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CIENCIA

Smartphones, no tan inteligentes para el planeta

Han pasado diez años desde que Apple lanzó su primer iPhone al mercado. Desde entonces, se han vendido casi 7.000 millones de teléfonos inteligentes en todo el mundo, causando un gran impacto en el planeta.

10 de marzo de 2017

Son las ocho de la mañana, el tren está repleto de gente que se dirige a su trabajo, y es difícil  encontrar a alguien que no esté mirando fijamente la pantalla de su teléfono inteligente.

Entonces, aparece un mensaje de Greenpeace en Twitter. “Piense dos veces en el impacto que tiene su querido dispositivo”, recuerda.

Desde que el primer iPhone de Apple apareció en el mercado en 2007, se han producido más de  7.000 millones de teléfonos inteligentes en el mundo, lo que equivale más o menos al  número de personas en el planeta. Sonaría muy romántico si cada persona tuviera un solo teléfono para toda su vida. Sin embargo, esto está muy lejos de la realidad. Según Greenpeace, en Estados Unidos, un teléfono se usa solo un promedio de dos años.

La mayoría de las veces, los teléfonos no se substituyen debido a problemas técnicos irreparables, sino  solo por el deseo de tener el último modelo con funcionalidades innovadoras.

No hay nada más fácil que dejar su antiguo teléfono en el fondo de un cajón,  pero el impacto de este tipo de comportamiento tiene consecuencias preocupantes para la salud de los trabajadores y el medioambiente. Este es el resultado del informe de Greenpeace “De inteligentes a sin sentido: el impacto global de diez años de teléfonos inteligentes”.

No sin mi teléfono

¡Qué levanten las manos las personas que no comprueben su celular antes de irse a dormir y que sea lo primero que hagan antes de desayunar! Puede ser difícil de aceptar, pero nos estamos convirtiendo, cada vez más, en dependientes de nuestros teléfonos.

En 2016, se vendieron más de 1.400 millones de unidades de teléfonos inteligentes en todo el mundo. En 2020, el 70% de la población mundial tendrá un teléfono inteligente según un informe de Ericsson.

Más del 60 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 35 años en el mundo tiene un teléfono inteligente.  En países como Alemania y Estados Unidos, el 90%.

Esta tasa creciente está basada en una cultura insostenible de lo desechable. Casi el 80% de las ventas corresponden a consumidores que substituyen sus teléfonos, incluso aunque la mayoría de los teléfonos siga funcionando, calculó Greenpeace.

La realidad más allá de la pantalla

Las partes internas de nuestros teléfonos incluyen aluminio, oro y cobalto. La explotación minera de tales materiales ha llevado a conflictos violentos  y condiciones de trabajo peligrosas en países como la República Democrática del Congo, donde  los niños se encuentran entre las principales víctimas.

Además de metales, los teléfonos móviles también contienen elevadas cantidades de plástico, que se derivan del crudo, y varios de sus elementos están hechos de obleas de silicio, que requieren muchos recursos para ser producidas.

Su teléfono solo contiene una pequeña parte de esas substancias, pero 7.000 millones de ellos causan daños significativos a nuestro planeta y sus recursos limitados. Y cuanto más inteligente es nuestro teléfono, mayor impacto tiene en el medio ambiente, sugiere el informe de Greenpeace.

El reto de cerrar el círculo

La continua producción de basura electrónica es uno de los mayores problemas a superar. En 2014, generamos cerca de 42 millones de toneladas de residuos electrónicos. Un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas mostró que la cantidad de basura electrónica en Asia había crecido en un 63% en solo cinco años.

De los residuos electrónicos mundiales producidos en 2014, más del 80% no fueron reciclados y terminaron mayoritariamente en vertederos. La Comisión Europea evalúa los vertederos como la opción menos preferible de la gestión de residuos, ya que pueden dañar el agua, el suelo y el aire.

Desafortunadamente, los altos costes del reciclaje son a menudo el mayor obstáculo para el ideal de una economía circular, donde la basura desaparecería y todos los recursos serían usados eficientemente.