar una crisis por agua. “Las nubes que vienen del Vaupés y del Yarí chocan con La Macarena, para luego pegarle en forma de agua al páramo de Sumapaz, que surte a la mitad del país. Estamos llegando a un punto de no retorno donde los bosques no van a tener la misma capacidad de regulación climática, lo que generará eventos de calor y lluvia más extremos”.

Para el experto, los suelos amazónicos más sensibles son los del Escudo Guayanés, el afloramiento rocoso más antiguo del planeta. “Ya está afectado por la deforestación y tardará 200 años en sanarse. La región no va a tener la capacidad de recuperarse”.

Lucha contra la informalidad

Al Guaviare llega gente de Caquetá, Meta y Arauca atraída por el mismo factor. Según Botero, es el sitio de la Amazonia más cercano a Bogotá, lo que hace que su tierra tenga un valor hacia el futuro. “Lo único que cuesta es tumbar y quemar bosque. Mientras haya mercado informal de tierras poco podrá hacerse. Ya todos saben quiénes ponen la plata para la motosierra y la maquinaria, pero no hay acciones para desmantelarlos”.

Botero dijo que hay mucha información sobre quiénes deforestan el bosque y las nuevas entradas a las áreas de los Parques Nacionales, pero no hay acción. “Detrás del conflicto de la formalización de la tierra hay de todo. Hace falta una instancia de trámite de justicia adecuada y que la aplicación de la ley tenga criterios de ponderación y priorización, es decir que diferencie entre los de poncho y ruana y los grandes terratenientes”.

Concluye que el peso de la ley no debe iniciar por el más débil, algo que genera resistencia y falta de gobernabilidad y credibilidad. “La población está esperando que la ley empiece por donde debe. Otro tema son las vías, que en Guaviare no tienen en cuenta al ordenamiento legal del suelo. Alguien tiene que tomar decisiones al respecto”.

14.000 árboles en una hectárea

Edersson Cabrera, coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosque del Ideam, dijo que 90 por ciento de Colombia antes era bosque, mancha que hoy abarca 52 por ciento. “Aún tenemos más de 59 millones de hectáreas con bosque, de las cuales más de la mitad está en la Amazonia. Desde que llegaron los españoles hemos implementado modelos productivos que no van con la vocación, que en la región es la forestal”.

Según este ingeniero forestal, en una sola hectárea de bosque natural hay más 14.000 árboles de al menos 600 especies diferentes, de las cuales solo dos son aprovechadas luego de la tala. “Muchos no comprenden que dependemos de los bosques de la Amazonia. Los cultivos de la Sabana de Bogotá necesitan de las lluvias de esta región. Si el bosque desaparece también las lluvias, y el modelo productivo colapsaría”.

Cabrera recalcó que sí es posible vivir del bosque. “Muchas zonas del país ya lo están haciendo, con árboles plantados o naturales. Hay extensas plantaciones en el Caribe que generan recursos económicos. La Amazonia es una región con gran potencial para arreglos agroforestales, pero es necesaria una economía forestal. El gobierno debe tener esa visión para el territorio y una asistencia técnica, pero también es necesario el apoyo de las comunidades: tienen que darse la oportunidad de creer”

Hizo un llamado para incentivar la riqueza ancestral y biodiversa del Guaviare. “Hay una buena carretera que comunica al centro del país con San José del Guaviare. Cuenta con pinturas rupestres, variedad de culturas indígenas y ríos multicolores, todo un bionegocio que debemos fomentar. Esta es la verdadera oportunidad en la región”.

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Economia forestal

Fernanda Calderón, directora seccional de la CDA, apuntó que la deforestación no es un tema de hoy. “Guaviare fue poblado por culturas con distintos modelos productivos, los cuales no son acordes con la vocación del suelo. Desde que fue creada la reserva forestal de ley segunda hay autonomía para vivir del bosque, pero es algo de suma dificultad, porque no es un proceso automático o inmediato. Colombia carece de economía forestal”.

“Los bosques del Guaviare están huérfanos”, anotó la directora. “La deforestación ha dejado pobreza, muertos y víctimas, y ahora en los bosques sólo habitan personas de la tercera edad. Los jóvenes migran a las ciudades y los mayores esperan que alguien les compre la finca para irse al casco urbano. Debemos trabajar muchas dinámicas y construir planes de acción desde el territorio, pero no desde la capital del país”.

Calderón dijo que la deforestación pone en riesgo los proyectos de cooperación internacional, “ya que son pagos por resultados. Como vamos estos proyectos no van a culminar ni la primera fase. Tenemos que llegarle a las comunidades con alternativas para que inicien proyectos agroforestales y fortalecer la cadena de valor para vivir del bosque”.

Destacó que con el Plan Nacional de Desarrollo vienen esfuerzos y políticas de gobernanza forestal. “Pero a nivel local debemos trabajar en los Planes de Ordenamiento Territorial, planificación predial y economía naranja. Los proyectos deben ser con las comunidades”.

Ojo con Chiribiquete

Margarita Pacheco, ambientalista y columnista, manifestó una profunda preocupación por el Parque Nacional Chiribiquete y Patrimonio de la Humanidad. “Es un centro de pensamiento chamánico que agoniza. Si sigue así Guaviare perderá la joya de la corona. Debemos hacer un llamado mundial para que el país tome medidas. Ojalá hubiera más formación de guías locales para que muestren las maravillas de la cultura ancestral”.

Respecto a la deforestación en la Amazonia, Pacheco señaló que está en riesgo la conectividad climática. “Si siguen talando en la región nos vamos a quedar sin agua en todo el territorio. Es preocupante el acaparamiento de tierras, una mezcla de codicia, poder y corrupción, un flagelo que al Sol de hoy no tiene acción concreta en su contra. ¿Dónde están los culpables?”.

La columnista enfatizó que poco sirve denunciar. “Cada hora perdemos 25 hectáreas de bosque. Hay imágenes que lo prueban. A ese paso en dos años no tendremos Amazonia. La pregunta es: ¿dónde está el Estado? ¿por qué las entidades no actúan integralmente? No solo las de control y vigilancia, sino las encargadas de judicializar”.

Voces comunitarias

La Gran Alianza destaca algunas de las ideas planteadas por los campesinos e indígenas en este primer foro en San José del Guaviare. Sin nombre propio, porque así lo pidieron, para evitar ser señalados.

  • “Acá no se ve toda la plata que dan los países europeos. La corrupción es enorme”.
  • “Deberían pagarnos por cuidar el bosque. La deforestación no es por comer vacas”.
  • “Los grandes terratenientes latifundistas les pasan plata a los funcionarios para tumbar 500 hectáreas de bosque. Pero nos culpan a nosotros de la tala masiva”.
  • “No hay comunicación con la comunidad. Acá mandan los grupos armados al margen de la ley, quienes nos prohíben tener hasta celular”.
  • “Si denunciamos algo nos convertimos en objetivo militar”.
  • Los indígenas hemos cuidado la tierra, pero ahora nos están atacando y vulnerando nuestros derechos”.
  • “Nueva gente está invadiendo los resguardos indígenas. Necesitamos protección, no limosna”.
  • “Nos duelen los bosques de la Amazonia, pero también el atropello a los ocupantes de estos territorios. Nos han puesto rótulos de narcos, guerrilleros y matachigüiros”.
  • “Hay que solucionar el problema de tierras. Los políticos no se han puesto de acuerdo para hacer una reforma agraria que nos dote de tierras”.
  • “Deberían quitarles las tierras a los terratenientes y ayudarnos a desarrollar proyectos productivos sostenibles”.
  • “Queremos volver la selva un negocio sostenible, pero tenemos problemas en la comercialización y en los mercados para los productos”.
  • “Sin voluntad política no hay nada. Vienen las elecciones locales, está en nuestras manos elegir bien”.
  • “La Caja Agraria, hoy Banco Agrario, también impulsó la deforestación. Cuando mi mamá pidió un crédito, lo primero que le dijeron fue que cuánto tenía talado en la finca, para así ayudarla”.

“En Guaviare ya hay polígonos georeferenciados para la exploración de hidrocarburos. ¿Ahora van a llegar las petroleras también?”.

  • “La informalidad de la tierra lleva a una desestabilización social, desplazamiento y ocupación indebida de los resguardos indígenas”.
  • “¿Quién controla las notarías que legalizan predios en zonas de reserva?”.
  • “Si nos quejamos por algo que haga el gobierno nos etiquetan como guerrilleros”.
  • “Nos han dado un espaldarazo a los que queremos cuidar el bosque”.
  • “Nos duele que nos traten de criminales y que a los terratenientes los dejen hacer de todo. Tienen que llegarle al campesino amigablemente”.
  • “Nos echan a la cárcel por tumbar dos palos. Y a los latifundistas no les pasa nada”.
  • “El gobierno no le llega al campesino con información que se entienda. Los temas de deforestación y de pérdida de bosques los manejan con lenguaje técnico, inalcanzable para las comunidades”.

Este es un producto periodístico de la Gran Alianza contra la Deforestación. Una iniciativa de Semana, el MADS y el Gobierno de Noruega que promueve el interés y seguimiento de la opinión pública nacional y local sobre la problemática de la deforestación y las acciones para controlarla y disminuirla.