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COP 21

Los bosques como instrumento de lucha

Tras la apertura de la cumbre sobre el cambio climático ayer en París, este martes se discutieron distintas formas de proteger los bosques que expiden el oxígeno que respiramos.

1 de diciembre de 2015

El acuerdo climático que se prevé adoptar los próximos días situará la conservación y restauración de los bosques como instrumento fundamental de lucha contra el calentamiento global, a diferencia del Protocolo de Kioto, que se centró solo en la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) por parte de los países ricos o desarrollados.

A propósito, un centenar de los más de 180 países que han presentado contribuciones, entre ellos, la mayoría de Estados latinoamericanos, prometen reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mediante la preservación o restauración de su masa forestal. Esto implicaría una inversión considerable en el sembrado de árboles para compensar la deforestación producto de la tala, tanto como la prohibición de ésta en determinadas circunstancias.

En una declaración, Alemania, Noruega y Estados Unidos se comprometieron a reunir 5.000 millones de dólares entre 2015 y 2020 si los países con más bosques miden, reportan y verifican reducciones de emisiones procedentes de la conservación o restauración de sus masas forestales.

El portavoz de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), Jorge Furagano, explicó que están tratando de crear un Fondo Indígena Amazónico que canalice fondos para la conservación de los bosques. "Queremos un manejo transparente de las donaciones que los países ricos destinan a la preservación y restauración de bosques a través de ese fondo", dijo.

Por su parte, Berenice Sánchez, de la comunidad Otomí de México, fue severa y denunció que en lo relativo a bosques "se está hablando más de dinero que de soluciones". Sánchez consideró que lo que hay que hacer es "cambiar el sistema económico, el sistema de producción, el sistema capitalista" y emplazó a las empresas a quitarse "la careta verde".

¿Corte Internacional de Justicia Ambiental?

Por su parte, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, presentó una propuesta bastante ambiciosa: la creación de una Corte Internacional de Justicia Ambiental que permitiría sancionar todos los “atentados” cometidos contra la naturaleza. Además, denunció el cinismo de “privatizar los beneficios productos de la explotación de recursos mientras se socializan sus consecuencias adversas”, que según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quienes más las sufren son los países pobres donde más se busca extraer recursos. Hasta el momento, sin embargo, no se ha entrado a discutir la estructura del organismo internacional planteado por Ecuador.

Nicaragua, a su turno, dijo que la posición de "justicia climática" establecería mayores responsabilidades a los países más contaminantes (Estados Unidos y China) e incluiría una propuesta para que las naciones en desarrollo sean indemnizadas por los efectos negativos del cambio climático.

Gases de efecto invernadero e importancia de los bosques

Los bosques expiden el oxígeno que necesitamos para vivir tras absorber el dióxido de carbono que exhalamos (respiración celular). Basta una estación completa con un solo árbol frondoso para producir el oxígeno que 10 personas respiran en un año.

Las emisiones de gases de efecto invernadero, a su vez, no solo generan calentamiento global: también acidifican el mar (disminución del pH del agua) destruyendo con ello el ecosistema marino. Debido a que el plancton (vegetal marino) produce hasta el 50% del oxígeno necesario para la vida terrestre, la vida en la tierra depende de la vida en el mar.

A propósito, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, hizo una observación que llamó la atención de los Estados miembros de la ONU. “El crecimiento ilimitado es imposible, porque si bien la tecnología y la eficiencia amplían los límites, no los eliminan”, agregando que si estos no se establecen bajo una “acción concertada” de la humanidad, será la naturaleza misma quien los imponga en modalidad de una “pesadilla”.

En su discurso sobre el cambio climático en New York (EE.UU.) en 2014, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, por su parte, expresó: "Si no podemos nadar juntos, nos ahogaremos. No hay un plan B, porque no hay un planeta B".