Foto: Cortesía La Patria

DESASTRES

¿Cómo Manizales se salvó de una tragedia peor que la de Mocoa?

Omar Darío Cardona, ex director de Gestión del Riesgo, dice que la catástrofe no fue mayor gracias a que Manizales es la ciudad mejor preparada para los desastres. Aun así, Corpocaldas estima que nuevas obras costarán más de 50.000 millones.

19 de abril de 2017

Por: Antonio Paz Cardona / Editor de la Revista Semana Sostenible

No ha pasado ni siquiera un mes de la tragedia de Mocoa y el país ya recibió otra mala noticia en la madrugada del 19 de abril. 18 barrios de Manizales se vieron afectados por una enorme avalancha que, hasta el momento y según datos oficiales del Puesto de Mando Unificado en la capital caldense, deja 16 fallecidos, 23 heridos, 9 personas reportadas como desaparecidas, 500 familias damnificadas y 80 viviendas con algún grado de destrucción. El Gobierno decretó Calamidad Pública en la ciudad.

Carlos Iván Márquez, director de la Unidad para la Gestión nacional del Riesgo de Desastres (Ungrd) dijo que se espera que en la tarde del jueves los puntos críticos estén restablecidos y que la búsqueda de desaparecidos sea un hecho que se pueda ejecutar. Desde Bogotá, la Unidad envió Asistencia Humanitaria de Emergencia para 500 familias a quienes también se les darán subsidios de arriendo. “Vamos a movilizar 26 máquinas para la limpieza de los diferentes puntos, complementaria a la que ya tenemos acá en el departamento de Caldas”, aseguró.

Mocoa y Manizales comparten una similitud en sus tragedias: ambas ciudades cuentan con suelos altamente susceptibles, conformados en gran parte por ceniza volcánica y que ante grandes concentraciones de agua tienden a convertirse en una especie de jabón.

Sin embargo, son más las diferencias que los puntos en común. Contrario a Mocoa, Manizales es un ejemplo nacional e incluso mundial debido a sus planes de gestión del riesgo. La capital del departamento de Caldas durante años no ha escatimado esfuerzos en el mejoramiento de su Plan de Ordenamiento Territorial (POT), sus obras de prevención y sus planes de emergencia y contingencia. “La prevención y la gestión del riesgo han sido prioridad en la agenda política de la ciudad. Si hay algo que no se puede decir en este caso es que lo sucedido fuera por descuido y desinterés”, afirma Omar Darío Cardona, ex director de la entonces Dirección Nacional  para la Prevención y Atención de Desastres de Colombia entre 1991 y 1995.

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Cardona ha sido consultor de organizaciones como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En el 2004 fue laureado por Naciones Unidas en Ginebra con el Premio ‘Sasakawa‘ de Prevención de Desastres y es una autoridad en el tema. Además, es oriundo de Manizales y conoce muy bien los avances y retos de la ciudad.

Según dice, aunque lamenta profundamente la pérdida de vidas, la tragedia hubiera podido ser peor. “La ciudad ha sido juiciosa en el tema. En otro lugar del país esto hubiera sido una catástrofe más espantosa que la de Mocoa”. 

Y hay razón en lo que dice. Ninguna población del país puede darse el lujo de decir que cuenta con cerca de 970 obras de estabilidad. De hecho, hace poco Manizales terminó un proyecto de 5 millones de dólares destinado a hacer investigación en gestión del riesgo, el cual fue financiado por el mismo municipio, Findeter y la Corporación Autónoma Regional de Caldas (Corpocaldas).

Sin embargo, se debe tener en cuenta que el riesgo y la vulnerabilidad se pueden reducir, pero nunca habrá ‘riesgo cero’. Aún así, como ocurre en casi todas las ciudades colombianas, múltiples asentamientos humanos se han establecido  en zonas de alto riesgo. “Desafortunadamente lo que se hace en prevención no se ve y un desastre solo muestra lo que no se alcanzó a hacer. Para poner un ejemplo, es como si Manizales hubiera estado preparada para un terremoto grado 8, pero justo ocurrió uno grado 9. No se trató de un descuido, pero hay que seguir previniendo”, asegura Cardona.

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Además, la cantidad de lluvia que cayó en la capital caldense durante 6 horas fue totalmente atípica. Bajó más agua que la fatídica noche de Mocoa. Según los datos de la estación hidrometeorológica Hospital Caldas, cayeron 156 milímetros (mm) de lluvia, la misma cantidad de agua que suele caer durante un mes. La ciudad estaba preparada para la situación pero también es cierto que contó con suerte de no vivir una catástrofe aún mayor.

“Manizales ha estado preparada para las lluvias, pero ahora el reto de todas las estrategias que vienen es prepararse para estos nuevos fenómenos de caída de mucha agua en muy poco tiempo”, asegura Juan David Arango, director de Corpocaldas.

Cardona profundiza en lo que pasó. “Cuando ya tienes  156 mm de lluvia con suelos altamente susceptibles, estos se saturan y se vuelven ‘chorreaderos’. Ocurrió un fenómeno conocido como deslizamiento traslacional. Había mucha agua encima de los suelos y con lo que llovió era como si todo el territorio que ocupa Manizales fuera una gran piscina que alcanza unos 15 centímetros de altura”.

Sin embargo, esta no es la primera vez que se sufre por cuenta de deslizamientos. Por ejemplo, la ciudad vivió 32 avalanchas en marzo de 2003, otras más en octubre de ese mismo año y situaciones similares, aunque  en diferentes proporciones, se repitieron en 2007, 2008 y 2015. Muchos críticos aseguran que desde hace tiempo la mejor solución era trasladar de sitio la ciudad, en lugar de invertir millones y millones de pesos en adecuaciones de terrenos tan complejos. No obstante, lo anterior no es fácil, pues entran en juego factores económicos, sociales y culturales.

¿Qué viene ahora?

Después de la emergencia Corpocaldas está determinando el área de influencia de los deslizamientos, monitoreando toda la ciudad y tomando acciones básicas como taponamiento de grietas, mientras se llevan a cabo las obras finales.

A pesar de lo sucedido, otra de las fortalezas de la ciudad es que cuenta con 48 estaciones hidrometeorológicas propias que permiten conocer cómo llueve en cada barrio. De hecho, ese monitoreo permitió una acción rápida en el momento del desastre.  “El Ideam tiene tres estaciones pero están lejos de la ciudad y no son suficientes para tener reportes tan precisos”, comenta Cardona.

La capital del departamento de Caldas ya está pensando en cómo sobreponerse a la crisis. Arango asegura que Corpocaldas tiene identificados 300 puntos críticos donde hay que intervenir en la ciudad. “Los cálculos aproximados que llevamos hasta el momento indican que se necesitarán por lo menos 50.000 millones de pesos para las obras”.

Según le dijo a Semana Sostenible, habría que reasentar a por lo menos 6.000 familias que viven en lugares donde el riesgo no se puede remediar con trabajos de adecuación. “Necesitamos la ayuda del gobierno nacional. Otro reto enorme es encontrar los lugares para hacer esas reubicaciones porque la ciudad tiene muy poco suelo disponible”.

Sin embargo, asegura que la gestión del riesgo no es solo obras y que desde antes de la avalancha la Corporación venía trabajando en la incorporación del riesgo en el ordenamiento territorial y en la estrategia de conocimiento para que los manizaleños sean conscientes de la amenaza y la vulnerabilidad.  “Es importante trabajar en educación con las comunidades. En las zonas cercanas a los deslizamientos se encontraban escombros, residuos, cultivos, malas entregas de acueducto y alcantarillado y mala gestión de aguas lluvias”, asevera Arango.

Según Omar Darío Cardona, el Plan de Gestión del Riesgo de Manizales es uno de los pocos en Colombia que cumple con todos los requerimientos y que, junto con un plan de emergencias, está incluido en el Plan de Desarrollo de la Administración actual.

El desafío viene con la gran cantidad de obras de protección, control y estabilidad. El presupuesto no les alcanzará para hacer todo y también vienen trabajos de reforestación que sin duda serán costosos.

“Más prevención que atención”

Cardona cree que debido al momento que atraviesa el país sería importante que varias instituciones del Estado tuvieran un papel más relevante en cuanto al riesgo.

Por ejemplo, asegura que el Fondo Adaptación necesita ampliar su campo de acción en el país ya que parte de su misión es adaptar las regiones al cambio climático. En segundo lugar, cree que todas las Corporaciones Autónomas deben incorporar la gestión del riesgo y la adaptación al cambio climático dentro de sus misionalidades. También añade que si el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac) no es capaz de hacer la cartografía  de los municipios del país, será prácticamente imposible contar con mapas de prevención y que no es suficiente con los esfuerzos de los ministerios de Ambiente y de Vivienda.

Finalmente, lanzó una dura crítica a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), ya que, según él, se ha dedicado primordialmente a la ayuda humanitaria y la atención de la emergencia. “Se convirtió en una repartidora de mercados y de tejas. Una repartidora de ‘platicas’ para mostrar la presencia del Gobierno Nacional e intereses politiqueros. Poco les interesa el tema de ordenamiento territorial. Se dedicaron al manejo de desastres y se olvidaron del  conocimiento y el manejo del riesgo, que son sus otros dos objetivos”.