NACIÓN

Colombia le seguirá apostando a la energía fósil

El país insiste en satisfacer la demanda energética con el carbón, el gas y fuentes renovables convencionales como el agua. ¿Por qué es tan difícil apostarle a energías limpias como las provenientes del viento y el sol?

25 de julio de 2016

La búsqueda de nuevas formas de generación de energía se hace cada vez más apremiante y mucho se habla sobre las que provienen de fuentes renovables no convencionales como el viento, la energía solar, la biomasa, entre otras. Sin embargo, el camino para que el país deje de verlas como opciones complementarias no es nada fácil.

Esta semana se realizó en Bogotá la conferencia ‘Colombia: Acelerando la transición energética’. Sobre esa premisa opinaron entidades gubernamentales como la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) y agremiaciones e iniciativas privadas como la Asociación Colombiana de Energías Renovables (ACER) y la Alianza Colombiana de Energía Eléctrica Inteligente (Aceei).

La perspectiva de la Upme sigue siendo la tradicional: producir la mayor cantidad de energía con recursos fósiles al tiempo que intentan bajar las emisiones a través de políticas de producción limpia. La generación a través de fuentes renovables no convencionales continuaría con una participación pequeña dentro de la matriz energética del país. (Vea: ¿Por qué es importante el concepto de eficiencia energética?)

Jorge Valencia, director de la Upme, afirma que a nivel mundial el consumo de energía todavía depende  de recursos fósiles como el carbón, “en Alemania, un país que sin duda le ha apostado a fuentes no convencionales de energía renovable, su producción proveniente del carbón ha disminuido, pero sigue siendo la de mayor participación en la matriz energética”, comenta.

Valencia también dijo que dentro de las proyecciones de la entidad para 2040 la utilización de recursos fósiles seguirá siendo grande. “Uno de los escenarios más eficientes propone una matriz donde la generación hidráulica tendrá una participación del 59%, 16% la de gas, 10% la de carbón, 5% la eólica, 2% la solar y 8% otras fuentes”.

Creer en las energías renovables

El país sigue crudo en términos de materializar proyectos que trabajen con fuentes no convencionales de energías renovables. Alejandro Lucio, director de la Asociación Colombiana de Energías Renovables (ACER), asegura que es poca la inclusión de estos estos proyectos en la matriz energética del país. “Los proyectos se incluyen a través del cargo por confiabilidad, esa es la herramienta que tiene la regulación para la expansión del sector. Eso lo que hace es remunerar la cantidad de energía firme en momentos de escasez. Es muy difícil para una tecnología eólica o fotovoltaica garantizar esto porque su producción depende de que sople viento o haya luz”, asegura. 

Se depende de la naturaleza, diferente a un contrato de gas o una mina de carbón, casos en que la fuente está ahí siempre que se quiera utilizar. A pesar de que hoy la tecnología es más barata y los desarrollos están más avanzados, todavía es difícil garantizar la competitividad de las fuentes no convencionales de energías renovables vía cargo de confiabilidad.

Pero los obstáculos se acrecientan porque los esfuerzos gubernamentales siguen siendo pocos. Según Lucio, es importante que los planes de expansión de la Upme se definan en términos porcentuales a mediano y largo plazo para saber cuál es la inclusión real de las fuentes no convencionales de energías renovables en la política energética. La filigrana técnica vendrá en la medida que las señales para el inversionista sean claras “y en este momento no lo son”.

Potencial a pequeña escala

En este punto es muy importante la generación distribuida. Proyectos de autogeneración de energía donde el usuario pueda producir y consumir y entregarle excedentes a las redes. Esa reglamentación está en camino para proyectos menores de 1 Mega, también se acerca un decreto del Ministerio de Minas y Energía. Sin embargo, faltan detalles por reglamentar como la complementariedad de la red, es decir, cuánto se va a cobrar por tener el respaldo de la red eléctrica tradicional (por ejemplo, en el caso de la energía solar, esta se puede tomar en el día pero probablemente no sea suficiente para abastecer en la noche, en días lluviosos o de nubosidad).  El costo de ese cobro puede hacer viable o no un proyecto. (Vea: “Para superar las crisis hay que diversificar la matriz energética”)

Las Smart grid: una alternativa

Las Smart grid o redes inteligentes, son sistemas donde se genera y usa la energía, además se gestiona su demanda. Van enfocadas en atender directamente al usuario, en ayudarle a estar más cerca de la generación porque eso disminuye los costos, “si se tiene la generación al lado de su casa las pérdidas son menores y el usuario puede intercambiar esa  generación con otros usuarios”, dice Marino Cadavid, vicepresidente de la Alianza Colombiana de Energía Eléctrica Inteligente (Aceei).

Para las zonas no interconectadas es ideal ya que es difícil llevarles redes. “Así digan que no es fácil implementar los híbridos, tampoco es imposible. Nos falta más estudio y academia”, añade.

En Aceei no están muy de acuerdo con los planteamientos de la Upme, no creen que sea suficiente pretender reducir emisiones sin descarbonizar la matriz eléctrica y creen que el principal obstáculo es la resistencia a romper paradigmas.

“El país está interconectado hasta cierto punto, pero en muchas zonas no es tan viable seguir tirando redes. Es mejor ir a esos lugares y generar y atender en un punto mientras tienes gestión sobre él”, concluye Cadavid.