INFORME ESPECIAL

Calidad del aire en Colombia: cuando respirar mata

El país aún no cuenta con estudios que permitan identificar la relación directa entre la contaminación del aire y las enfermedades que esta pueda causar. Este era un objetivo del Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021, pero no se cumplirá.

5 de julio de 2017

Hasta hace muy poco asociar la contaminación del aire con enfermedades respiratorias y cardiovasculares era una rareza. A lo mucho se consideraba que respirar una bocanada de humo del exosto de un carro en la calle podría generar irritación en los ojos y tos momentánea. Sin embargo, emergencias como la vivida a comienzos de año en Medellín y su área metropolitana demostraron que el tema amerita total atención, sobre todo en las zonas urbanas.

A finales del año pasado la Organización Mundial de la Salud confirmó que el 92 por ciento de la población mundial vive en lugares donde la calidad del aire excede los límites fijados de 10 micras para el material particulado PM2,5 y de 20 micras para el PM10. Unas 3 millones de muertes al año están relacionadas con la exposición a la contaminación del aire y el 90 por ciento de ellas se produce en países de ingresos bajos y medios.

Entre las principales fuentes de contaminación del aire se encuentran el transporte, la quema de combustible y desechos, las centrales eléctricas y las actividades industriales. En el caso de Colombia, cifras del Observatorio Nacional de Salud indican que en 2015 murieron 15.749 personas por causas relacionadas con la contaminación ambiental. Esto representa el 7,5 por ciento del total de muertes en ese año y es una preocupación nacional ya que se encuentra muy cerca del tabaquismo y la obesidad, que causaron el 8,74 y el 8,22 por ciento de los fallecimientos, respectivamente. Cerca de 10.892 muertes se asocian a la polución por material particulado, 4.427 a la quema de combustibles sólidos y 430 a la polución ambiental de ozono.

Las enfermedades que causaron la defunción de estas personas fueron las cardiovasculares en 8.882 casos, respiratorias crónicas en 3.863, infecciosas en 2.074 y cáncer en 930.

Asimismo, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), publicó a finales de 2016 el Informe del Estado de la Calidad del Aire en Colombia 2011-2015. En dicho estudio se realizó una comparación entre las tendencias de PM10 y 2,5 y el número de personas atendidas por infecciones respiratorias agudas, en la que se demuestra la influencia de la contaminación del aire en la salud de la población. A mayor concentración de material particulado en el ambiente, mayores casos reportados de enfermedades.

A pesar de esto, se hace énfasis en que dicha conclusión es solo una aproximación al análisis de la relación existente entre la contaminación atmosférica y los efectos en la salud.

Una variable difícil de medir

La salud es el último eslabón de la cadena y es el reflejo de lo que se ha hecho bien o no en las etapas anteriores. Es por eso que la calidad del aire solo empezó a tener mayor eco cuando se anunció que muchas enfermedades podrían asociarse a ella.

A pesar de esto, es casi imposible asegurarle a una persona que su enfermedad respiratoria fue causada exclusivamente por el aire que respira. “Según la evidencia científica actual el aire no se considera como un factor causal directo de enfermedades respiratorias crónicas y agudas, sino como un factor de riesgo asociado. Es decir, cuando analizo la relación entre la calidad del aire y la salud debo tener presente otros factores en los cuales la población está inmersa, tales como el consumo de leña en el hogar, el hacinamiento, la desnutrición, el tabaquismo, el bajo peso al nacer, entre otros”, asegura Adriana Estrada, directora de Salud Ambiental del Ministerio de Salud.

Según la funcionaria, actualmente una persona puede ir a consulta por una infección respiratoria aguda, pero es casi imposible que el médico pueda determinar con certeza que la enfermedad se originó debido a un contaminante en el aire que supera los niveles permitidos por la OMS.

Y es que si existen problemas para que los colombianos sepan en qué medida la contaminación del aire afecta su salud, también existen algunas falencias en la forma misma como se miden los contaminantes del aire.

De acuerdo con Óscar Julián Guerrero, uno de los investigadores del Ideam que realizó el Informe del Estado de la Calidad del Aire, la mayoría de sistemas de vigilancia en el país son manuales y es necesario hacer la gestión para que todos sean automatizados. Esto permitiría, como en el caso de Bogotá, que las estaciones de medición brinden reportes cada hora para que sea posible emitir alertas oportunas.

Además, no es posible hablar de que la calidad del aire de un departamento o municipio sea buena o mala. Los datos que otorga el Ideam se miran estación por estación y no son promediables. “Una estación en cierta área de la ciudad puede mostrar una contaminación de aire muy baja, pero otra en el extremo opuesto puede incluso poner en alerta a todo un sector”, explica Guerrero. 

Una meta incumplida

Hasta el momento hay algunos estudios que han permitido cuantificar las enfermedades y muertes asociadas a la contaminación del aire. Sin embargo, ninguno de estos se considera suficiente para trazar una política pública nacional, “eso se adelanta a través de estudios epidemiológicos que pueden durar varios años, pero en el momento no los tenemos”, asegura Adriana Estrada.

Durante mucho tiempo Colombia ha tomado como línea de base el estudio publicado por el Banco Mundial en 2007 y otro publicado en 2014. Colombia no cuenta con una metodología propia y según Estrada, algunos de los parámetros propuestos por el Banco no son aplicables en la misma escala para Colombia, pero se trabaja con ellos porque es la mejor aproximación que se tiene hasta el momento.

Por ejemplo, según el informe de 2014, durante 2010 los costos en salud por contaminación del aire correspondían al 1,12 por ciento del PIB de ese año. Así mismo, esta variable cobró la vida de 5.000 personas y causó tres veces más muertes que la falta de abastecimiento y salubridad del agua.

En un esfuerzo más reciente, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) realizó la actualización a 2015 del estudio de costos en salud asociados a la degradación ambiental.  La contaminación del aire generó 15,4 billones de pesos en costos de salud asociados a 10.527 muertes y 67,8 millones de síntomas y enfermedades.

Por otra parte, el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, le dijo a Semana Sostenible que es necesario mejorar el monitoreo del aire. “Tenemos un convenio con el gobierno de Corea del Sur para modernizar las estaciones, ya que de las 170 que tenemos solo 70 son automatizadas. Es probable que muchas ciudades tengan una situación grave pero no estén midiendo bien”. De igual forma aseguró que en agosto, en convenio con el Banco Mundial, se expedirá una nueva norma con estándares más exigentes para la calidad del aire.

A pesar de todos estos esfuerzos, el gobierno sigue con una gran deuda en salud, factor que preocupa a todos los colombianos. El Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021 se comprometió a que “en 2021 el país contará con estudios de la carga ambiental de la enfermedad y costos en salud de los eventos priorizados relacionados con el agua, el aire, el saneamiento básico, la seguridad química, el riesgo biológico y tecnológico, con estrategias de intervención en el ámbito territorial”. Han pasado seis años y aún no hay una política pública nacional coordinada para alcanzar esa meta. Está claro que será uno de los tantos compromisos que no se cumplirá y se postergará, pero que era vital para el progreso del país.  

Los contaminantes

• PM10 Y PM 2,5: las partículas más perjudiciales para la salud son las menores o iguales a 10 micrones de diámetro, que pueden penetrar y alojarse en el interior profundo de los pulmones. La exposición crónica a las partículas agrava el riesgo de desarrollar cardiopatías y neumopatías, así como cáncer de pulmón.

• Ozono: se forma por la reacción con la luz solar de contaminantes como el óxido de nitrógeno (NOx) procedentes de las emisiones de vehículos o la industria y los compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por los vehículos, los disolventes y la industria.