El tratado prohíbe, a partir de 2020, la producción, exportación e importación de objetos que contengan mercurio. Igualmente obliga a los países firmantes a crear planes de acción para disminuir y erradicar el uso de este metal pesado, así como a promover alternativas a éste dentro de la comunidad.
“Este tratado ayudará a proteger tanto el medio ambiente como el derecho a la salud”, indicó Juliane Kippenberg, investigadora principal de los derechos del niño de Human Rights Watch, en un comunicado de esta organización, la cual exhortó a los países a ratificar el tratado lo antes posible.
Entre 10 y 15 millones de personas en el mundo (principalmente en Latinoamérica y África) usan el mercurio en la minería artesanal, para separar las partículas de oro. Para ello, queman la amalgama de mercurio y oro, y el primero se convierte en un gas tóxico que ataca el sistema nervioso central. También puede causar daño cerebral irreversible.
Otros de sus efectos en el organismo son: insuficiencia renal y respiratoria, alteraciones en la visión, memoria y audición, y aumento de la presión arterial y ritmo cardiaco.