Alejandro Gaviria, rector de la Universidad de Los Andes, Ximena Rueda y Sandra Vilardy, profesoras de la misma institución. Foto: CODS

MEDIO AMBIENTE

¿Qué pasará con los océanos y la agricultura si se acentúa el calentamiento global?

Las intervenciones humanas están poniendo en riesgo tanto los ecosistemas marinos como terrestres, a pesar de que su estabilidad es clave para la supervivencia del plantea y la seguridad alimentaria. Análisis de dos expertas.

24 de febrero de 2020

El calentamiento global es una de las preocupaciones latentes de la humanidad y por ello la importancia de que se evalúen acciones que puedan mitigar esta problemática, que está llevando no solo a que los océanos se calienten y las temperaturas del mar suban, poniendo en riesgo a millones de especies; sino a que se afecten actividades tan importantes como la agricultura. Estos dos frentes son clave para la supervivencia de la población mundial.
Esta fue una de las conclusiones de la quinta edición de la cátedra abierta Nuestro Futuro, del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), en la que Sandra Vilardy y Ximena Rueda, profesoras de la Universidad de Los Andes, analizaron esta realidad y explicaron las medidas que se deberían tomar para proteger los mares y la tierra. 

Vilardy, bióloga y doctora en ecología, manifestó que el desconocimiento sobre los océanos, los pone en peligro, a pesar de su importancia. Estos ecosistemas cubren el 71 por ciento de la superficie del planeta y son una fuente importante de alimento para miles de millones de personas en el mundo. 

A su juicio,  que las personas tienen más conocimiento sobre la superficie de Marte que de los océanos, razón por la cual los mares están en desventaja frente a otras actividades como la agricultura, por lo que se requiere mayor inversión y conocimiento que permitan tomar medidas y acciones tendientes a protegerlos. 

La experta argumentó que en el mar existen entre 500.000 y 10 millones de especies marinas.  "Los océanos han sido utilizados por los seres humanos para alimentación, extracción de materiales y uso del espacio".  Precisó que desde 1960 las tasas de consumo de pescado incrementaron el doble de la tasa de crecimiento de la población. En 2017, la producción mundial de pescado alcanzó un máximo histórico de 173 millones de toneladas y actualmente la pesca industrial cubre una extensión cuatro veces mayor a la de la agricultura. 

Ha sido tan dinámico el desarrollo de esta actividad, que desde 1970 la acuicultura ha crecido en una tasa del 8 por ciento anual, superando el porcentaje de crecimiento de cualquier otro sistema de producción de alimentos.  Aquí, resaltó Vilardy, 12 por ciento de la pesca se utiliza para alimento en la acuicultura y la ganadería y para comida de mascotas.

En lo que hace referencia a la extracción de materiales, la industria de petróleo y gas ha tomado una presencia importante en los océanos. Casi el 70 por ciento de los principales descubrimientos de yacimientos de hidrocarburos entre 2000 y 2010 se dieron en alta mar y se han ido moviendo a aguas más profundas. "De hecho, se han otorgado licencias de exploración de minería en más de 1,3 millones de km2 de fondo marino en áreas más allá de las jurisdicciones nacionales", asegura.

Precisamente, una de las grandes problemáticas que afrontan los océanos son las intervenciones humanas que están representadas en actividades como el transporte marítimo, la fibra óptica, las tuberías submarinas por hidrocarburos, el turismo y la relación que tiene el 40 por ciento de la población mundial que vive a menos de 200 kilómetros de la línea de la costa.

Sandra Bilardy. Foto: Centro de ODS de Los Andes

Estas intervenciones han generado una serie de efectos: el océano se ha calentado más de lo normal, al punto que las olas de calor marino se han duplicado, hay una pérdida de oxígeno desde la superficie hasta los 1.000 metros; la medida de nivel del mar está aumentando. Si la situación sigue así, se presentará una disminución de biomasa mayor en los trópicos, se generará pérdida de hábitat y de diversidad de especies, la capacidad adaptativa será menor y los corales, que ya están en riesgo alto, podrían desaparecer.

Le recomendamos: Sea un ciudadano más amigable con el medio ambiente en el 2020

Frente a esta difícil coyuntura, según Sandra Vilardy, la posibilidad de que el hombre se adapte al cambio climático y se logren mitigar sus efectos dependerá de la conciencia que como seres humanos tomemos sobre los ecosistemas que habitamos. 

Los retos del agro

En la conferencia también se abordó la problemática a la que se enfrenta la agricultura y los retos que tiene esta actividad frente al cambio global. Ximena Rueda, profesora de Los Andes, dijo que la estabilidad climática registrada en los últimos 12 mil millones de años, está en peligro por el calentamiento global.

Si la temperatura sigue en aumento y llega a 2 grados centígrados adicionales en los próximos años, los ecosistemas sufrirían alteraciones irreversibles y esta actividad que ha sido el motor del crecimiento económico en el mundo, puede verse seriamente afectada. Puso como ejemplo lo que ha sucedido en el país con el café. Comentó como en 1872, su producción era prácticamente insignificante, luego comenzó a cultivarse en Santander y Cundinamarca y, con la colonización antioqueña, empezó a popularizarse en otras regiones del país. En 1932 Colombia ya era el segundo productor mundial de este grano y lo siguió siendo en los años posteriores.

Al realizar un análisis a escala global, Rueda explicó cómo seis países proporcionan el 30 por ciento de los alimentos que circulan en el mercado global: China, Estados Unidos, India, Brasil, Rusia y Ucrania. Se trata de naciones que tienen grandes extensiones de tierra y un grado alto de tecnificación. El problema, como dijo Rueda, es que si se presenta una crisis en alguno de estos países, las repercusiones serán globales.

En estos países, durante los últimos 20 años, los cultivos de productos básicos como el arroz y trigo no han crecido, mientras que los de aceite de palma y soja, por ejemplo, han aumentado exponencialmente. En el caso del aceite de palma, la profesora explicó que se están cometiendo varios errores. Muchos de estos cultivos son para la producción de biodiésel por incentivos de los gobiernos. Sin embargo, por estos incentivos se han destruido miles de bosques, principalmente en ndonesia y Borneo, liberando grandes cantidades de carbono en la atmósfera. 

Profesora Ximena Rueda. Foto Centro de ODS de Los Andes

Otros datos interesantes dados a conocer en la conferencia son los siguientes: cuatro compañías controlan entre el 75 y 90 por ciento del mercado global de granos, 10 compañías son responsables de cerca del 40 pro ciento del mercado global de ventas de retail; cinco empresas comparten el 68 por ciento del mercado global agroquímico y tres empresas controlan el 50 por ciento del mercado de las semillas. "Para generar cambios, es necesario hablar con esas 100 compañías más grandes que controlan el mercado de la agricultura contemporánea y que podrían transformar la cadena de valor".

¿Cómo adaptar la agricultura al cambio climático?

Frente a este interrogante, Rueda manifestó que existen por lo menos tres retos inmediatos. Primero, el agua no está siendo utilizada de manera eficiente. El 70 por ciento del agua mundial se utiliza en agricultura, la del consumo humano no alcanza siquiera el 8 por ciento. Una de las grandes problemáticas es que subsidio que se le ha impuesto al agua por parte de algunos gobiernos ha generado que no se haga un buen uso de este preciado líquido, ocasionando un alto costo ambiental.

Le sugerimos: "El mundo debe incrementar las metas de reducción de gases contaminantes": Manuel Rodríguez

A esto se suma que el uso de fertilizantes está desbordado en países como Brasil, China e incluso Colombia, lo que genera contaminación que llega a los ríos y afecta la diversidad genética de los ecosistemas, impactando también las zonas costeras.

Por otro lado, es urgente que los gobiernos inviertan en investigación sobre diversidad genética agrícola. En Estados Unidos, por ejemplo, el presupuesto para investigación agrícola se ha sostenido desde 1970, mientras que las empresas privadas sí han aumentado sus inversiones. 

Un tercer aspecto es que debe existir un pacto para sacar a quienes viven en condiciones de pobreza y trabajan en agricultura. Existen 2,1 billones de personas pobres y 767 millones viviendo en pobreza extrema. El 95 por ciento de la población rural en condiciones de pobreza vive en el sudeste asiático y en África subsahariana. 

Frente a estas temáticas, el rector de la Univesidad de Los Andes, Alejandro Gaviria, dijo que son dos Objetivos de Desarrollo Sostenible esenciales para cumplir con otros que se refieren al mejoramiento de la calidad de vida humana. "Descuidando la biósfera, difícilmente se alcanzarán objetivos sobre salud, reducción de pobreza o crecimiento económico", concluyó.