AMBIENTE

Los nervios por el nuevo gabinete de Trump

Es difícil ignorar que el gobierno que se está formando en Washington está lleno de gente que ha pasado su vida adulta promoviendo energías fósiles.

16 de diciembre de 2016

Después de la euforia del acuerdo mundial firmado en diciembre de 2015, la lucha contra el calentamiento climático vive con nerviosismo la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, conocido por sus posiciones anticlima.

Las buenas noticias que habían marcado el año, desde el pacto para eliminar los gases HFC hasta la resoluciones del transporte aéreo para limitar sus emisiones de carbono, todo ello mientras el acuerdo de París entraba en vigor en un tiempo récord, ratificado por 117 Estados.

Pero la elección de Donald Trump, en plena conferencia anual de la ONU (COP22), fue como una ducha de agua fría para los defensores del clima.

“Estamos a la espera. ¿Cuál será la verdadera política de la presidencia Trump? ¿Cómo reaccionarán las demás potencias?” se pregunta Thomas Spencer, del Instituto de relaciones internacionales (Iddri). (Vea: Premios Nobel preocupados por las políticas que podría implantar Trump)

Estados Unidos, segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero -dejó el primer lugar a China-, no se va a retirar necesariamente del Acuerdo de París.

Pero Trump, conocido por su posición anticlima y favorable a la desregulación, puede frenar su aplicación, que es de por sí compleja pues implica salir del carbón, del petróleo y del gas, fuente del 80% del calentamiento.

Es difícil ignorar que el gobierno que se está formando en Washington está repleto de “gente que ha pasado su vida adulta promoviendo energías fósiles”, indica el editorialista del New York Times, Thomas Friedman.

Nombrado en el Departamento de Estado, Rex Tillerson trabajó durante 40 años para el gigante petrolero ExxonMobil. El hombre es además muy cercano a Rusia, que no contempla ratificar el Acuerdo de París antes de 2019 o 2020 como indicó un consejero del Kremlin.

Así, los nubarrones se acumulan. Por ejemplo ¿qué ocurrirá con los compromisos financieros de París frente a los países más pobres, cuyo desarrollo debe hacerse mediante energías limpias si el planeta quiere seguir siendo habitable?

‘Un freno, no un desastre’

Esta elección de Trump “no será quizá un desastre, pero acabará frenando el proceso” opina Michael Oppenheimer, profesor en Princeton y especialista en política energética.

Donald Trump no podrá desde luego contradecir a un mercado en el que el carbón declina en beneficio del gas, o cae el precio de las energías renovables. Pero podría en cambio anular ciertas ayudas que permiten la aplicación de la ley Obama sobre la contaminación del aire, o ser sensible a las demandas de constructores automotores que desean una flexibilización de las normas sobre emisiones. (Vea: Trump ganó, ¿ahora qué pasará con el medioambiente?)

Esta ralentización también “hará dudar a otros países” advierte Oppenheimer, que piensa en India, cuarto emisor mundial “y aún ambivalente sobre la importancia” del esfuerzo contra el calentamiento.

“Es un ‘test’ fascinante”, subraya Thomas Spencer. “¿Servirá para algo el acuerdo de París? (...) Las señales enviadas por China e India, indican que les importa” el acuerdo, debido a sus intereses particulares (Lucha contra la contaminación, apuesta por la innovación, etc.) añade el experto.

Pero ¿quién puede dar el impulso a estas frágiles y largas negociaciones internacionales? Algunos piensan en la alemana Ángela Merkel. Otros consideran que será determinante la próxima reunión del G20.

Sorpresas de la naturaleza

En la COP22, en noviembre, la comunidad internacional reafirmó en todo caso su compromiso en favor del clima, en una “declaración de Marrakech”.

Pascal Canfin, director del capítulo francés del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), lamenta no obstante que “toda la energía política de la COP22 sirvió para resistir al potencial terremoto” político en Estados Unidos, y no permitió reforzar los compromisos medioambientales, pese a que el mundo debe intensificar su acción si quiere contener el calentamiento bajo +2 grados centígrados desde la época preindustrial.

Por el momento, los planes nacionales llevan al planeta hacia un alza de +3°C, sinónimo de masivos desajustes.

La concentración de CO2 en el aire alcanzó un nivel récord, aunque gracias a China las emisiones procedentes de energías fósiles son estables por tercer año consecutivo. Y los científicos acaban de lanzar una alerta sobre el escasamente publicitado ‘boom’ del metano, con peores efectos sobre el calentamiento que el CO2.

Entretanto, las inquietantes constataciones han proliferado en 2016, como las temperaturas récord en el Ártico o la  nueva reactividad del casquete polar en Groenlandia.

Por ello el margen de acción se reduce, ya que hemos esperado demasiado tiempo para actuar, resume Myles Allen, climatólogo en la Universidad de Oxford. “Y la naturaleza nos reserva aún muchas sorpresas”, advierte.