CRÓNICA

El renacer de una escuela en un histórico bastión de las Farc

En Las Mercedes, Caquetá, la guerrilla siempre fue la autoridad. Ahora que está en proceso de desarme, una empresa privada y algunas entidades del Estado pusieron la primera piedra de un posconflicto que será complejo.

14 de marzo de 2017

“La educación es paz”. Esta frase, que suena a cliché muy oportuno para estos tiempos de posconflicto, cobra sentido cuando se lee en una pared de la escuela rural de Las Mercedes, en los límites del Caquetá y el Putumayo. La pintó Luisa Pinilla, una artista contratada por Directv como parte de una actividad que buscaba restaurar la deteriorada planta física de la institución y, de paso, instalar dos paneles solares y un sistema de televisión satelital que complementará la formación de los 100 niños y jóvenes que estudian allí.

Junto a Luisa, otros 30 trabajadores de esta empresa llegaron a Las Mercedes para trabajar como voluntarios de la mano con la comunidad en el remplazo del techo del internado, la pintura de los salones, los escritorios y las sillas y la transformación de la biblioteca de la escuela. Simultáneamente, un equipo técnico instalaba los paneles que alimentarán con energía solar (porque allí no hay electricidad) el decodificador y el televisor que de ahora en adelante podrán ser utilizados por los profesores para hacer más entretenidas sus clases.

Francy Collazos, una estudiante de noveno grado, cuenta que los grados se hacen tradicionalmente en el internado, pero el techo de este recinto estaba tan deteriorado que durante la ceremonia del año pasado cayó un aguacero que mojó a todos los asistentes al evento. “Los muchachos de las otras veredas se burlaban de la situación del colegio y ahora dicen que les gustaría venir a tomar sus clases acá”, dice Collazos para mostrar la magnitud del cambio ocurrido en Las Mercedes.

“Esto nos llegó como caído del cielo”, afirma con emoción el rector Jorge Enrique Murcia. Y podría decirse que tiene razón, pues la actividad no habría podido llevarse a cabo sin la participación de la Fuerza Aérea Colombiana. Esta institución no solo lideró la iniciativa a través de su departamento de apoyo a las comunidades, sino que transportó desde Bogotá cerca de 5 toneladas de materiales para la intervención.

En la jornada también participaron dos excombatientes que están haciendo su proceso de desmovilización con la Agencia Colombiana para la Reintegración. Ellos colaboraron con los trabajos de refacción de las fachadas y del mobiliario de la escuela, pero se mostraron renuentes a dar sus testimonios para este artículo: sienten que su salida del conflicto es muy reciente y temen que la visibilidad pueda causarles problemas de seguridad.

Wílmer Méndez, profesor de los grados octavo y noveno, cree que la restauración de la escuela generará un sentido de pertenencia en sus alumnos y los animará a asistir y a cuidar el lugar. La televisión, por su parte, será una herramienta motivante tanto para los maestros como para los estudiantes. “Podremos usar esas ayudas audiovisuales para estimular a los jóvenes para que le pongan más interés a los temas, usted sabe que solo uno hablando toda la clase eso se pone difícil y la gente se aburre”, explica.

Pero ni Méndez ni Murcia saben todavía con certeza las posibilidades que ofrece la televisión educativa. Dentro de dos semanas tendrán que asistir a un proceso de formación para enterarse. Mientras tanto, Luis Guillermo Hernández, gerente de responsabilidad social de Directv, adelanta que el plan consiste en un paquete de contenidos especializados que se actualizarán todos los lunes y que estarán acompañados de métodos para introducir los temas a trabajar, así como de preguntas y conclusiones orientadoras para la discusión.

Según Hernández, “la idea no es remplazar sino complementar la labor de los profesores en el aula de clase. Luego del taller de formación, esperamos que ellos aprendan la metodología, la destruyan y luego se apropien de ella utilizándola de la forma que mejor les convenga”. Más allá de los detalles, el rector espera que la restauración de la escuela y la instalación del sistema de televisión “no solo sirva para generar orgullo en los pobladores, sino para que los muchachos no dejen tirada la escuela por irse a trabajar”.

Una gota de agua en un desierto de carencias

Juan Collazos dice que para la gente de Las Mercedes fue una gran sorpresa la llegada de esta comitiva de Bogotá para arreglar la escuela. “Yo no me lo había ni soñado y ahora estoy contento porque se generó una comunión entre la gente para sacar adelante el trabajo y los muchachos se van a desarrollar mejor”, dice este líder de la Junta de Acción Comunal de la vereda. Sin embargo, varias preocupaciones no dejan que la alegría de Collazos sea completa.

Las Mercedes es una vereda de Solano, un municipio de Caquetá que fue históricamente un bastión de las Farc. Ellas ejercieron a su manera la autoridad durante muchos años, y ahora que se encuentra en proceso de desarme, a los habitantes de este municipio los embarga una extraña mezcla de tranquilidad y preocupación. La primera porque ya no temen quedar en medio de las balas. La segunda, porque con la salida de las Farc quedó un vacío de poder que nadie sabe cómo se va a llenar.

Collazos cuenta que ya se están presentando casos de robos y conflictos comunitarios que se quedan sin resolver porque ya no existe la autoridad de la guerrilla. “Antes nadie se atrevía a coger lo del vecino porque sabían que las Farc lo tenían prohibido. Ahora no les importa y cuando uno les dice algo lo enfrentan y le responden que cómo va a hacer para evitarlo”, denuncia el líder comunitario.

El rector Murcia confirma lo enunciado por Collazos y suelta una frase que muestra las paradojas del conflicto armado que muchas veces son invisibles para la gente de la ciudad: “ya no está ese temor al castigo de la guerrilla y aunque no era la mejor manera de ejercer la justicia, al menos funcionaba efectivamente. Sentimos un vacío de autoridad y no sabemos qué va a pasar ahora que ellas no están”.

Aparte de esta incertidumbre, los habitantes de Las Mercedes esperan que el fin de la guerra con las Farc también sirva para salir del abandono en el que han vivido siempre. Para entender de lo que hablan, basta con mencionar que la vereda está a cuatro horas por río de la capital del departamento y a una hora de la cabecera municipal. Este aislamiento ha favorecido la consolidación de una agricultura cocalera que, como se sabe, es la única alternativa económica en estas zonas.

“Acá hay mucha pobreza, hemos estado olvidados y nunca nos han escuchado, pero tenemos fe de que esto cambie en esta época de paz”, dice Collazos. Por eso, sin negar la importancia de acciones como la ejecutada en Las Mercedes, es evidente que este esfuerzo será infructuoso si no se acometen acciones sostenidas y estructurales que integren a estas comunidades al país al que pertenecen.

Tal vez la frase que mejor resume esta necesidad la pronunció el teniente David Herrera durante el acto de clausura de las obras: “el desarme de las Farc implica que ya no tenemos que llegar a estas comunidades con las armas sino con las manos dispuestas a construir todo lo que no se ha hecho en estos años de guerra. La restauración de la escuela es sin duda un buen punto de partida, pero queda mucho por hacer”.