Hernando García, director del Instituto Von Humboldt. Foto: Pilar Mejía | Foto: PILAR MEJÍA

IMPACTO

“La ciencia no es la verdad absoluta”: nuevo director del Instituto Humboldt

Hernando García Martínez fue ratificado hoy por el presidente Iván Duque en la dirección de la prestigiosa entidad. Se trata de un biólogo que ama el bosque seco, papá de dos niñas, que cree posible conservar ecosistemas delicados y estratégicos, como los páramos, con la gente dentro de ellos. Aquí, una entrevista que le dio a SEMANA SOSTENIBLE antes de su nombramiento en propiedad.

15 de abril de 2020

El presidente Iván Duque acaba de ratificar en propiedad al biólogo Hernando García Martínez en la dirección del Instituto Alexander von Humboldt. Le recibió a Brigitte Baptiste la responsabilidad de comandar la autoridad ambiental mejor posicionada en el país, encargada de investigar la biodiversidad.

El profesional se desempeñaba como director encargado desde el pasado mes de octubre.  

García, conocido en el sector ambiental como Nando, es un optimista irremediable, papá de Juana y Laura, enamorado del bosque seco, dueño de 10 hectáreas de bosque nublado en San Francisco (Cundinamarca), nacido y criado en el Humboldt. Cuenta con orgullo que entró a trabajar hace 20 años como investigador junior, al año siguiente de haberse graduado en la Javeriana.

Luego se fue a España, donde estudió una maestría en ecología e hizo estudios de doctorado en biología en la Universidad Autónoma de Barcelona. Y volvió al Humboldt tras un corto paso por el Jardín Botánico de Bogotá. Pero ya no en el último eslabón de la cadena alimentaria, sino como investigador titular del programa de biología de la conservación de plantas y bosques.

Antes de recibir uno de los encargos más largos de su vida se desempeñaba como subdirector de Investigaciones de la entidad. Así es como ve al Humboldt y su misión el actual director.

A continuación el texto de una entrevista que García le dio a SEMANA SOSTENIBLE y que fue publicada en la edición de diciembre de 2019

Semana Sostenible: ¿Cómo es eso de pasar de portero a gerente de banco? ¿Cómo vio el Humboldt desde abajo y cómo lo ve ahora en la cabeza?

Hernando García: Entre 1999 y 2019 hay diferencia. La visión de Cristian Samper (el primer director del Humboldt, actual CEO de Wildlife Conservation Society) era entender la fuerza de la ciencia, por qué es importante, por qué decide. La mirada de Brigitte, por su parte, es la ciencia que transforma, impacta y tiene un rol social.

Le recomendamos: Dos salvavidas para que el bosque seco tropical no siga su ruta hacia la extinción

S. S.: ¿Y el Humboldt con Nando?

H. G.: Mi propósito es que sea una entidad que conecte la capacidad científica del país. Una perspectiva acorde con los orígenes del Humboldt, viendo y pensando qué requiere Colombia desde la ciencia.

S. S.: ¿Y qué requiere el país desde la ciencia ahora?

H. G.: Discusiones bien informadas. Creo que estamos en una dinámica, sobre todo en temas ambientales, de discusiones apasionadas y poco informadas.

S. S.: En ese orden de ideas, ¿cómo darle punto final, no suspensivos, a una discusión como la de las cuotas de captura de tiburones, por ejemplo?

H. G.: Desde el Humboldt no tenemos estudios poblacionales de tiburones. Es un tema del Invemar, porque es marino. Pero yo sí creo que uno debe llegar al punto en que la biodiversidad, en un marco de sostenibilidad, sea objeto de uso, como alternativa de algunas comunidades. El punto final se da con datos que muestren cómo están las poblaciones de estas especies.

S. S.: ¿Así funciona la ciencia?

H. G. La ciencia no es la verdad absoluta, pero puede informar un debate, y dar una base muy robusta para una discusión social. La ciencia tiene una responsabilidad con el tema de aprovechamiento sostenible, para entender si las especies que usan las comunidades realmente pueden ser aprovechadas y si las vamos a tener en el territorio donde son utilizadas.

S. S.: Pero hay temas donde no podemos darnos el lujo de ensayo-error. Amazonia, por ejemplo.

H. G.: Claro.

S. S.: ¿Deforestación?

H. G.: En el bosque de palma de cera de Tochecito, por ejemplo, no hay oportunidad de error.

S. S.: ¿Y en cuanto a páramos?

H. G.: Cuando sucede la ola invernal en 2010 y el país se da cuenta de que una de las primeras medidas de adaptación a lo que puede ser realmente una ola invernal es conservar estos ecosistemas estratégicos se genera un gran aprendizaje, y creo que empezamos a mandar la señal de por qué son importantes los páramos para el mantenimiento del agua, para la regulación del recurso, tanto en épocas de abundancia como de escasez.

S. S.: ¿Con gente o sin gente?

H. G.: Tenemos la idea de que un ecosistema se conserva en la medida en que se protege de sus usos y de la gente que vive dentro de ese ecosistema. No hemos logrado entrar al desarrollo sostenible. Estamos en la conservación de unas áreas con mínimo impacto, mínima presencia. Yo creo que el del páramo fue un gran mensaje. Como Instituto Humboldt, rápidamente nos movilizamos a dar una respuesta informada para tomar una decisión frente a dónde están los páramos en el país. Además, empezamos a brindar todos los insumos, no solamente biofísicos –que es muchas veces lo que la gente interpreta–, sino también sobre el entendimiento del contexto social, político y económico de los páramos.

S. S.: Y ahí se fue enredando la cosa...

H. G.: Claro, porque la decisión fue conservar los páramos, y no se puede hacer ningún tipo de actividad dentro. Desde el Instituto vemos que es posible conservar ecosistemas estratégicos, como los páramos, con la gente adentro. Lo que requiere es un gran pacto, pues no todo lo que se está haciendo dentro del páramo está bien; es decir, hay situaciones de colapso por un uso y aprovechamiento no sostenibles. Pero también vemos muchos casos de aprovechamiento y uso de ese territorio; variables ecológicas, como el estado de salud de esa zona, que indican que está bien, que hay sostenibilidad en ese uso.

S. S.: ¿Y el aprendizaje?

H. G.: Una decisión basada en ciencia sin concertación social genera un mayor conflicto. Esto ha llevado a que un instituto basado en ciencia y conocimiento técnico y científico hoy reconozca que la ciencia no debe ser la decisión final.

S. S.: ¿O sea que el punto final no está en ustedes?

H. G.: El punto final no está en nosotros.

Le sugerimos: Colombia logra segunda reproducción de escarabajos en laboratorio

S. S.: ¿Entonces?

H. G.: Nosotros no generamos decisión política; nosotros generamos insumos técnicos y científicos que orientan múltiples tipos de decisiones políticas, sectoriales, sociales. Muchos tipos de decisiones.

S. S.: Volvamos al tema de la Amazonia. ¿Cómo puede ayudar la ciencia a parar la deforestación?

H. G.: Modelando el tema de deforestación en la Amazonia nos hicimos dos preguntas. Una, cuáles son las áreas de mayor importancia ecológica que, siguiendo la tendencia actual, pueden ser frentes de deforestación. Eso, para anticiparse y llevar algún tipo de solución a esas zonas, que no sean las economías ilícitas. Y la otra pregunta es por qué áreas que se debieron haber deforestado siguiendo las tendencias y trayectorias no se deforestaron. La respuesta es: porque ahí había comunidades organizadas.

S. S.:¿La gobernanza entonces es la solución?

H. G.: Creo que no es un cambio rápido, no es un cambio inmediato, pero sí hay que trabajar en el fortalecimiento de la gobernanza, y eso es un reto para la ciencia. Y claro, se necesita presencia del Estado.

El Instituto Humboldt fue creado en 1993 para ser el brazo investigativo en biodiversidad del Sistema Nacinal Ambiental (Sina). Foto: Felipe Villegas

Vivir de la biodiversidad

S. S. ¿Qué está aún por descubrir?

H. G.: Hay que descubrir cómo realmente la biodiversidad es un motor de desarrollo e impacta en una bioeconomía de país.

S. S. ¿Cómo podría impactar?

H. G.: Uno ve muchas pequeñas historias de éxito que suceden con comunidades, que generan un encadenamiento productivo pequeño y empiezan a cambiar sus modelos. Pero si nosotros queremos que el país de la biodiversidad realmente se mueva de una economía a una bioeconomía, pues nos toca pensar en otra escala. Yo creo que ahí falta mucha investigación en bioprospección, hecha por colombianos y por entidades científicas del país. Bioprospección hacia todo el tema farmacéutico, nutracéutica y cosmética. Miremos el caso de Brasil con Natura (multinacional de cosméticos elaborados con productos de la selva)...

le puede interesar: ¿Dónde habitan las más de 1.900 especies de aves que hay en Colombia?

S. S: Por qué nosotros no podemos tener un Natura...

H. G.: Lo podemos tener. Realmente se necesita una inversión muy fuerte en ciencia y tecnología que conecte la base científica que ya está Colombia. La Universidad de los Andes acaba de instalar la mayor capacidad de investigación en el país en metabolómica, que es coger diferentes tipos de plantas y, con un escaneo sobre el genoma de estas, identificar si están los genes claves para que generen ciertos metabolismo o ciertas sustancias que están relacionadas con la farmacéutica, la nutracéutica y la cosmética. Se ahorran cantidades de años en investigación.

S. S. ¿Cuál es la indagación que siempre ha querido hacer, pero nunca ha tenido tiempo para dedicarle?

H. G.: Cómo trabajar en investigación con financieros, economistas, administradores de empresas, físicos, matemáticos para buscar soluciones de mercado con la biodiversidad. Cómo impactamos en los mercados; qué debemos encontrar en la biodiversidad que sea impactante en las economías, pero que tenga implicaciones sobre el PIB, no solamente sobre esa comunidad que logró un encadenamiento local con mermelada de asaí. No es fácil atraer investigadores de otras disciplinas.